Las divergencias entre Estados Unidos y China en torno de la militarización del espacio ultraterrestre bloquearon otra vez el trabajo de la Conferencia de Desarme.
El presidente del cuerpo, Christopher Westdal, de Canadá, consideró que la ausencia de un acuerdo en materia de prevención de la carrera armamentista en el espacio ultraterrestre, identificado por las siglas inglesas PAROS, impidió alcanzar un consenso.
Los trabajos de la Conferencia, paralizados desde hace tres años por la falta de entendimiento, se ocupan de un orden del día que tiene como cuestiones centrales, además de PAROS, el desarme nuclear y la prohibición de producción de material fisible para ojivas nucleares.
El disensio aparece cuando los 66 miembros del cuerpo se enfrascan en la discusión de un programa de trabajo para las sesiones del año, que consiste en encomendar a comités especiales o a coordinadores la conducción de los debates sobre cada asunto.
El Grupo de los 21, integrado por miembros del bloque no alineado, propuso la idea del plan de trabajo anual, con un carácter «equilibrado», para que la Conferencia no se limitara a discutir las cuestiones de interés para las potencias nucleares.
Pero en los últimos años, distintos países han condicionado su aprobación del plan de trabajo a la obtención de beneficios en la discusión de los asuntos de mayor interés para su estrategia en desarme.
De esa manera, países que aspiran a obtener un mayor desarrollo de su capacidad nuclear, como China, India y Pakistán, bloquean el debate del tratado de prohibición del material fisible, que les impediría la producción del plutonio necesario para construir más ojivas.
A la negociación del desarme nuclear dentro de la Conferencia se oponen en general las cinco grandes potencias, Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña, que favorecen negociaciones bilaterales.
Pero la oposición más absoluta a cualquier progreso multilateral en la negociación del desarme nuclear procede de Francia, aseguraron expertos allegados a la Conferencia.
En la cuestión de la desmilitarización del espacio ultraterrestre están de acuerdo casi todos los países, con excepción de Estados Unidos, que estudia la instalación de un sistema de misiles para su defensa nacional.
A Washington no le interesa discutir sobre el espacio ultraterrestre porque en ese campo su tecnología lleva una ventaja de 30 años a las demás potencias, comentaron las fuentes.
Las diferencias en torno del espacio ultraterrestre se reflejaron en la última sesión de la Conferencia, este jueves, cuando China expresó preocupación por los informes de un ejercicio de guerra espacial realizado en enero pasado por Estados Unidos.
El ejercicio simulado utilizó el espacio ultraterrestre como campo de batalla, en un escenario que podría convertirse en realidad en 2017, dijo Hu Hiadoi, jefe de los negociadore chinos sobre desarme.
Estados Unidos sostiene que los tratados vigentes desde 1967 sobre la militarización del espacio son suficientes para proteger la paz y la seguridad en ese ámbito.
Las delegaciones china y estadounidense se cruzan acusaciones sobre el supuesto empleo de tácticas diplomáticas que tienen como efecto el bloqueo de las negociaciones.
Esa clase de vínculos amenaza con imposibilitar las discusiones sobre los tres puntos principales: de material fisible, desarme nuclear y espacio utraterrestre, previno Westdal al concluir su periodo a cargo de la Presidencia.
Desde la semana próxima, la Presidencia recaerá en el representante de Chile, embajador Juan Enrique Vega, y luego corresponderá al propio Hu.
Pero las fuentes cercanas a la Conferencia estimaron que quedará en manos de Vega la última posibilidad de salvar de un nuevo fracaso al periodo de sesiones de este año.
Por su condición de parte activa en el diferendo, al representante chino le resultará muy difícil favorecer las condiciones para alcanzar el clima de consenso que necesita la Conferencia para salir del estancamiento. (FIN/IPS/pc/mj/ip/01
