(Arte y Cultura) ARGENTINA: Fábrica de día, arte de noche

La necesidad de preservar fuentes de trabajo llevó a una cooperativa de la capital de Argentina a combinar la producción metalúrgica y de plásticos con el desarrollo de distintas expresiones artísticas.

La experiencia, a diferencia de lo que ocurre en otras capitales del mundo donde se montan escenarios en fábricas abandonadas, se desarrolla desde 1999 en una particular convivencia de trabajadores en acción junto a actores, músicos, pintores y otros artistas preparando sus presentaciones.

El proyecto llamado «La Fábrica», creado por la cooperativa de trabajadores de Industria Metalúrgica y Plástica Argentina (IMPA) para evitar el cierre de la empresa, ha permitido desarrollar hasta ahora 22 talleres de distintas disciplinas y montar más de 70 espectáculos.

Entre las seis de la mañana y las 15 horas en la fábrica, cuyos operarios y gerentes reciben por igual un salario mensual de 500 dólares, se producen artefactos de aluminio, como envoltorios para golosinas y tubos para aerosoles y para dentífricos, o bandejas descartables.

La empresa ahora es eficiente, tiene mercado y su producción compite sin demasiados problemas con los importados, explicó a IPS el gerente general Guillermo Robledo.

Sin embargo, la cooperativa de trabajadores arrastra una deuda millonaria que le impide acceder a créditos para poder negociar plazos de pago con clientes grandes, aclaró.

La idea de dar lugar a actividades artísticas surgió al pensar que «los galpones tan amplios y luminosos que poseemos podrían ser un lugar ideal para ello, y de paso no estaríamos tan solos», narró Robledo.

«Tenemos un edificio de 23.000 metros cuadrados y sólo utilizamos 8.000 para fabricar los productos», explicó.

IMPA fue fundada a principios del siglo XX por empresarios alemanes, pero pasó por muchas vicisitudes, entre las cuales no faltó la estatización, hasta que en los años 60 se transformó en una cooperativa, que llegó a tener 700 empleados asociados.

Una mala administración llevó a la cooperativa hace 15 años a vivir su peor crisis, a partir de la cual quedó con una deuda de dos millones de dólares con el estatal Banco Nación y la cantidad de trabajadores se redujo a 220 trabajadores.

La persistencia de las dificultades hizo que la empresa amenazara con cerrar sus puertas. Sin embargo, tras medio año de detener sus actividades, unos 150 trabajadores que se resistían a quedar sin empleo idearon en 1999 está original forma de salvar sus fuentes laborales.

La propuesta fue volcarse a una actividad que en cierto sentido es opuesta a la de una producción en serie, pero que atrae público ajeno a la producción fabril.

«Para nosotros es como tener un paraguas que nos protege, ya que la actividad artística tiene una dinámica propia y en poco tiempo nos hicimos muy conocidos», reconoció Robledo.

Los artistas que ofrecen talleres de teatro, dibujo, títeres, orfebrería, gimnasia, canto y danza, entre otras disciplinas, o quienes montan un espectáculo del tipo que sea no tienen que pagar por utilizar las instalaciones de la fábrica.

«Tampoco son socios nuestros, sino que simplemente les damos gratis el lugar para que nos acompañen», explicó el gerente, quien recordó que el año pasado se presentaron varias obras de teatro, una de las cuales convocó a más de 3.000 espectadores,

La crítica consideró que ese espectáculo, denominado «3EX», fue la propuesta más interesante de la escena teatral de 2000 en Buenos Aires, lo cual atrajo la atención de buena parte del público acerca del lugar elegido para desarrollar la obra.

«Nosotros no intervenimos en la selección de las obras y sólo queremos que se respete el espíritu de la fábrica, es decir que la gente se siente en gradas o en tambores, que no haya alfombras ni telones, solamente este espacio amplio y, eventualmente, el ruido de fondo de las máquinas», precisó Robledo.

La popularidad que ganó el lugar a partir de la presentación de «3EX» decidió a los trabajadores a publicar una revista mensual par difundir las actividades de la fábrica, llamada IMPActo, y a abrir un microcine, que «por ahora es sólo un televisor grande», aclaró Robledo.

Por su parte, el dramaturgo y director teatral Diego Starosta señaló que en «La Fábrica hay mucho respeto hacia los otros».

Starosta, quien actualmente presenta allí una obra los viernes por la noche, agregó que ese «respeto no es habitual en las salas oficiales ni en los teatros privados».

También los grupos de tango han encontrado en los amplios salones de «La Fábrica» un espacio ideal para sus clases y espectáculos, como lo demuestran las frecuentes presentaciones de orquestas y de obras de teatro donde esta música es parte sustancial.

Sin embargo, mientras el espectáculo continúa, los empleados siguen enfrentando el desafío de mantener abierta la fábrica.

«La empresa está en convocatoria y de a poco se paga a los acreedores, pero como debemos dos millones de dólares al banco, no estamos calificados para acceder a créditos», explicó Robledo.

El edificio, que empresas transnacionales se disputaron en 1999 para levantar un centro comercial o un supermercado, está valuado en siete millones de dólares, mientras que la hipoteca es por sólo un millón.

Pero las leyes que rigen el sistema financiero argentino impide a la cooperativa hipotecar por más de esa cifra.

Esa imposibilidad de acceder a créditos entorpece los planes de crecimiento de la cooperativa, que podría tomar otros 50 empleados y aumentar sus ventas con plazos de pago mayor a 90 días, comentó Robledo.

«Tenemos las mejores máquinas y nuestra capacidad instalada es del doble de lo que estamos produciendo, somos competitivos y tenemos buenos precios, en parte porque la estructura gerencial es mucho más barata aquí que en otras empresas», remarcó el gerente que recibe un salario igual al de un operario.

Sin embargo, el decreto gubernamental de condonación de la deuda solicitado no llega y los créditos siguen siendo esquivos, por eso es que, antes de terminar como centenares de pequeñas y medianas empresas, en IMPA buscaron una salida alternativa.

En lugar de esperar a que la fábrica se transformara en un depósito abandonado listo para ser ocupado para otros fines, los propios trabajadores invitaron a los artistas a ser parte de este proyecto para salvarla, lo cual hasta el momento parece satisfacer con creces a unos y a otros. (FIN/IPS/mv/dm/cr dv/01

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