/Integración y Desarrollo/ DESARROLLO: La discriminación de género impide el crecimiento

El Banco Mundial llamó a los países con fuertes desigualdades de género a adoptar medidas que mejoren la situación de las mujeres, en un informe preparado para el Día Internacional de la Mujer.

Las medidas propuestas por el Banco incluyen el acceso igualitario a la tierra y la propiedad, la construcción de infraestructura para mejorar el transporte rural, el acceso al agua potable y la educación, así como el diseño de programas que ayuden a reducir la brecha entre hombres y mujeres.

El informe señala que si Medio Oriente, Africa y Asia meridional hubieran reducido la brecha basada en la disparidad de género en la educación tal como sucedió en el este de Asia, sus economías habrían crecido un uno por ciento más por año entre 1960 y 1990.

En Africa, el mejor acceso de las mujeres campesinas a recursos productivos tales como educación, tierra y fertilizantes podría incrementar 20 por ciento la productividad del agro, dice el informe divulgado el miércoles, la víspera del Día Internacional de la Mujer.

«Las disparidades de género están muy asociadas a la pobreza. La brecha entre hombres y mujeres en cuestiones como salud y educación es mayor en los países pobres que en los ricos, y dentro de los países dicha brecha es mayor entre la población de menores recursos», dijo Elizabeth King, co-autora del documento.

Las mujeres siguen poco representadas en los parlamentos del mundo, ocupando menos de 10 por ciento de las bancas en buena parte de las naciones, con excepción de un puñado de países.

El informe señala que en Europa del este hubo una caída de la representación femenina de 25 a siete por ciento desde la adopción de reformas políticas y económicas luego de la caída del comunismo.

Las mujeres sólo lograron la mitad de los años de educación que los hombres en el sur de Asia, mientras otras jefas de familia en América Latina no tienen tierra o tienen muy poca.

Las empresas dirigidas por mujeres carecen frecuentemente del capital necesario y tienen menores oportunidades de conseguir créditos que las dirigidas por hombres.

«Las sociedades que discriminan en base al género pagan un precio significativo en mayor pobreza, crecimiento económico más lento, gobiernos más débiles y menor calidad de vida», sostuvo Andrew Mason, el otro autor del informe.

El estudio subraya que fenómenos como la violencia doméstica tienen un costo económico porque generan menor productividad, mayor ausentismo laboral, acrecientan el número de personas sin techo y la demanda de servicios de atención médica y de apoyo comunitario, así como más gastos policiales y judiciales.

Si bien es difícil medir sus costos exactos, el informe estima que la violencia doméstica redujo los ingresos de las mujeres en más de dos por ciento del producto interno bruto (PIB) de Chile y en 1,6 por ciento del PIB de Nicaragua en 1996.

Según investigaciones realizadas en 1995, el informe señala que en Canadá el costo de la violencia contra las mujeres fue de aproximadamente mil millones de dólares por año, es decir un punto por ciento del PIB canadiense.

El informe es el más amplio de su tipo realizado sobre el vínculo entre género y progreso económico, según el Banco. El mismo señala que otro estudio de 63 países concluyó que el avance en la educación de las mujeres fue la principal causa de la caída de la desnutrición entre 1970 y 1995.

Sin embargo, una de las mayores deficiencias de este informe es que falla al analizar las consecuencias adversas de las propias políticas del Banco Mundial para el progreso de las mujeres en los países en desarrollo.

Se han realizado numerosos estudios parciales sobre el impacto social de las criticadas políticas de ajuste estructural del Banco Mundial, como la liberalización del comercio, las que han estado vigentes durante dos décadas.

Dichos estudios independientes destacaron las consecuencias negativas que sufrieron muchas economías de países pobres, lo cual resultó en eliminación de subsidios y permitió el ingreso de productos importados a bajo precio que destruyeron las industrias locales.

Otras políticas impulsadas por las ideas del ajuste estructural, tales como el cobro por servicios públicos como la educación primaria y la atención médica, golpearon con mayor fuerza a las mujeres.

Estudios del propio Banco Mundial reconocieron que las reformas quizá fueron demasiado severas o repentinas para los sectores de menores recursos, pero el organismo precisó que no existía investigación alguna que vinculara directamente las políticas de ajuste estructural con el crecimiento de la pobreza en los países en desarrollo.

«El Banco tiene dos caras», dijo Laura Frade, coordinadora regional para América Latina Women's Eyes on the Bank (Los ojos de las mujeres sobre el Banco), una organización no gubernamental que analiza el impacto de las políticas de la institución multilateral en la población femenina.

«Por un lado ha invertido mucho en las políticas de ajuste estructural y en privatizaciones que golpean a los pobres, pero por otro ha trabajado mucho en investigar acerca de la población pobre».

«Si bien este informe es un avance en cuanto a la comprensión del Banco acerca de la relación entre género y desarrollo, no avanza demasiado en el análisis del impacto de las políticas de ajuste estructural sobre las mujeres».

«Cuando los hombres pierden sus empleos, son las mujeres quienes tienen que trabajar más en el sector informal y los niños, principalmente las niñas, quienes tienen que dejar la escuela», dijo Frade, quien trabaja en zonas rurales del estado mexicano de Chihuahua. (FIN/IPS/tra-en/gm/cr/dc aq/dv pr/01

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