AFRICA: Violación de derechos humanos exige respuesta global

La violación de los derechos humanos en Africa llegó a límites escalofriantes y exige una respuesta global, advirtieron en la capital española los promotores de una comisión humanitaria que comenzó hoy sus actividades.

El congolés Mbuyi Kabunda Badi, profesor de relaciones internacionales, dijo este lunes a IPS que las guerras, los desplazamientos, el uso de niños en los conflictos bélicos, la propagación del sida y la masiva pobreza producen ese escalofrío y demandan respuestas globales y urgentes.

Dieciocho de los 27 conflictos en curso en el mundo tienen de escenario a Africa. Dos de cada tres refugiados y desplazados internos en el mundo son africanos, los que suman veinte millones de personas, explicó Kabunda Badi, autor del libro «Derechos Humanos en Africa, Teorías y Prácticas», editado por la Universidad de Deusto, de la ciudad vasca de Bilbao.

La investigación del profesor indica también que entre 1960 y 2000 murieron ocho millones de africanos como resultado de las guerras civiles o entre Estados, «es decir el equivalente de un holocausto».

Además, el 20 por ciento de la población de ese continente sufre una situación de guerra permanente en la que están implicados unos 120.000 niños soldados, y 70 por ciento de los 45 millones de personas infectadas por el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en el mundo viven en 5frica.

Ese panorama es producto y a la vez causa de la situación económica y social, que la chilena Victoria Benado, ex secretaria general del madrileño Colegio Mayor de Africa, sintetiza señalando que más del 80 por ciento de la población africana vive por debajo del umbral de pobreza absoluta.

«Un resultado del mal gobierno y de las injusticias internacionales institucionalizadas», acota Kabunda Badi, creador junto a los africanistas Benado e Iñaki Valentín de la Comisión pro Derechos Humanos en Africa, encuadrada en la Asociación pro Derechos Humanos de España y puesta en marcha este lunes.

Africa, prosigue el investigador, se enfrenta al etnocidio, o asesinato cultural, y al epistemocidio, o aniquilamiento del saber de los países económicamente rezagados.

La cultura tradicional fue víctima de los colonizadores y de sus herederos africanos, «élites afroocidentalizadas, nuevos colonos negros, que desprecian su propia cultura amenazada de extinción».

Un aspecto fundamental en su reflexión, es el Islam, el islamismo y su relación con los derechos humanos. Según Kabunda Badi, uno de cada tres africanos está bajo influencia islámica y en el resto del mundo existe una «islamofobia, que consiste en identificar esa religión con el oscurantismo, el primitivismo y el terrorismo».

Kabunda Badi diferencia entre el Corán y el Islam, dos productos de una cultura milenaria, del islamismo, al que califica de ideologización y politización de esa religión. Teniendo en cuenta esa diferencia, puntualiza, el Islam es compatible con los derechos humanos, al igual que las demás religiones.

En cuanto a quienes son los principales violadores y responsables de las violaciones de los derechos humanos en Africa, su respuesta es contundente: «los gobiernos, los señores de la guerra, las prácticas políticas y económicas internacionales y la vigente cultura de la impunidad-inmunidad».

Y, en particular, «el Estado africano, que no fue concebido para el desarrollo, ni para la democracia, ni para el respeto o la promoción de los derechos humanos».

En opinión de Kabunda Badi las respuestas pasan por una conciliación de dos pensamientos únicos excluyentes sobre este tema: el de la universalidad y el de la especificidad.

O sea, de quienes creen que la defensa de los derechos humanos no reconoce fronteras y la de los que entienden que cada país debe resolver sus problemas sin injerencia extraña, sea nacional o multinacional.

Para lograr la conciliación entre esas dos posiciones, se debe reconocer «un núcleo duro e intangible» de esos derechos. Ese núcleo debe incluir el derecho a la vida, a la satisfacción de las necesidades básicas, al desarrollo interno y externo y a gozar de los derechos civiles y políticos.

Hoy, en Africa, «el derecho a la vida y la vida del derecho no están a la orden del día», ya que el continente, además de estar «enfermo de sí mismo», también lo está «de la mundialización neoliberal, que pone todo en manos del mercado». (FIN/td/ff/hd/01

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