EEUU-CHINA: Expertos analizan la difícil relación entre gigantes

Las relaciones de Estados Unidos con China son una de las cuestiones más delicadas en la agenda del nuevo presidente estadounidense, George W. Bush, comentaron especialistas de ambas naciones.

Será necesario mejorar mucho los actuales vínculos para que los dos países no se consideren enemigos sino «amigos con discrepancias», señaló Shixiong Ni, decano de la Escuela de Relaciones Internacionales de la universidad china de Fudan y director de su Centro de Estudios Estadounidenses.

«Es normal dos grandes naciones con discrepancias entre sí tengan grandes problemas», dijo Ni en un seminario sobre relaciones entre Estados Unidos y China patrocinado por la Fundación Sasakawa para la Paz, con sede en Japón, que se realizó en Washington la semana pasada.

«Sin problemas no hay progreso. El progreso surge de la superación de los problemas», aseguró.

Ni opinó que los vículos entre ambos países son «manejables», pese al surgimiento de factores irritantes en los últimos tiempos, y Bush ha declarado que las principales características de su relación con Beijing serán «paciencia, principios y coherencia».

Sin embargo, los expertos que participaron en el seminario coincidieron en que no será fácil superar las actuales diferencias entre Washington y Beijing acerca de seis asuntos de importancia.

Esos asuntos son el plan de Estados Unidos para desplegar un sistema mundial de defensa mediante misiles, las cuestiones de Taiwan y Tibet, problemas comerciales, la represión en junio de 1989 de opositores chinos en la plaza de Tiananmen, en Beijing, y el robo de tecnología misilística estadounidense del cual Washington acusa a China.

Las discrepancias acerca de esa media docena de delicadas cuestiones ha establecido una situación de incomprensión y «desconfianza estratégica» entre Washington y Beijing, afirmó en el seminario Banning Garrett, del estadounidense Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

En la últinma década, el esacaso diálogo entre ambas protencias ha agravado esa desconfianza.

Ni apuntó que el nuevo gobierno estadounidense debe aprovechar su actual oportunidad de mejorar las relaciones con Beijing, y que el primer paso en esa dirección debería ser una llamada telefónica de Bush al presidente de China, Jiang Zemin.

«Bush ya se ha comunicado por teléfono con otros 10 jefes de Estado, y sería conveniente que llamara cuanto antes a Jiang, para establecer una buena relación de trabajo», explicó.

Los chinos están preocupados porque el nuevo secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, definió a China como un competidor y un potencial adversario regional de Estados Unidos, aunque añadió que no es inevitable que se convierta en un enemigo de su país.

«Es una buena noticia que China no sea considerada un enemigo. Pero no es una noticia tan buena que Washington tienda a abandonar referencias anteriores a la meta de establecer una sociedad estratégica con Beijing, y hable ahora de relaciones con un país competidor o adversario», explicó.

El anuncio de que Bush se propone desarrollar el estadounidense sistema de Defensa Nacional con Misiles (NMD, por su sigla en inglés) con mucha mayor amplitud que su antecesor, Bill Clinton, también es «muy preocupante» para Beijing, añadió.

El NMD implica instalar lanzadores de misiles interceptores en diversos lugares del planeta, con la intención declarada de proteger a las fuerzas de Estados Unidos y de sus aliados de eventuales ataques con misiles en escala limitada.

Rusia y China han sido los principales opositores al proyecto, y afirman que su implementación puede desatar una nueva carrera armamentista.

Garrett admitió que el NMD no ayuda a que Beijing confíe en Washington. «Desde el punto de vista de China, el plan de Washington es consolidar un mundo unipolar», con Estados Unidos como potencia dominante, indicó.

El presupuesto militar estadounidense equivale al del resto del mundo, «y ahora se pretende añadir a eso el NMD, para alcanzar la total invulnerabilidad», explicó.

Los altos funcionarios estadounidenses ven al NMD como un modo de lograr que el mundo sea más seguro, pero «es preciso dar garantías a China acerca de las metas y las características» del proyecto, subrayó.

«Si tratamos de entablar conversaciones acerca del asunto y resolver las discrepancias, daremos un gran paso, que convertirá un peligro en una oportunidad. Es posible que los chinos se convenzan de que somos sinceros y de que nuestros misiles no apuntan contra ellos», agregó.

Especialistas estadounidenses participantes en el seminario respondieron a las observaciones de Ni con énfasis en la incomprensión mutua entre ambos países.

Los gobernantes chinos y estadounidenses «han aplicado criterios más pragmáticos que estatégicos. Han tratado de resolver cuestiones coyunturales, pero no hicieron nada para establecer un marco de relaciones que permitiera el diálogo temprano eficaz o la prevención de conflictos», opinó Garret.

«Ambas partes carecen de visión estratégica», y es por eso que las cuestiones irritantes pueden convertirse en grandes problemas, apuntó.

El experto afirmó que la desconfianza hizo que Beijing malinterpretara acciones estadounidenses como el bombardeo de la embajada china en Kosovo durante los ataques contra Yugoslavia de 1999, que se produjo por error según Washington.

La desconfianza hace también que Washington se preocupe por el creciente poder de China, porque piensa que Beijing desea «avasallar a Taiwan y echar a Estados Unidos de Asia», añadió.

Ni criticó la venta de armas estadounidenses a Taiwan, una provincia china renegada según Beijing, y comentó que la unificación del territorio chino es «es a la vez la piedra angular y la cuestión más explosiva» de las relaciones entre Estados Unidos y China.

Esa venta de armas es decidida por Washington en función de su evaluación acerca de la conducta de Beijing, pero «China adoptaría acciones positivas en relación con Taiwan si Estados Unidos actuara con cautela y redujera su venta de armas a Taiwan», aseguró.

Stapleton Roy, ex representante de Washington en China, comentó que la hipótesis de un ataque de Beijing a Taiwan es inverosímil en la actualidad.

La inversión taiwanesa en China es casi 45.000 millones de dólares, hay corresponsales permanentes chinos en Taiwan, se espera que este verano (boreal) comience a producirse intercambio turístico, y hay 500.000 llamadas telefónicas diarias desde Taiwan a China, un tercio del total realizado por los taiwaneses, explicó.

«No es posible una confrontación armada en ese contexto», pero Washington no tiene en cuenta que la realidad ha cambiado en forma significativa cuando analiza la situación, agregó.

Ni dijo que es hora de que China y Estados Unidos compartan metas claras. «¿Por qué no podemos ser amigos con discrepancias, o socios en competencia? El objetivo a largo plazo debe ser una relación saludable y estable de cooperación, que contribuiría a la paz y la estabilidad en el mundo», afirmó.

Es posible avanzar hacia ese objetivo si los gobernantes de ambos países adoptan «orientaciones estratégicas, que no sólo apunten a resolver problemas coyunturales», y aumentan los contactos y el diálogo para buscar acuerdos, añadió. (FIN/IPS/tra- eng/ww/js/mp/ip/01

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