FUTBOL-BRASIL: El fin de la esclavitud

La reorganización del fútbol en Brasil, con el fin del «pase» que ata los jugadores al club, se realizará de acuerdo con las reglas adoptadas por Europa, el mayor mercado, que dicta de hecho las leyes de este deporte.

Una ley que entrará en vigencia el 26 de este mes pone fin a la «esclavitud» representada por el «pase», que impide al futbolista transferirse libremente al equipo que desea cuando caduca su último contrato, afirmó este miércoles el ministro de Deportes y Turismo brasileño, Carlos Melles.

La legislación tiene la finalidad de reestructurar radicalmente los negocios del fútbol, liberando a los jugadores y obligando a los clubes a convertirse en empresas sometidas a las reglas económicas, al abandonar su falsa posición de entidades sin fines de lucro.

En la práctica, sin embargo, serán escasas las modificaciones y proseguirán las polémicas, ante críticas de sindicalistas, clubes y de los periodistas especializados, que en esa área no se limitan a informar sino que opinan y ejercen influencia directa en la actividad.

Será una simple «transición», pues la situación mejora pero serán necesarias nuevos cambios dentro de algunos años, previó Juca Kfouri, uno de los más influyentes periodistas deportivos brasileños.

Las resistencias al cambio son fuertes. La nueva ley sufrió mutilaciones antes de ser aprobada por el Congreso legislativo en 1998, al punto que fue cuestionada por el propio autor del proyecto original, el ex jugador Pelé (Edson Arantes do Nascimento), entonces ministro de Deportes.

Además, su vigencia fue postergada por tres años.

Su aplicación a partir del 26 de este mes solo fue posible por el establecimiento de nuevas reglas en Europa, que abrió paso a un acuerdo en Brasil entre el gobierno, las autoridades futbolísticas y el propio Pelé.

Por el acuerdo, sellado el martes en Brasilia, la «Ley Pelé» entrará en vigor, pero de nuevo modificada por una «medida provisional» (decreto-ley brasileño) que asegura indemnizaciones a los clubes que «revelan» (descubren) a jóvenes de talento, entrenándolos y haciéndolos conocidos.

Ese derecho se impone para las transferencias de jugadores antes de que cumplan 23 años de edad. De las sumas pagadas por ese mecanismo, remanente del antiguo «pase», cinco por ciento se destinará a un fondo con que se apoyará los clubes menores, dedicados a formar nuevos atletas.

Luego, hasta los 28 años de edad, el futbolista no podrá romper unilateralmente su contrato con el equipo en un periodo de tres años, que se reduce a dos años después de esa edad. Multas y castigos, como la suspensión de la práctica deportiva por algún tiempo, serán aplicadas en caso de ruptura.

Son reglas acordadas el 5 de marzo entre la Unión Europea de Futbol y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), que además limitan las transferencias a periodos del año en que se interrumpen los torneos principales.

Para desalentar el tráfico internacional de adolescentes prometedores, los europeos fijaron también en 18 años la edad mínima para esa migración, abriendo excepciones en los casos en que hay acuerdo entre todas las partes involucradas.

Las normas específicas para el mundo fubtolístico se justifican, porque se trata de una profesión especial, según el juez del Tribunal Superior del Trabajo, Almir Pazzianotto, ex ministro del Trabajo.

Es el talento del jugador lo que atrae multitudes al estadio y la audiencia televisiva, algo muy distinto de la calidad de un producto que no depende de un obrero, argumentó.

Los críticos rechazan esa distinción y sostienen que basta el contrato, que siempre prevé indemnizaciones en caso de ruptura unilateral, como en otras areas de entretenimiento y espectáculos, el cine o la televisión, por ejemplo.

Lo que se aprobó ahora es un «simple paliativo» que no resuelve la cuestión de fondo, según Kfouri, porque tiende a mantener la distorsión que constituyen los llamados «empresarios», que intermedian transferencias y actúan como «dueños» de jugadores.

Pero lo que se establece en Europa tiende a ser seguido en todo el mundo, reconocen Pazzianotto, periodistas y otros observadores. Los equipos europeos, con su poder financiero, contratan a los mejores jugadores del mundo.

Sin un mecanismo de protección a los clubes latinoamericanos, africanos e incluso de los países ricos de mercado futbolístico menos desarrollado, como Estados Unidos y Holanda, el desequilibrio se agravaría. Los equipos españoles e italianos, por ejemplo, acapararían con más facilidad los jóvenes talentos.

El acuerdo brasileño por una reorganización limitada del fútbol ocurre también por presión de investigaciones parlamentarias sobre irregularidades, como corrupción, falsificación de pasaportes para «venta» de jugadores a la Unión Europea y tráfico de adolescentes.

Esa solución deteriora la imagen de Pelé, porque, además de aceptar medidas que rechazaba hasta hace poco, se reconcilió con el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Teixeira, y otros dirigentes a los que antes acusaba de corrupción.

«Actuó como empresario, no como el jugador que fue», criticó Sócrates Brasileiro de Oliveira, estrella de la selección brasileña de 1982, refiriéndose a las nuevas actividades de Pelé, propietario de una firma de negocios deportivos. (FIN/IPS/mo/mj/cr/01

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