EEUU-MEDIO ORIENTE: Política de no intervención tiene corta vida

La política de no intervención de Estados Unidos en el conflicto palestino-israelí tiene corta vida, coinciden los analistas, aunque la cumbre de esta semana entre el presidente estadounidense George W. Bush y el primer ministro israelí Ariel Sharon pareció indicar lo contrario.

Los expertos en Medio Oriente creen que sólo es cuestión de tiempo -y de muy poco tiempo- para que Bush se enfrente con una nueva crisis en esa conflictiva región que lo obligue a reimpulsar las negociaciones de paz.

«Probablemente (Bush) pueda seguir un mes en esta postura, pero en algún momento tendrá que lanzar alguna iniciativa, o el proceso de paz seguirá revirtiéndose y se producirá una explosión», advirtió James Zogby, director del Instituto Arabe-Estadounidense, de Washington.

La visita de Sharon a Washington el martes, la primera de un mandatario de Medio Oriente a la Casa Blanca desde que asumió en enero la administración de Bush, se produjo pocos días después de la formación del gobierno de coalición israelí.

Para alivio de Washington, el derechista Sharon pudo reunir en su gobierno a varias figuras del Partido Laborista, entre ellas el ex primer ministro Shimon Peres, quien ayudó a lanzar el proceso de paz de Oslo hace ocho años y es uno de sus más firmes defensores.

La visita de Sharon coincidió con el proceso de formación del equipo de política exterior del nuevo gobierno de Estados Unidos. Aunque los principales cargos ya fueron designados, los de segundo o tercer rango -esenciales en la elaboración y aplicación de políticas- todavía están vacantes.

Por ejemplo, todavía no fue nombrado el subsecretario de Estado para Asuntos de Medio Oriente.

Como resultado, el equipo de Bush sólo señaló pautas generales de política exterior y hasta ahora se ha limitado a exhortaciones a los palestinos a poner fin a la violencia y a los israelíes a evitar provocaciones, aliviar las restricciones al movimiento de las personas y otras que aumentan el enojo del pueblo palestino.

El cierre de muchas localidades y aldeas palestinas, así como la retención por Israel de más de 50 millones de dólares en impuestos que debe a la Autoridad Nacional Palestina, llevaron al borde del colapso a la economía de Gaza y Cisjordania.

Funcionarios de Washington transmitieron esa preocupación directamente a Sharon durante su visita.

«Si Arafat no puede pagarle a su propia policía, ¿cómo esperan los israelíes que mantenga la paz?», preguntó un funcionario, que consideró el sitio de las ciudades palestinas «contraproducente en extremo».

En cuanto a la situación de Medio Oriente en general, Bush aclaró que su prioridad no es por ahora, como lo fue para su predecesor Bill Clinton, impulsar el proceso de paz palestino- israelí hasta un acuerdo final sobre las cuestiones más disputadas, como el destino de Jerusalén y el retorno de los refugiados palestinos.

Según el actual gobierno estadounidense, el fracaso de Clinton pese a sus intensos esfuerzos demostró que tal estrategia es inviable, al menos por ahora, y que lo mejor que puede hacerse es procurar un enfoque lento y gradual de los problemas.

El propio Bush dejó clara esa posición. «Le dije (a Sharon) que nuestro país no forzará la paz, sino que la facilitará y trabajará con sus responsables», declaró el presidente en una sesión de fotografías con el primer ministro israelí.

Los principales asesores de política exterior de Bush aclararon que su prioridad estratégica en Medio Oriente es la contención de Iraq.

Tal objetivo se alcanzaría inicialmente reuniendo a todos los aliados árabes y europeos de la guerra del Golfo (1991) en un régimen de sanciones que impediría a Bagdad importar cualquier producto que pueda aumentar su poder militar.

Este fue el mensaje principal difundido por el secretario de Estado Colin Powell durante su gira por Medio Oriente, el mes pasado.

Sin embargo, Powell reconoció que la contención de Iraq está inextricablemente ligada a la reanudación del proceso de paz palestino-israelí.

Zogby opina lo mismo. «Estados Unidos desea reestablecer una coalición contra Iraq, pero para hacerlo precisa crédito político, y para eso deberá ayudar a los palestinos», afirmó.

Bush no dijo durante la visita de Sharon si tiene intenciones de invitar pronto a Washington al presidente palestino Yasser Arafat, un invitado frecuente de la Casa Blanca bajo el gobierno de Clinton.

Funcionarios de Washington sugirieron que, primero, el líder palestino debe esforzarse más por detener la violencia.

No obstante, Washington debería urgir a ambas partes a retomar el diálogo sobre la base del acuerdo de Sharm-al-Sheikh, el año pasado.

En ese acuerdo, Arafat acordó hacer todo a su alcance para controlar la violencia a cambio de la creación de una comisión internacional encabezada por Estados Unidos para determinar la responsabilidad por la segunda intifada, que cobró más de 400 vidas, en su mayoría de palestinos, desde fines de septiembre.

«Los palestinos deben recibir algo. Pedirle a Arafat una acción unilateral es pedirle que entre en una guerra civil con su propio pueblo», opinó Zogby. (FIN/IPS/tra-en/jl/da/mlm/ip/01

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