DERECHOS HUMANOS: Amnistía denuncia el negocio de la tortura

Más de 100 compañías fabrican instrumentos de tortura y sus ventas van en rápido aumento, advirtió la organización humanitaria Amnistía Internacional.

Empresas de 25 países participaron en el periodo 1998-2000 «en la manufactura, distribución, suministro o intermediación de implementos que casi siempre son usados para infligir torturas», señaló Amnistía Internacional en un informe divulgado el lunes.

Hay en Estados Unidos no menos de 74 compañías dedicadas a la venta de picanas eléctricas, cepos, puños de hierro o manillas y otros mecanismos de tormento. Alrededor de 42 firmas produjeron u ofrecieron en venta armas que producen descargas eléctricas de alto voltaje.

Treinta firmas alemanas fabrican o venden esas armas, como tambien 19 taiwanesas, 14 francesas, 13 surcoreanas, 12 chinas, nueve sudafricanas, ocho israelíes, seis mexicanas, cinco polacas, cuatro rusas, tres brasileñas, tres españolas y dos de la República Checa.

Las fábricas cuentan con representantes en Austria, Canadá, Indonesia, Kuwait, Líbano, Lituania, Macedonia, Filipinas, Rumania, Turquía y otros países.

"En los años 70 solo había dos compañías conocidas por vender armas de alto voltaje para aturdir (a la víctima), y ahora existen más de 150 en todo el mundo", señaló Brian Wood, que intervino en la redacción del informe de Amnistía, titulado "Alto al Comercio de la Tortura".

"En ausencia de controles para evitar que esos instrumentos terminen en manos de torturadores, los gobiernos responsables deben prohibir inmediatamente su exportación", agregó Amnistía, que en octubre una campaña contra el comercio de aparatos de tortura.

Los fabricantes aumentan la venta de dispositivos que no dejan marcas permanentes en el cuerpo, pero que pueden causar graves daños a la salud física y mental.

Uno de los implementos más vendidos es una faja eléctrica paralizante, perfeccionada en Estados Unidos. "El desarrollo de ese cinturón es uno de los hechos más perturbadores en el área de la tecnología del electrochoque", comentó Amnistía.

La corriente penetra en el cuerpo a través de electrodos ajustados cerca de los riñones y pasa a todo el organismo. La descarga incapacita de inmnediato a la víctima, y en los ocho segundos siguientes produce agudo dolor.

El prisionero lleva permanentemente puesto el cinturón y vive con el constante temor a las descargas eléctricas.

"La electricidad habla todos los idiomas conocidos por el hombre. No es necesaria la traducción. Todos temen a la electricidad y tienen razón", dijo Dennis Kaufman, titular de Stun Tech, de Estados Unidos, fabricante de esos modernos cilicios, que fue citado por Amnistía en su informe.

Los efectos inmediatos de la faja eléctrica son severos dolores, pérdida del control muscular, náuseas, convulsiones, desvanecimiento y defecación involuntaria, según Amnistía. Los rastros físicos de la tortura, como escoriaciones o cicatrices en la piel, normalmente desaparecen en pocas semanas.

Hay efectos más perdurables, «como rigidez muscular, daños prolongados a dientes y cabellos, tensión postraumática y severa depresión». Ese dispositivo es usado especialmente Asia, Europa y Sudáfrica, dijo Amnistía.

Otro instrumento de alta demanda es el llamado "tasers" que puede disparar dardos electrificados contra víctimas situadas a 15 metros de distancia.

Si bien Estados Unidos es el fabricante más conocido de herramientas de suplicio, Amnistía cree que en Taiwan, Corea del Sur y China es mayor la producción de armas con descargas eléctricas.

Alemania prohibe el empleo de los cinturones invalidantes, pero admite su fabricación y exportación han convertido en una exportación popular. También se producen en Sudáfrica, tanto para la venta al exterior como a la policía nacional.

Así mismo, continúa la venta de viejos artefactos, como los cepos, cadenas y vaporizadores de productos químicos. Firmas británicas fabricantes de gas lacrimógeno y munición irritante tienen permiso para exportar su producción.

Las compañías manufactureras no sólo venden sus productos, sino tambien servicios. En efecto, entrenan en el extranjero a cuerpos de policía en métodos de métodos de tortura, se asegura en el informe.

Amnistía mencionó la Escuela de las Américas, del Departamento de Defensa de Estados Unidos, que en 54 años entrenó a más de 63.000 militares latinoamericanos, muchos de los cuales se han visto implicados en violaciones de derechos humanos en su país de origen.

La Escuela de las Américas fue trasladada el 17 de enero a Fort Benning, Georgia, con el nombre de Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad y con la promesa de la reformulación de sus cursos para el fortalecimiento de la democracia en el continente.

Pero sus críticos aseguran que no se trata más que de una versión retocada de la escuela que formó a represores latinoamericanos y exigen su desaparición.

"A menos que el entrenamiento de seguridad sea estrictamente controlado e independientemente supervisado, siempre existe el peligro que sea usado para facilitar violaciones de derechos humanos", observó Amnistía.

China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, son los principales proveedores de asistencia militar de seguridad, agregó.

"La tortura no se produce en el vacío. Los instrumentos y técnicas usados por funcionarios para infligir deliberadamente sufrimiento físico están ligados a la falta de voluntad política» para suprimirlos. «Si los gobiernos del mundo quieren terminar con la tortura, pueden lograrlo", afirmó la organización humanitaria.

Amnistía solicitó la prohibición de equipos policiales o de seguridad cuyo uso sea cruel, inhumano y degradante. También exige la inmediata suspensión de la venta internacional aparatos de tortura.

Así mismo, pretende que los gobiernos aseguren el cese de la instrucción en métodos de tormento. (FIN/IPS/trad-eng/ss/da/ego- ff/hd/01

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