ECONOMIA-YUGOSLAVIA: Milosevic obstaculiza la recuperación

Yugoslavia deberá vivir de donaciones hasta que lleguen las primeras inversiones y créditos externos. Slobodan Milosevic dejó al país en bancarrota tras una década en el poder, pero aun derrocado es el principal obstáculo para el ingreso de fondos.

«Haber derrocado a Milosevic parece haber sido la tarea más fácil. Lo difícil será la recuperación económica del país», dijo Mlandjan Dinkic, el nuevo jefe del Banco Central de Yugoslavia.

«Hay pocas esperanzas de que eso ocurra rápido. Deberemos vivir de donaciones hasta que lleguen las primeras inversiones o créditos extranjeros», dijo Dinkic en una mesa redonda sobre «Revolución, transición y democracia» realizada en Belgrado.

Milosevic fue derrocado el 5 de octubre pasado, luego un mes en que cientos de miles de serbios tomaron las calles y protestaron por su negativa a admitir la victoria de la oposición en elecciones.

Pero materializar los sueños de recuperación económica será difícil. La ayuda exterior depende del propio Milosevic, que aun fuera del gobierno complica la situación del país. Occidente condiciona la futura asistencia a la entrega del ex presidente al tribunal de crímenes de guerra radicado en La Haya.

Milosevic fue acusado por ese tribunal de la Organización de las Naciones Unidas de crímenes de guerra perpetrados contra albaneses en 1999. La Constitución yugoslava prohíbe la extradición de los ciudadanos del país.

«Se encontrará la manera de cooperar con el tribunal. Lo haremos gradualmente. Las leyes nacionales se adecuarán en breve a las internacionales. Tenemos plazo hasta el 31 de marzo para hacer algo en esa dirección o la ayuda quedará bloqueada», dijo el nuevo primer ministro de Yugoslavia, Zoran Djindjic.

«Sería injusto que fuéramos rehenes de Milosevic una vez más», concluyó el primer ministro.

Yugoslavia fue uno de los países más prósperos de los Balcanes antes que Milosevic asumiera el poder, pero cayó en el más bajo nivel económico en los últimos 55 años durante sus 10 años de presidencia.

Organizaciones y fondos internacionales de asistencia han prometido 500 millones de dólares como ayuda de urgencia, la principal de las dos repúblicas que quedan de la antigua Yugoslavia, que comenzó su proceso de descomposición cuando Milosevic llegó al poder.

«El dinero, que llegan con cuentagotas pero con regularidad, se usa para zanjar el déficit presupuestario y reanudar la producción de alimentos y medicamentos urgentes para que la población pueda sobrevivir», señaló Nebojsa Savic, del Instituto de Ciencias Económicas de Belgrado.

Alrededor de 44 por ciento de los 7,5 millones de habitantes de Serbia viven debajo del umbral de pobreza, de acuerdo con los criterios internacionales, al recibir ingresos menores al equivalente de un dólar diario.

Una de cada siete familias depende totalmente de la asistencia social, pues sólo 1,5 millones de personas tienen empleo en Serbia. Esas familias reciben más de 25 dólares por mes procedentes de donaciones extranjeras. Las pensiones son pagados, en parte, con los mismos fondos.

Los empleados reciben un salario promedio de 90 dólares al mes, 10 veces menor al de hace un decenio.

«Quizás no sería mala idea proclamar la bancarrota de nuestra economía. A duras penas se puede hablar de recuperación si la industria está trabajando al 15 ó 20 por ciento de su capacidad», opinó Branco Dragas, asesor económico del primer ministro Djindjic.

Los expertos atribuyen la destrucción económica de Yugoslavia a diversas causas. En vez de ingresar en una fase de transición cuando cayó el Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y se derrumbó el comunismo, Serbia sufrió un proceso regresivo, dijeron.

Las sangrientas guerras de desintegración de la antigua Yugoslavia estallaron a comienzos de los años 90. Serbia fue castigada por varias series de severas sanciones económicas determinadas por la ONU y la Unión Europea, entre ellas un embargo comercial y otro total a las importaciones petroleras.

Sólo la producción doméstica de comestibles y electricidad permaneció activa. Pero en 1999, tras 11 semanas de ataques aéreos por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la infraestructura industrial quedó destruida.

Los bombardeos fueron realizados en represalia contra la política represiva de Milosevic contra la minoría albanesa, mayoritaria en la provincia de Kosovo.

Una década de total aislamiento impidió que Serbia recibiera inversiones o ayuda al desarrollo. El régimen de Milosevic recurrió al contrabando de gasolina, de cigarrillos y de algunas materias primas estratégicas necesarias para el sector de industria que controlaba.

Los esfuerzos bélicos agotaron las últimas reservas financieras a comienzos de los años 90. El régimen tambien apeló a la malversación: 4.000 millones de dólares depositados en los bancos por yugoslavos comunes fueron canalizados hacia cuentas controladas por el gobierno en instituciones del exterior.

Yugoslavia fue excluida de las principales instituciones financieras internacionales, y quedó por lo tanto fuera de los potenciales receptores de inversiones. El último 5 de octubre, el país fue admitido en la mayoría de esas entidades, pero las inversiones siguen siendo apenas una promesa.

Una de las razones de esa reticencia es la incapacidad para afrontar la deuda externa contraída en los años 80. En total, con intereses no pagados, su deuda externa alcanza a 13.000 millones de dólares.

«Lo único que podemos hacer ahora es pedir la reprogramación de la deuda. Nuestra capacidad de amortizar el servicio de la deuda es ahora casi inexistente», declaró el viceprimer ministro Miroljub Labus.

Yugoslavia necesitará, según expertos, al menos 3.000 millones de dólares en asistencia e inversiones extranjeras para poner en marcha su economía a fines de este año. Además, se deberá privatizar sectores potencialmente fuertes y desistir de proyectos faraónicos sostenidos por antiguas empresas estatales.

«Será una sacudida. La gente debe saber que las oportunidades perdidas durante 10 años no se pueden recuperar en pocos meses. Eso incluye el riesgo de malestar social, pero es el único camino», advirtió el economista Ljubomir Madzar. (FIN/IPS/tra-eng/vpz/js/ego/mj/if ip/01

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