TRABAJO-INDONESIA: Desempleados se vuelcan a economía informal

Sisyanto trabaja como conductor de un taxi- motocicleta pese a tener un diploma en administración bancaria, pero no se queja. Al menos, dice, tiene un trabajo y no importa si es en el sector informal, sin seguridad social.

Este joven de 25 años se considera en mejor situación que los 19 millones de indonesios sin medio alguno de subsistencia, en este país de 220 millones de habitantes.

Tres años después del estallido de la crisis financiera en el sudeste asiático, Indonesia continúa empantanada y con graves problemas políticos y sociales.

La población desempleada de Indonesia se incrementó inmediatamente después de la crisis de 1997, y la desocupación alcanzó la cifra récord de 45 millones de parados.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas, en los últimos años la situación mejoró y la cantidad de desempleados descendió a 18,4 millones, o sea 30 por ciento respecto de 1997. La errática moneda indonesia, la rupia, también se ha hecho más estable a pesar de los altibajos en el año 2000.

Hay ciertos signos de incremento en la actividad económica, como el 100 por ciento de aumento en la venta de autos entre 1999 y 2000, y el incremento de cerca de tres por ciento en el producto interno bruto el año pasado, comparado con la contracción de 13,2 en 1998.

No obstante, muchos inversores extranjeros siguen alejados. Los negociantes locales continúan demasiado escasos de fondos para levantar sus empresas, y el gobierno busca nuevas reformas financieras.

Mientras, el sector informal, que la Organización Internacional del Trabajo define como trabajo en pequeña escala y de autoempleo no reconocido por las autoridades, ha crecido notablemente. Cerca de 15 millones de indonesios han encontrado así una manera de sobrevivir en tiempos difíciles.

Desde vender cigarrillos y comida al borde de las calles, hasta manejar motocicletas taxis y tallar objetos para turistas, los trabajos ofrecidos por el sector informal requieren mínima capacitación y son pobremente retribuidos.

Los datos oficiales indican que los trabajadores del sector informal están concentrados en ciudades como Yakarta, Bandung, Semarang, Yogyakarta, Surabaya, Medan y Makassar. Muy a menudo, los trabajadores proceden de áreas rurales, donde el desempleo es mayor.

El planificador urbano William Woworuntu afirmó que los migrantes no buscan empleo sino que «crean trabajo para sí mismos».

Rohiman, por ejemplo, es oriundo de la ciudad de Garut, en Java Occidental, 280 kilómetros al sur de Yakarta, la capital. Su mujer e hijos están todavía en su pueblo natal, donde trabajó como peón rural «sin campo de arroz». Ahora vende bananas fritas y mandioca en una terminal de autobús y gana 1,6 dólares por día.

Suhaedi, de 19 años, llegó desde Kuningan, una pequeña población situada 360 kilómetros al este de Yakarta. Pese a su diploma de bachiller, ahora vende cigarrillos cerca de un centro comercial en el este de Jakarta.

Pese a todo, muchos trabajadores del sector informal no creen que están atrapados para toda la vida. Take Sisyanto sigue confiando que la industria bancaria «volverá a la normalidad» y podrá ejercer su profesión.

Suhaedi sueña con tener un pequeño quiosco en una terminal de autobús. Sin embargo, también están aquellos que son pesimistas sobre la posibilidad de mejorar.

La parlamentaria Asrún Harún comentó que «debido a su escasos antecedentes en educación, (los trabajadores informales) encuentran difícil aumentar sus ingresos y desarrollar sus negocios. El dinero apenas les alcanza para sobrevivir».

Efectivamente, alrededor de 40 por ciento de lo que obtiene diariamente el vendedor de bocadillos Rohiman está destinado al alquiler de la vivienda y la compra de comestibles, por lo cual sólo visita a la familia una vez por mes.

Otros citan como gastos adicionales los «impuestos ilícitos». Incluso el sociólogo Soerjono Jatiman, de la Universidad de Indonesia, opinó que el sector informal es una buena fuente de gravámenes ilegales para funcionarios y bandidos de la calle.

El vendedor de «satay» (barbacoa) Sahruddin afirmó que además de pagar una cuota «oficial» de 0,20 dólar a funcionarios locales, también paga el equivalente a 0,54 dólares por día por la «protección» de delincuentes y policías.

Ese precio significa para Sahruddin la seguridad de que no será expulsado del rincón callejero donde trabaja. «A veces la policía local nos obliga a dejar el puesto porque bloqueamos el tránsito», dijo.

Sisyanto, el taxista, también admitió que el gravamen ilegal recolectado por la policía forma parte de sus gastos diarios, lo cual recorta severamente sus ingresos, estimados en 4,3 dólares por día. Su ganancia neta suma apenas dos dólares diarios.

De todos modos, Sisyanto se niega a pensar negativamente como lo hacen otros trabajadores informales, y con una sonrisa aseguró que todavía puede ahorrar «dinero suficiente para comprar una pequeña casa algún día». (FIN/IPS/tra-en/aa/ccb/js/ego-mlm/lb-dv/01

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