CONFLICTOS: Grupos armados tienen papel clave en procesos de paz

Los acuerdos de paz, para ser duraderos, deben involucrar a todos los grupos armados del conflicto, concluyeron la Universidad de las Naciones Unidas (Japón) y la Universidad del Ulster (Irlanda del Norte).

Ambas universidades realizaron por iniciativa conjunta un estudio de dos años de duración en cinco países o zonas conflictivas del mundo: Irlanda del Norte, Israel-Palestina, Sri Lanka, Sudáfrica y el País Vasco, España.

Los más recientes procesos de paz exitosos incluyeron de manera activa a las partes beligerantes, sostiene el informe publicado el martes, basado en entrevistas con importantes políticos y planificadores políticos involucrados en cinco recientes procesos de paz.

Según el estudio, titulado «Saliendo de la violencia», el camino hacia la paz en Sudáfrica se inició con la liberación de Nelson Mandela y otros prisioneros del Congreso Nacional Africano (ANC) en 1990.

En Irlanda del Norte hubo siete intentos infructuosos de alcanzar acuerdos negociados entre políticos constitucionales, antes de que la inclusión del Sinn Fein y los partidos lealistas condujera a un tratado de paz, señala el informe.

Así mismo, la renuencia del gobierno español a tratar directamente con los separatistas vascos fue un serio obstáculo para las negociaciones durante la mayor parte de los años 90, observa el estudio.

Y la ausencia de un frente político para los paramilitares de la provincia serbia de Kosovo a principios de 1998, agrega el documento, fue una traba para iniciar conversaciones de paz.

En un intento por poner fin a la guerra separatista de 18 años en Sri Lanka, el gobierno de ese país surasiático acordó negociar con los Tigres de Liberación de Tamil Eelam, que luchan por la autonomía en el noreste de la isla, utilizando a Noruega como «facilitador».

Los autores del estudio, John Darby y Roger Mac Ginty, identificaron seis factores de peso en los cinco procesos de paz: violencia, progreso hacia una solución política, economía, actores externos, opinión pública y símbolos.

La lista no es exhaustiva. Las disputas territoriales, por ejemplo, son centrales en los conflictos de Sri Lanka e Israel- Palestina, pero tienen menos influencia en Irlanda, Sudáfrica y el País Vasco.

Además, los factores tienen distinto peso. De las seis variables, la violencia y el progreso hacia una solución política son los principales determinantes del éxito o el fracaso, ya que están vinculados inextricablemente.

«La violencia ha sido en general la palanca que decidió a los gobiernos a hablar. Se enciende más fácilmente de lo que se apaga», señala el estudio.

El factor más disputado es la influencia de los hechos sobre el terreno en la iniciación y el progreso de los procesos de paz.

Los cinco procesos estudiados fueron impulsados más por líderes políticos de elite que por iniciativa popular, aunque los movimientos de paz del País Vasco influyeron mucho en la movilización de la opinión pública.

La influencia de los factores externos es a menudo inestable. El apoyo de la diáspora a la intransigencia étnica, en especial en Sri Lanka, Israel e Irlanda del Norte, puede transformarse repentinamente en respaldo a las iniciativas de paz, como en los últimos dos casos.

Por otra parte, los factores económicos parecen tener una influencia mínima en el éxito o el fracaso de un proceso de paz, si bien los problemas financieros pueden alentar la oposición a un arreglo, como en el caso de Israel y Palestina.

La fuerza de los símbolos es a menudo subestimada, afirmaron los autores.

En mayo de 1994, cuando Nelson Mandela asumió la presidencia de Sudáfrica, parte de la ceremonia fue un vuelo de aviones de la Fuerza Aérea que dejaban estelas rojas, verdes y negras, los colores de la nueva bandera sudafricana.

Algunos partidarios del ANC asociaban antes los aviones con el bombardeo de sus bases en provincias fronterizas. «Fue el momento en que me sentí sudafricano», declaró uno de ellos.

El ex presidente Mandela se ha caracterizado por sus gestos de unión. Su presencia en el partido final de la Copa Mundial de Rugby, deporte tradicional de los blancos sudafricanos, reflejó una generosidad de espíritu que dio un valioso ejemplo para la nueva democracia, señala el estudio.

Entre 1988 y 1998, se firmaron al menos 38 acuerdos de paz formales. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), un actor importante en la mayoría de las negociaciones de paz durante los años 80, sólo participó en 16 de ellos.

De los 15 acuerdos de paz alcanzados desde comienzos de 1996, todos menos dos se lograron sin la participación de la ONU. El resto fue negociado principalmente por las partes del conflicto, a veces con mediación extranjera.

El estudio advierte que el éxito a largo plazo de cualquier proceso de paz depende de la integración social de las antiguas fuerzas de seguridad y grupos paramilitares, que suelen pasar a las filas de los desempleados.

El rápido retorno de esas fuerzas a la sociedad civil es esencial, porque tienen la capacidad de desestabilizar el proceso de paz.

«Los miembros de los grupos armados involucrados en el conflicto deben obtener trabajo y capacitación», aconsejaron los autores. (FIN/IPS/tra-en/td/cr/mlm/ip/01

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