Ambientalistas y trabajadores de aserraderos de Estados Unidos discrepan sobre muchas cuestiones, pero se han aliado para pedir que Washington renegocie un acuerdo de comercio de madera con Canadá.
Los trabajadores alegan que Canadá brinda fuertes subsidios a su industria maderera y que ese acuerdo amenaza puestos de trabajo estadounidenses. Los activistas señalan que las leyes ambientales canadienses son menos estrictas que las de Estados Unidos, y ponen en peligro antiguos bosques de Canadá.
Estados Unidos será inundado de madera barata canadiense, y eso causará desempleo por el cierre de aserraderos, advirtió Denny Scott, portavoz del estadounidense Consejo de Trabajadores Industriales del Oeste, una organización sindical con sede en la ciudad de Portland, en el estado noroccidental de Oregon.
Al mismo tiempo, el subsidio canadiense estimula la tala excesiva de bosques donde viven especies en peligro de extinción, indicó Joe Scott, director de conservación de la Alianza por los Ecosistemas Noroccidentales (NEA), una organización no gubernamental con sede em el estado noroccidental de Washington.
Esos subsidios «matan al mismo tiempo a los aserraderos estadounidenses y a los bosques norteamericanos», y tenemos interés en defender a unos y otros, señaló Joe Scott, quien no tiene parentesco con Denny Scott.
Activistas y sindicalistas piden al nuevo gobierno del presidente George W. Bush que renegocie las condiciones del comercio de madera con Canadá, regido en la actualidad por el Acuerdo sobre Madera Blanda, firmado en 1996 y vigente hasta el 31 de marzo.
Ese acuerdo establece cuotas para la exportación a Estados Unidos de madera libre de aranceles de cada provincia canadiense, y no se refiere a la cuestión de los subsidios de Ottawa, cuya eliminación pretenden ambientalistas y trabajadores madereros estadounidenses.
Sin embargo, los productores de madera canadienses alegan que el acuerdo es desventajoso para ellos.
Muchos legisladores estadounidenses piensan que Ottawa debería eliminar los subsidios. Hace dos semanas, más de 50 congresistas de los dos mayores partidos de Estados Unidos, el gobernante Republicano y el opositor Demócrata, firmaron una carta a Bush en la cual pidieron que renegocie el acuerdo con Canadá.
El principal problema relacionado con ese acuerdo es que el gobierno federal y los gobiernos provinciales de Canadá son propietarios de 95 por ciento de los recursos madereros de ese pais, y fijan el precio de la madera en niveles que «aseguren un alto nivel de empleo», afirmaron.
En Estados Unidos, las firmas madereras explotan terrenos públicos y privados en proporciones mucho más equilibradas, y el precio de la madera depende de las tendencias del mercado, destacaron.
Los precios establecidos en Canadá «suelen ser entre la mitad y un cuarto del valor de la madera en el mercado, y constituyen un importante subsidio gubernamental», arguyeron.
El congresista Max Baucus, senador demócrata del estado occidental de Montana, aseguró que unos 100 aserraderos estadounidenses se vieron forzados a cerrar en los últimos seis meses, porque no podían competir con las importaciones de madera provenientes de Canadá.
Ottawa «mantiene una política forestal miope que perjudica a los aserraderos y trabajadores estadounidenses, a los ecosistemas de América del Norte y, en última instancia, a los contribuyentes canadienses», aseveró.
Denny Scott afirmó que desde la firma del acuerdo han cerrado 52 aserraderos de los estados de Oregon y Washington, en los cuales trabajaban 5.000 personas, y que el Departamento de Trabajo estadounidense ha admitido que los subsidios canadienses fueron un factor determinante de los cierres.
Esos subsidios «son un desastre» y se han agregado a otros problemas que afectan a la industria maderera de Estados Unidos, entre ellos una caída de 33 por ciento del precio de la madera, apuntó.
La protección de Ottawa a la industria maderera también incluye la existencia de leyes ambientales menos severas que las estadounidenses, que permiten talas excesivas, añadió.
Según Joe Scott, la tala de bosques en la región occidental de Canadá tiene un significativo efecto adverso sobre los esfuerzos estadounidenses para proteger a especies amenazadas que habitan en ambos países, entre ellas la trucha toro, el oso pardo, el caribú de las nieves y el salmón.
Cuatro de las seis zonas estadounidenses de recría de osos pardos limitan con Canadá, y esos animales «son muy vulnerables a perturbaciones del ambiente relacionadas con la explotación maderera», explicó.
El hábitat de algunas de las poblaciones más saludables de truchas toro que quedan en Estados Unidos también está ubicado en un área fronteriza con Canada, comentó.
Esos peces son sensibles en extremo a perturbaciones de su hábitat vinculadas con la explotación forestal, y casi todas las cuencas de Canadá en las cuales habitan truchas toro están en áreas que se prevé talar durante los próximos 10 años, advirtió.
El gobierno canadiense también permite que las compañías madereras transporten troncos por vías fluviales en las cuales habitan salmones, pese a que la población de esos peces está en disminución en la costa occidental de América del Norte, sostuvo la NEA.
«Esa práctica afecta la reproducción de los salmones, destruye su alimento y crea un hábitat hostil para ellos. El aumento de la sedimentación obstruye sus branquias y asfixia a las crías, y el aumento de la temperatura del agua mata a los animales inmaduros, explicó. (FIN/IPS/tra-eng/dk/da/mp/en lb if/01