DERECHOS HUMANOS-SUDAFRICA: Voces de mujeres contra la guerra

El testimonio de Keifah Afifi ante la Corte Mundial de Mujeres contra la Guerra, en la costera Ciudad del Cabo, Sudáfrica, lo dice todo.

Afifi, una mujer palestina, fue capturada por el ejército israelí en 1985 en una de las detenciones masivas realizadas durante la intifada (alzamiento popular) de la década de 1980.

Al ser detenida, asegura, fue rociada con gasolina y amenazada con violación y muerte. Luego fue llevada al campo de prisioneros Le-kheiam, en el sur del Líbano, donde fue sometida a torturas y abusos cotidianos.

«Todos los días me rociaban con agua y me electrocutaban. Diaramente enfrentaba la amenaza de la muerte. Lo más sádico es que redoblaban las torturas cuando estaba menstruando», dice en voz baja.

En la cárcel, afirma Afifi, tenía que tomar trozos de colchón para usarlos como toallas higiénicas pues el ejército se negaba a suministrárselas. «Nadaba en mi propia sangre y contraje enfermedades genitales», sostiene.

Afifi permaneció siete años encarcelada y aún padece problemas en la espalda, enfermedades de la piel y hernia de disco, como recuerdo diario de los años de tortura que debió soportar.

Esta es la segunda reunión de la Corte Mundial de Mujeres contra la Guerra. La primera fue celebrada en Beijing, China, en 1995. El foro fue iniciado en 1992 por organizaciones no gubernamentales y ofrece a las mujeres la oportunidad de expresar testimonios sobre derechos humanos en audiencias públicas.

Otra mujer que brindó su testimonio esta semana en Ciudad del Cabo, Odette Mukansore, de Ruanda, perdió a su esposo y a varios familiares en el genocidio de 1994, en el cual casi un millón de tutsis y Hutus moderados fueron asesinados por la milicia hutu en ese país.

«Tuve que matar a mi propio hijo para liberarlo del dolor que sufría», asegura.

Hace unos años, en el día de Navidad, Mukansore se encontró frente a frente con el hombre que la había torturado y abusado de ella. «Me dijo que podía hacer lo que quisiera con él. En esa época aún sentía cólera y llamé a la policía. El hombre aún está en la cárcel», dice.

La historia de las «mujeres de placer» también fue relatada ante la Corte Mundial. Durante la segunda guerra mundial más de 250 mil mujeres asiáticas fueron mantenidas cautivas como esclavas sexuales por el ejército japonés. Las mujeres reclaman un pedido de perdón del gobierno japonés y el pago de una compensación a las sobrevivientes.

«Esto fue promovido por el estado, queremos que el gobierno japonés acepte su responsabilidad por nuestro sufrimiento», dice la filipina Lola Fredencia David.

Las voces escuchadas incluyeron a víctimas de violación en Bosnia, mujeres de las islas del Pacífico que dieron a luz a los llamados «bebés de gelatina», -masas de carne sin huesos, como resultado de las pruebas nucleares realizadas en esa región- otras que padecieron el régimen racista del «apartheid» en Sudáfrica y refugiadas de América Central.

«Es tan escalofriante que tuve que irme», dijo Brenda Williams, habitante de Ciudad del Cabo. Williams concurrió con su hermana a presenciar la audiencia, pero le resultó demasiado doloroso escuchar esas historias de sufrimiento.

«Es necesario presenciar los relatos de diferentes mujeres que padecieron. No quiero trivializar nuestra lucha, pero lo que las mujeres del mundo han sufrido es increíble», dice.

Nikiwe Thipe, de Rustenburg, Sudáfrica, afirma que ella y diez colegas de la organización no gubernamental Red por la Violencia soportaron un complicado viaje en ómnibus de 18 horas para asistir a la audiencia de la Corte Mundial.

«Mis pies están hinchados, el viaje en ómnibus fue largo, pero tenía que estar en este encuentro histórico. Quiero escuchar las historias de lo que sufrieron las mujeres de Bosnia. Quiero oír los relatos de las ruandesas, es importante escuchar sus voces», comentó.

Ese fue el objetivo de la Corte esta semana. Contar las historias del padecimiento de mujeres del mundo a una audiencia mundial.

Corinne Kumar, coordinadora internacional del encuentro, dice que la Corte es una voz para las mujeres del Sur. «Necesitamos escuchar las voces de las mujeres del Tercer Mundo, es tiempo de ser escuchadas por el mundo», señaló.

La Corte procura crear un nuevo espacio para que las mujeres puedan expresarse. «La Corte quiere escuchar a las mujeres sobrevivientes, a aquellas que resistieron la violencia», señaló Kumar.

Pero «este no es un tribunal jurídico. Es un lugar donde las mujeres pueden relatar lo que les pasó en un ámbito seguro. Es un nuevo tipo de tribunal. Estas cortes son un intento de cambiar el terreno político por otro más humanitario», precisó.

Al abrir la reunión, la viceministra de Defensa de Sudáfrica Noziwe Madala Routledge dijo que las mujeres han estado por mucho tiempo ausentes del ejercicio de construir la paz. «Las mujeres traerán una nueva perspectiva a la construcción de la paz. Podemos hacer la diferencia», afirmó.

Un jurado integrado, entre otras, por la primera dama sudafricana Zanele Mbeki, dará a conocer sus interpretaciones y su esperanza de que esto sea empleado para cambiar algunas políticas gubernamentales.

Las organizadoras del encuentro dicen que esperan que este tipo de foro puedan restaurar la dignidad de las mujeres y encontrar significados alternativos de la justicia.

El ex presidente de la Comisión para la Paz y la Reconciliación de Sudáfrica, el arzobispo Desmond Tutu, visitó sorpresivamente la reunión de la Corte Mundial de las Mujeres contra la Guerra.

Durante su visita, el arzobispo Tutu rindió un tributo especial a las mujeres desconocidas del mundo que realizaron una enorme contribución a la lucha por la paz y la justicia. «Sin las mujeres de Sudáfrica no tendríamos libertad», dijo. (FIN/IPS/tra-en/tjw/mn/dc/aq/hd/01

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