/BOLETIN-DD HH/ SUDAN: Firmas petroleras ignoran atrocidades

El ejército de Sudán mata, viola, desplaza y aterroriza a los residentes de las zonas ricas en petróleo para facilitar las actividades de las firmas petroleras extranjeras, aseguraron grupos defensores de los derechos humanos.

La organización británica Christian Aid exhortó a las compañías petroleras a suspender de inmediato sus operaciones en Sudán y a utilizar su influencia para impulsar una paz justa y duradera en ese país, el más poblado de Africa.

El grupo humanitario obtuvo informes de testigos presenciales, según los cuales el ejército y milicias respaldadas por el gobierno «limpian» de civiles una aldea tras otra.

«Desde que el crudo comenzó a fluir por el oleoducto hace 18 meses, ha habido miles de muertes y desplazamientos», afirmó Dan Collison, director del programa de Christian Aid para Sudán en Nairobi.

«A lo largo de la nueva vía de petróleo en la concesión de Lundin, decenas de aldeas han sido arrasadas. Por ese motivo, compañías petroleras como Lundin, Talisman y CNPC ya no tienen justificación para continuar sus actividades en Sudán», agregó.

Talisman es una empresa canadiense, CNPC (China National Petroleum Corporation) es china, y Lundin es una firma de Suecia.

El gobierno sudanés niega la política de «tierra quemada», pero raramente permite el ingreso de observadores independientes a las concesiones petroleras, e incluso niega permiso para vuelos de ayuda humanitaria de emergencia, lo que representa una virtual sentencia de muerte para los necesitados del sur.

«Tierra quemada», uno de los últimos informes de Christian Aid, cita el testimonio de varios sudaneses desplazados de sus tierras.

«Lo peor son los helicópteros de combate. Hasta el año pasado nunca los había visto, pero ahora los hay por todos lados», declaró Zeinab Nyacieng, una mujer de la etnia nuer que fue llevada a cientos de kilómetros de su hogar a fines de 2000, tras la muerte de dos de sus hijos en un ataque del ejército.

«Antes del petróleo, nuestra región era pacífica y la gente criaba su ganado», dijo Malony Kilang, un jefe tribal nuer, a Christian Aid.

«Pero cuando comenzó la explotación petrolera, comenzó la guerra. Los helicópteros y Antonovs empezaron a atacar las aldeas. Las granjas y todo lo que rodeaba a los yacimientos fue destruido. El petróleo ha traído la muerte», agregó Kilang.

Los desplazados son muy vulnerables al hambre. El Ejército de Liberación Popular de Sudán (SPLA), el principal grupo rebelde del sur, sostuvo que más de dos millones de habitantes de la región de Bahr el Ghazal (al oeste de los yacimientos) padecen hambre debido a los desplazamientos, la sequía y la guerra.

Actualmente es la estación seca y los combates están en auge. El SPLA pidió ayuda internacional para evitar una reiteración de la crisis humanitaria de 1998.

Las partes de la guerra civil de Sudán son, por un lado, el gobierno central islámico del norte, y por otro, numerosos grupos rebeldes que luchan por la autonomía o la independencia del sur, de mayoría cristiana animista.

Las fuerzas del gobierno controlan la mayoría de las ciudades del sur, mientras los rebeldes controlan las zonas rurales.

Desde que el SPLA se levantó en armas en 1983, unos dos millones de personas murieron a causa de los combates o el hambre.

El gobierno sudanés perdió interés en la paz desde que descubrió petróleo en el sur y atrajo el interés de empresas multinacionales de Canadá, Francia, China y Malasia, aseguró Justin Arop Yaac, representante del SPLA en Nairobi.

Desde que el crudo comenzó a fluir hace 18 meses, Sudán se transformó en exportador de petróleo y gana lo suficiente para invertir cerca de un millón de dólares por día en la guerra.

El día del primer embarque de petróleo, en 1999, 20 tanques polacos T-55 llegaron a Puerto Sudán, en violación de un embargo militar de la Unión Europea. El gasto en defensa se ha duplicado.

Yaac concordó con Christian Aid en que miles de personas son expulsadas de la región del Nilo Superior para crear un espacio amortiguador, de modo que las multinacionales puedan extraer el petróleo en paz.

«La gente del oeste del Nilo Superior ha sido desplazada a Bahr el Ghazal porque el gobierno concedió esas tierras a las compañías petroleras y las quiere vacías de gente para ofrecer a las multinacionales la seguridad que ellas demandan», afirmó Yaac.

Las firmas petroleras prestan incluso sus caminos y espacios aéreos para uso de los Antonovs y helicópteros del gobierno, y ninguna ha criticado la comprobada política de tierra quemada del gobierno.

La principal operadora petrolera en Sudán es la Greater Nile Petroleum Operating Company, una empresa conjunta que incluye a la china CNPC (40 por ciento), la malasia Petronas (30 por ciento), la canadiense Talisman Energy (25 por ciento) y Sudapet (cinco por ciento).

Otras operadoras son Lundin Oil de Suecia, OMV de Austria y The Gulf Petroleum Corporation, de Qatar. La francesa TotalFinaElf obtuvo una concesión aún sin explotar de 120.000 kilómetros cuadrados en el sur.

Talisman, la mayor compañía privada de gas y petróleo de Canadá, enfrenta una fuerte presión pública para retirarse de Sudán.

La comisión Harket del gobierno canadiense, las Naciones Unidas y el grupo Amnistía Internacional presentaron pruebas de que la presencia de Talisman en Sudán promueve violaciones a los derechos humanos, pero la compañía niega su complicidad y afirma que se trata de «fuerza para la paz».

Ralph Capeling, gerente general de Talisman en Sudán, declaró que su empresa es partidaria del «compromiso constructivo» y ayuda a la población local mediante la construcción de escuelas, centros de salud y pozos de agua.

Pero Yaac señaló que Talisman sólo brinda esa ayuda a las aldeas controladas por el gobierno central, mientras las áreas de partidarios del SPLA son bombardeadas día y noche. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/mlm/hd-en/01

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