/Integración y Desarrollo/ CUBA-ARGENTINA: Castro niega ofensa, pero mantiene críticas

El gobierno de Cuba intentó esta semana relajar la tensión que un discurso del presidente Fidel Castro causó en las relaciones con Argentina, pero Buenos Aires mantuvo la suspensión de una misión económica a la isla prevista para la semana próxima.

El diario oficial Granma publicó el martes fragmentos de la intervención de Castro para que «los argentinos no se dejen engañar por la afirmación» de que el discurso «era una ofensa» a ese pueblo.

Según la transcripción oficial, el presidente cubano en ningún momento afirmó de forma categórica que Argentina «lame las botas yanquis», como citaron algunos medios de prensa, sino que lo haría si se pliega a la política estadounidense contra Cuba.

Los comentarios de Castro provocaron la inmediata suspensión del envío de una misión económica argentina, que la semana próxima pretendía negociar los 1.500 millones de dólares que le debe Cuba, mediante tratados comerciales, en especial en el área turística.

La crisis estalló mientras el canciller de Argentina, Adalberto Rodríguez Giavarini, se encontraba en Washington, donde se reunió el lunes pasado con el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell.

Granma, del gobernante Partido Comunista, criticó el martes al mismo tiempo al gobierno de Argentina y dijo que Rodríguez Giavarini habría viajado a Washington para «implorar ayuda al gobierno de Estados Unidos».

La Habana señaló que el canciller llevó como «moneda de cambio», de la asistencia que Argentina espera recibir de Washington, la promesa de votar contra Cuba en la reunión que la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) realizará en abril en Ginebra.

La hipótesis fue lanzada por Castro el viernes 2 al referirse a la crisis económica que afronta Argentina, en el discurso de clausura del Tercer Encuentro Internacional de Economistas sobre globalización y desarrollo, que se realizó en La Habana.

Castro repasó la situación en el país sudamericano, destacando que la deuda externa (pública) alcanza a 148.000 millones de dólares.

El gobierno de Fernando de la Rúa «no se siente nada seguro», porque necesita dinero «a toda velocidad» y sólo tiene hasta ahora las promesas de ayuda de España, del Banco Mundial y de Estados Unidos, indicó.

En esa coyuntura, Castro consideró que el canciller argentino declaró «en muy mal momento» que Buenos Aires votaría contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, como lo hizo el año pasado.

La resolución de condena a la isla, presentada en 2000 por la República Checa y Polonia, fue aprobada por 21 votos a favor, mientras otros 18 países se pronunciaron en contra y 14 se abstuvieron.

Las versiones sobre la intervención de Castro fueron recibidas con sorpresa por el canciller Rodríguez Giavarini, quien las catalogó como «un brote de irracionalidad».

El funcionario argentino dijo a la prensa en Washington que hasta la semana pasada ambos países buscaban una solución negociada a la deuda de Cuba, para lo cual realizaban conversaciones sobre turismo y se preparaba una reunión sobre comercio para el día 16.

Luego de las declaraciones de Castro esa misión fue suspendida y ahora «la cancillería analiza el futuro de las relaciones bilaterales» con Cuba, añadió el canciller argentino.

Las críticas de Castro provocaron también que el gobierno argentino ordenara a su embajador en La Habana, Oscar Torres Avalos, quien se hallaba de visita en su país por razones familiares, que por el momento no regrese a la isla.

Fuentes diplomáticas en Buenos Aires aseguraron, además, que el presidente De la Rúa espera recibir un informe de la cancillería, para decidir la posición que adoptará ante las acusaciones de Castro.

«Eso es lamer las botas yanquis», fue la frase exacta de Castro y, según analistas cubanos, el mandatario se refirió a lo que sucedería si realmente el gobierno argentino decide «vender su voto».

Para Castro, casos como estos «dan ganas de reír o lástima» y demuestran que en los países donde rige la política neoliberal «no es posible ni siquiera para un gobierno mantener la vergüenza y el pundonor».

El intento de aclaración aparecido el martes en Granma sucedió en unas horas a la decisión de Cuba de liberar a dos ciudadanos checos detenidos el 12 de enero tras reunirse con representantes de grupos disidentes.

El parlamentario opositor Ivan Pilip y el ex líder estudiantil Jan Bubenik, acusados ambos de subversión, viajaron a su país el lunes por la noche en compañía de dos representantes de la Unión Parlamentaria.

La organización, que agrupa a 140 parlamentos del mundo y que tiene prevista la celebración de su 105 Conferencia en Cuba del 1 al 7 de abril, actuó como mediadora para resolver el incidente a solicitud del Parlamento checo.

Antes de partir, los checos firmaron un documento en el cual reconocieron haber violado las leyes cubanas, apelaron a la generosidad del gobierno de Castro y pidieron disculpas al pueblo cubano en caso de que se haya sentido ofendido por sus acciones.

Sin embargo, analistas estiman que el gesto cubano sólo atenuará las tensiones entre La Habana y Praga, cuyas relaciones se encuentran muy deterioradas desde la pasada década.

La crisis entre estos dos países cobró fuerza en abril del año pasado, cuando miles de personas desfilaron frente a la embajada checa en La Habana para protestar contra la resolución de condena a Cuba presentada por ese país en Ginebra. (FIN/IPS/da/dm/ip/01

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