ALIMENTACION-CHAD: El hambre amenaza a un millón de personas

Más de un millón de personas en las regiones central y oriental de Chad sufren hambre debido a la sequía, mientras el gobierno, que asegura carecer de recursos para afrontar la urgencia, es acusado de comprar armas en demasía.

El Ministerio de Agricultura declaró que los depósitos de emergencia se estaban agotando. Solo quedan 1.350 toneladas de sorgo, pero el país necesita 15.000 toneladas para afrontar la hambruna.

«La situación alimentaria es crítica en la mayor parte del país. Necesitamos ayuda con urgencia», admitió Saleh Annadif, ministro del Interior, dirigiéndose a embajadores occidentales y representantes de organizaciones internacionales.

Por el momento, Francia es el único pais que ha aportado ayuda que permitió adquirir 1.600 toneladas de granos.

«La producción cerealera del período 2000-2001 ha sido mediocre. Se calcula que todo el país cosechó sólo 890.132 toneladas en relación con las 1.229.797 del año pasado. Se trata de una brecha de 28 por ciento», apuntó la organización católica Secadev.

Este grupo de asistencia recomendó al gobierno la compra de 15.000 toneladas de granos, que costarían alrededor de 3,56 millones de dólares, pero el gobierno anunció que solo dispone de 2,14 millones.

La oposición culpa al régimen de Idriss Deby de la hambruna. El dirigente Yorongar Ngarlejy, un líder opositor, responsabilizó directamente al presidente y su gabinete.

«Sabían muy bien que las lluvias de este año no serían suficientes para una buena cosecha, y que muchos residentes en el Sahel correrían riesgo de hambre. El régimen de Deby, por iniciativa propia, usó el superávit petrolero para comprar armas y autos», afirmó el líder opositor Yorongar Ngarlejy.

Yorongar aludió a la adquisición de equipos militares para luchar contra la guerrilla liderada por Youssouf Togoimi. El dinero procedió de inesperados ingresos petroleros del discutido oleoducto Camerún-Chad.

«Es escandaloso gastar 4,3 millones de dólares en armas y despues ir a llorar a la comunidad internacional por el hambre», advirtió el legislador opositor Ngaramadji Gabriel.

El primer ministro Nagoum Yamasoum replicó que «la amenaza contra las instituciones de Youssouf Togoimi es una emergencia nacional». «No se preocupen que no hemos olvidado el problema del hambre», agregó.

Mientras esperan que el gobierno solucione el problema, los hambrientos abandonan las áreas afectadas rumbo al sur, donde la situación no es tan grave.

Los que se quedaron confían en los cultivos fuera de estación, si bien las pasturas para el ganado desaparecieron seis meses antes de la temporada seca.

Los mercaderes de cereales han aprovechado el desastre para aumentar los precios. Un kilo de sorgo que normalmente cuesta 36 centavos de dólar en Mongo, una población en el centro de Chad, ahora vale 50 centavos, un precio prohibitivo para la mayoría de los habitantes de la zona.

Además, el comercio entre áreas donde hay un excedente y aquellas con déficit es muy difícil, dado el pésimo estado de los caminos. En un país cuya superficie supera el millón de kilómetros cuadrados, hay solo 400 kilómetros de rutas pavimentadas.

En Chad oriental, miles de mujeres y niños han sido abandonadas por sus maridos y padres, que se marcharon en busca de pasturas verdes. Los que quedaron allí se ven obligados a rastrear la espesura en busca de hierba silvestre para comer.

Las mujeres más fuertes han puesto todo su esfuerzo en el cultivo de ajos y cebollas. La tierra es libre, pero el cultivo de esos vegetales requiere fuentes de agua para riego, que las mujeres alquilan por 21,4 dólares mensuales. A menudo se requieren dos siembras antes de que crezca algo.

Cada lote de las mujeres produce un máximo de 20 sacos de cebollas y 10 de ajos. Los intermediarios los compran por 42,7 dólares cada uno y los venden al doble en los mercados situados a 300 kilómetros de distancia.

Pero las mujeres campesinas tienen pocas opciones, porque deben combatir la persistente hambruna. Carecen de acceso a medios de transporte para vender sus productos a mejor precio en otro lugar.

«Parece que el hambre va a estar con nosotros por largo tiempo. El gobierno no puede afrontar esta catástrofe ahora que la producción del algodón, el principal producto de exportación, cayó 20 por ciento», apuntó Issa Kana, inspector general del Ministerio de Agricultura.

La última esperanza de las víctimas de la hambruna es el proyecto del Programa Mundial de Alimentos (PAM) acordado hace dos meses con el gobierno, que debe entrar en vigor de inmediato.

Parte del proyecto es un esquema «trabajo por alimentos» que comenzó sus operaciones este año y se prolongará hasta 2005. La idea es que las poblaciones vulnerables reciban combustible a cambio de trabajo en planes de obras públicas, como construcción de represas y canales de riego.

Chad es un país del Sahel sujeto a sequías cíclicas y escasez de víveres. Sus problemas todavía son peores porque su producto interno bruto por persona alcanza apenas a 230 dólares anuales.

Casi 54 por ciento de sus siete millones de habitantes viven bajo el nivel de pobreza. (FIN/IPS/trad-en/fdk/sz/da/ego/mj/dv/01

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