ISRAEL-PALESTINA: Sharon revive fantasmas del pasado

La llegada al poder en Israel del derechista Ariel Sharon no sólo motiva serias dudas sobre el futuro del país, sino también una revisión de su pasado.

Este miércoles, el líder del partido Likud se convirtió en el nuevo primer ministro israelí. Es un hombre comprometido con la causa sionista en la lucha por la tierra de Palestina y desea que todos los jóvenes mantengan ese ideal, con el que se fundó el estado de Israel en 1948.

Pero uno de sus problemas es que cuenta con la oposición de algunos historiadores, como Benny Morris, profesor de la Universidad de Ben Gurion en Beersheba, quien sostiene que los hechos no apoyan la causa de Sharon.

El primer ministro tiene como prioridad en su agenda política renovar los programas educativos para «reavivar las raíces» israelíes y evitar la pérdida de fe en la causa sionista de redimir la tierra de Palestina, que le pertenece por herencia del antiguo pueblo judío, según señaló su asesor, Ra'anan Gissin.

Cuando se creó el estado israelí «nuestros padres no estaban bien armados, pero contaban con la firme convicción de que tenían derecho sobre esta tierra», afirmó Gissin.

En los últimos meses revivieron los fantasmas sobre lo que ocurrió en 1948, año recordado por los árabes como «la catástrofe» porque supuso la destrucción de la sociedad palestina.

Pero esos fantasmas fueron espantados por el ministro de Justicia, Yossi Beilini, quien, a pesar de ser uno de los políticos más progresistas de Israel, evitó la publicación de algunas declaraciones oficiales y documentos reservados sobre la guerra de 1948.

Los documentos fueron solicitados por Morris para utilizar en su libro «The birth of the Palestinian Refugee Problem, 1947-49» (El surgimiento del problema de los refugiados palestinos), publicado en 1988.

El libro se coloca en un terreno neutral, entre la posición palestina de que hubo una expulsión por parte de Israel y la versión israelí sobre una fuga voluntaria. El historiador concluye que «el problema de los refugiados palestinos fue producto de la guerra, no por designio de nadie».

Se trata del «resultado de los temores de palestinos y judíos y de los intensos combates que caracterizaron la primera guerra árabe-israselí».

Gissin sostiene que el libro contribuyó a erosionar la moral israelí, pero Morris afirma que los documentos ratifican sus argumentos. Por ello quiere acceder a los archivos clasificados y compararlos con otras fuentes.

La ley israelí sostiene que los documentos pueden ser publicados pasados los 40 años, a menos que su contenido atente contra la seguridad del Estado, las relaciones internacionales o la vida privada de los habitantes.

En este caso, se prohibió el acceso a los documentos porque podrían entorpecer las relaciones exteriores, según el archivólogo del Estado, Evyatar Frizel.

«Puedo entender el temor de Beilin, pues publicar las historias sobre las atrocidades de las fuerzas de seguridad israelíes podría perjudicar las actuales negociaciones con los palestinos», afirmó Morris.

«Pero debemos saber que las negociaciones pueden durar unos 50 años más, y mientras tanto no podremos tener acceso a los documentos. Se trata de un asunto de libertad de información contra conveniencia política», agregó.

Beilin decidió que los documentos permanezcan confidenciales al menos un año más. Gissin sostiene que Morris podría usar la información para socavar la fe en el sionismo.

Morris buscaba encontrar en los documentos más información sobre una reunión de gabinete realizada el 16 de junio de 1948, en la que los ministros evaluaron el desarrollo de la guerra y si permitirían el regreso de los refugiados palestinos a zonas controladas por las fuerzas de seguridad israelíes.

El entonces primer ministro David Ben Gurion dejó claro que no se permitiría el retorno de los refugiados y manifestó su preocupación porque Israel todavía no había extendido su territorio a Lydda y Ramle, localidades árabes al sureste de Tel Aviv, según las transcripciones disponibles del encuentro.

«Esas dos espinas constituyen una seria mancha en nuestra reputación», dijo el primer ministro, pero el resto de la frase y declaraciones posteriores del entonces canciller, Moshe Shetok, están tachadas en los documentos.

Un mes después de aquella reunión de gabinete las fuerzas israelíes expulsaron a decenas de miles palestinos de Lydda y Ramle en una operación comandada por el entonces joven oficial Isaac Rabin, luego primer ministro, asesinado en 1995.

Este escribió luego en sus memorias, en un pasaje censurado por años, que cuando a Ben Gurión se le preguntó qué debía hacerse con los palestinos, él ordenó que fueran expulados.

Rabin pensó que la medida tenía el propósito de proteger a fuerzas israelíes, pero contó que otros se negaron a participar en la operación porque la consideraron inmoral, según escribió.

Morris intenta buscar en los archivo clasificados algún documento que compruebe si Ben Gurion se refirió o no a Lydda y Ramle en la reunión de gabinete realizada un mes antes de que esas localidades fueran capturadas.

Pero la respuesta no podrá obtenerse solamente desde el ámbito académico. Beilin era, hasta la victoria electoral de Sharon, el negociador clave con los palestinos y en especial en el asunto tan controvertido de los refugiados.

La forma en que se resuelva el problema, a través de una compensación o el permiso de regreso, depende en parte del discurso histórico que tenga más peso, el palestino o el israelí.

Israel sostiene que los palestinos abandonaron sus casas en forma voluntaria, con la esperanza de regresar luego de una victoria árabe. Para Tel Aviv, el regreso significaría el principio del fin del estado israelí.

Mientras, los palestinos afirman que Israel expulsó a los civiles y exigen que permita el regreso de los casi tres millones de refugiados en Cisjordania, Gaza, Líbano, Jordania y Siria.

Ahora, la brecha entre ambas partes parece ampliarse. Sharon dejó de lado lo establecido en el Acuerdo de Oslo de 1993, que exhortaba a ambas partes a negociar el asunto de los refugiados, y anunció que optará, en cambio, por un pacto de no beligerancia.

De esta manera, el primer ministro evidenció que se resiste a meterse en asuntos del pasado.

Hanan Asrawi, miembro del Consejo Legislativo Palestino, sostuvo que Israel necesita encarar su pasado, incluyendo la «limpieza étnica», las expulsiones deliberadas y las masacres de palestinos, para que las heridas sanen.

«Sólo permitiendo que salga a la luz la verdad y admitiendo la responsabilidad por lo sucedido se podrá iniciar un proceso de reconciliación», afirmó. (FIN/IPS/tra-en/bl/sm/rp/aq/ip/00

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe