/Integración y Desarrollo/ AMERICA: El ALCA se acerca en un mar de crisis y protestas

Los gobiernos de América confirmarán en su tercera cumbre, a fines de abril en Québec, Canadá, el propósito de adelantar el fin de las negociaciones del ALCA, pese a los vientos de crisis que soplan desde Estados Unidos y a las crecientes protestas de los grupos contrarios a la globalización.

El viernes comenzó en Santiago una reunión de organizaciones de la sociedad civil, convocadas por la Alianza Chilena por un Comercio Justo y Responsable para analizar las perspectivas del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas), en el marco de la democracia y la globalización.

Este encuentro se prolongará hasta este sábado y sus conclusiones serán entregadas a la canciller de Chile, Soledad Alvear, con el pedido de que dé a conocer los puntos de vista de los grupos adversos al modelo del ALCA tanto en la cumbre de Québec como en la reunión previa de ministros de Comercio del continente, prevista para la semana próxima en Buenos Aires.

En la capital argentina se darán los toques finales a la declaración que los jefes de Estado de 34 de los 35 países del continente (Cuba está excluida de las cumbres del hemisferio) suscribirán en Canadá, y en la cual, según se prevé, se propondrá finalizar en 2003 las negociaciones para la conformación del ALCA.

En la segunda cumbre, realizada en Santiago en abril de 1998, se aprobó el lanzamiento oficial del gran acuerdo continental de comercio, con la meta de comenzar a aplicar los mecanismos de liberalización del intercambio en «el año 2005 a más tardar».

En diciembre de 1994, en Miami, durante la primera cita continental de mandatarios, el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, propuso la unión comercial «desde Alaska hasta el Cabo de Hornos», dando forma así a las ideas preliminares que su antecesor, George Bush, lanzó a través de su Iniciativa para las Américas.

La posta de este proyecto es recogida ahora por el republicano George W. Bush, hijo del ex mandatario, quien apenas instalado en enero en la Casa Blanca se mostró partidario de adelantar los plazos de negociación del ALCA.

José Antonio Ocampo, secretario ejecutivo de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), apuntó que pese al impacto del enfriamiento de la economía estadounidense sobre la región, no parece haber marcha atrás en el empeño de acelerar las negociaciones.

La posición de Bush no solo es apoyada, sino que en alguna medida fue empujada por algunos gobiernos latinoamericanos que han asumido como credo oficial la apertura del comercio dentro de sus estrategias de desarrollo.

La posición del presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, de fortalecer como paso previo la integración económica latinoamericana con el Mercosur (Mercado Común del Sur) como uno de sus pilares, se ha ido debilitando.

La propuesta de Cardoso tuvo como primer revés significativo a fines de 2000 el apoyo del gobierno argentino de Fernando de la Rúa a su colega chileno, Ricardo Lagos, para la negociación de un acuerdo bilateral de comercio con Estados Unidos.

La crisis financiera y fiscal en Argentina llevó al reinstalado ministro de Economía Domingo Cavallo a adoptar decisiones arancelarias que contravienen compromisos en el Mercosur, lo cual de hecho provoca un estancamiento de este acuerdo a 10 años de su creación, según Ernesto Tironi, ex embajador chileno ante la Organización Mundial de Comercio.

«No se descarta que el esfuerzo por avanzar en el desafío más amplio que supone el ALCA signifique el tiro de gracia para el Mercosur», dijo el diario empresarial Estrategia, de Santiago, en un comentario sobre el bloque que conforman Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y que tiene a Bolivia y Chile como miembros asociados.

El camino hacia el ALCA aparece así pavimentado paradójicamente por la caída del crecimiento en el norte y por crisis en el sur del continente americano, pero la senda está plagada de obstáculos por la capacidad contestaria de los «globalifóbicos».

El gobierno de Canadá rechazó esta semana una solicitud del municipio de Québec, que pidió cancelar la tercera Cumbre de las Américas ante el temor de repetición de las masivas y tumultosas protestas de ambientalistas y de otras organizaciones de la sociedad civil que tuvieron lugar a fines de 1999 en el puerto estadounidense de Seattle.

En una suerte de aperitivo para Canadá, organizaciones no gubernamentales de América del Sur se proponen movilizar a unos 100.000 manifestantes contra la globalización y el ALCA durante la reunión de ministros de Comercio en Buenos Aires.

El Instituto de Ecología Política (IEP), una de las organizaciones que promueve desde Chile esta acción de protesta, señaló que así se dará cumplimiento a uno de los acuerdos adoptados en enero en Porto Alegre por el encuentro internacional de la sociedad civil alternativo al Foro Económico de Davos.

La Alianza Social Continental, coalición de grupos no gubernamentales que afirma contar con ocho millones de afiliados, organiza reuniones alternativas tanto en Buenos Aires como en Québec, dando así continuidad a la primera «Cumbre de los Pueblos de América», realizada en Santiago en abril de 1998.

Organizaciones ambientalistas y ciudadanas de Chile y de Estados Unidos emitieron el miércoles una declaración conjunta de rechazo al modelo de creación del ALCA, que consideran inspirado en el Nafta, siglas en inglés del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que forman Canada, Estados Unidos y México.

El «modelo Nafta», que se aplicaría tanto al ALCA como al acuerdo bilateral que negocian Chile y Estados Unidos, excluye a la sociedad civil, carece de «criterios de sustentabilidad social, ambiental y democrática», e implica un desconocimiento de «los derechos laborales, de género y de los pueblos indígenas», según la declaración.

El texto fue suscrito en Chile por el IEP, la Red Nacional de Acción Ecológica, que cuenta con 150 organizaciones, el Programa Chile Sustentable, el Centro de Derecho Ambiental, la Asociación Indígena Pacha-Aru y la Corporación Norte Mujer.

En Estados Unidos se adhirieron a este pronunciamiento las organizaciones Public Citizen, Friends of the Earth e International Forum on Globalization. (FIN/IPS/ggr/ff/ip dv/01

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