/Integración y Desarrollo/ COMERCIO-EEUU: Nuevo representante

El nuevo representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, tendrá como principal desafío el de obtener para su jefe, el presidente George W. Bush, autoridad para negociar acuerdos internacionales por la «vía rápida».

Zoellick se enfrenta a una considerable oposición, en especial de aquellos legisladores que representan a circunscripciones de agricultores, trabajadores y pequeños comerciantes amenazados por las crecientes importaciones y la instalación de empresas nacionales en países con mano de obra más barata.

Sería «de gran ayuda» que el Congreso aumentara antes de abril la autoridad de Bush para negociar acuerdos integrales de comercio e inversión, destacó Zoellick en audiencias del Senado previas a su confirmación, producida el martes.

En abril, los mandatarios de toda América se reunirán en Quebec, Canadá, para negociar la formación de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una ampliación del actual Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), formado en 1994.

«En ausencia de esa autoridad, otros países se han adelantado con acuerdos comerciales, mientras el nuestro ha permanecido a la zaga», lamentó Zoellick.

Los legisladores del opositor Partido Demócrata consideraron improbable un pronto acuerdo sobre la vía rápida. «Creo que faltan meses», declaró Sander Levin, representante del estado de Michigan.

Todos los presidentes de Estados Unidos desde Gerald Ford (1974- 1977) han obtenido la vía rápida, pero el Congreso se negó a renovarla para el presidente Bill Clinton en 1994, 1995 y 1997.

La vía rápida permite al presidente negociar y firmar acuerdos comerciales con otros países sin previa autorización del Congreso, que sólo puede después aprobar o rechazar los tratados tal como están, sin realizarles modificaciones.

Con la aparente intención de evitar una disputa, Zoellick no impuso un plazo a los legisladores, sino que destacó la necesidad de lograr un consenso y reemplazó el término «vía rápida», que tiene una connotación de privilegio, por «autoridad de promoción comercial», aparentemente más inocuo.

La estrategia recuerda a otra similar de los promotores de las «relaciones comerciales normales permanentes» con China, que sustituyeron a la anterior denominación de «estatuto de nación más favorecida» y lograron imponer su iniciativa.

Queda por ver si el nuevo representante comercial podrá imponerse sobre los sindicatos y grupos ambientalistas, endurecidos por su derrota sobre las relaciones comerciales con China.

Esos grupos se oponen a la vía rápida con el argumento de que bloquea la capacidad de los legisladores de garantizar que los acuerdos comerciales contengan normas de protección para los trabajadores y el ambiente.

Por otra parte, los defensores del libre comercio consideran que esas normas son un límite innecesario al flujo de bienes, servicios y capital.

Aunque se llaman acuerdos comerciales, en los últimos años la mayoría de ellos se concentraron en inversiones privadas. Por su parte, los legisladores están divididos casi en mitades, según el partido y su visión sobre cuestiones comerciales.

Zoellick no ha dado detalles sobre cómo piensa lograr el consenso, más allá de su intención de trabajar estrechamente con los legisladores y consultar a las organizaciones sindicales y ambientalistas.

Sin embargo, tiene fama de clásico liberal, y los últimos dos años los pasó criticando al gobierno de Clinton por ceder a la presión de esas organizaciones y carecer de visión estratégica sobre comercio y política económica internacional.

«Mucha gente cree que el apoyo de Clinton al libre comercio fue sólo de palabra», dijo Zoellick el año pasado. «Hubo grandes oportunidades de ampliar el TLC y crear el ALCA, pero no se aprovecharon», agregó.

En cierta medida, la frustración de Zoellick puede ser personal, porque fue el principal negociador del Departamento de Estado sobre el TLC durante el gobierno de George Bush padre (1989- 1993).

Sus declaraciones también reflejan la importancia que el flamante gobierno de George W. Bush otorga a la diplomacia comercial y económica.

El presidente considera el comercio como una manera esencial de proteger la seguridad nacional mediante la construcción de alianzas internacionales, afirmó Condoleeza Rice, la asesora de seguridad nacional.

Así mismo, el general Colin Powell, el nuevo secretario de Estado (canciller), se refirió al comercio mundial y «el sistema económico internacional» como elementos clave del poder de Estados Unidos, junto con la fuerza militar.

El propio Zoellick sostuvo que los beneficios comerciales deben emplearse para recompensar a aquellos países que abran y desregulen sus mercados y para respaldar iniciativas de paz en Medio Oriente.

Bajo el gobierno de Bush padre, Zoellick fue subjefe de personal de la Casa Blanca y subsecretario de Estado para Asuntos Económicos, junto al secretario de Estado James Baker, quien respaldó luego a Bush hijo en la lucha poselectoral en el estado de Florida.

Durante la administración de Ronald Reagan (1981-1989), Zoellick ocupó varios cargos en el Departamento del Tesoro, incluso el de secretario ejecutivo de Baker, quien encabezó el ministerio de Finanzas.

El presidente Bush otorga prioridad al ALCA y al comercio y las iniciativas militares en Asia, pero Europa figura entre los primeros desafíos de Zoellick.

Las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) están afectadas por una serie de disputas, por ejemplo sobre el comercio de banano y carne vacuna tratada con hormonas, y otra más reciente sobre los subsidios gubernamentales a la compañía europea Airbus Industrie.

A la tensión por la competencia y la política antimonopolio se agregó un aumento de las fusiones y adquisiciones de empresas transnacionales.

Funcionarios de la UE bloquearon un contrato por 129.000 millones de dólares entre las gigantescas compañías estadounidenses de telecomunicaciones MCI WorldCom y Sprint, arguyendo que la fusión dañaría el mercado de Internet en Europa.

El euro también ha perjudicado las relaciones transatlánticas. La moneda europea se ha fortalecido frente al dólar, renovando las esperanzas de la UE y varios países en desarrollo de que pueda servir como contrapeso de la influencia de Washington y como escudo frente a una recesión en Estados Unidos.

Además, las empresas europeas se han sentido incentivadas para burlar las sanciones económicas promovidas por Estados Unidos, principalmente contra Iraq.

También ensombrecen el panorama algunos desacuerdos sobre temas militares.

La controversia por el uso de municiones con uranio degradado en los Balcanes por las fuerzas de Estados Unidos parece destinada a estropear las relaciones con los aliados europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Mientras, Washington se opone a los planes europeos de formar una fuerza de reacción rápida ajena a la OTAN, y Bruselas rechaza los planes estadounidenses de crear un sistema nacional de defensa antimisiles.

Para abordar esas cuestiones, Zoellick aprovechará los contactos forjados en el pasado con la UE, muchos de ellos mientras él mismo promovía la reunificación de Alemania.

Zoellick conoce desde hace más de 10 años al comisario de Comercio de la UE, Pascal Lamy, e integró un selecto grupo de asesores de Bush que se reunieron con una delegación europea en Washington el pasado diciembre.

Uno de los objetivos últimos de Estados Unidos en el ámbito comercial es la creación de un área transatlántica de libre comercio, dijo Zoellick. (FIN/IPS/tra-en/aa/da/mlm/if-ip/01

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