La denuncia de que la compañía farmacéutica estadounidense Pfizer realizó en Nigeria pruebas clínicas sin autorización que provocaron la muerte de 11 niños y la deformación de 200 más causó estupor en este país.
La denuncia del hecho, acontecido en 1996, la formuló el diario estadounidense Washington Post. El fármaco en cuestión, «trovan floxacin», fue desarrollado para tratar una forma de meningitis cerebro-espinal (CSM) que azota al norte de Nigeria durante la temporada cálida.
Versiones sin confirmar sostienen que Pfizer no obtuvo la autorización de la Administración de Alimentos y Fármacos, el organismo público que regula los productos farmacéuticos en Estados Unidos, antes de realizar la prueba.
«La acción de Pfizer es detestable», según Peter Ebigbo, de la organización por los derechos de la infancia ChildRights Africa.
«Nuestros gobernantes no deben permitir que los nigerianos sean usados como cobayas para que una compañía haga dinero. Debemos comenzar a recuperar nuestros derechos. Mi organización investigará este asunto», aseguró Ebigbo.
Fuentes médicas en Nigeria creen que la ética profesional fue violada en este caso. Los pacientes y sus familias no fueron informados en profundidad sobre el alcance de las pruebas y sus posibles consecuencias.
En la primera reacción de Pfizer, contenida en una declaración oficial divulgada en Lagos durante el fin de semana, la compañía sostiene que obtuvo la autorización de los organismos debidos antes de realizar la prueba en los pacientes del hospital de Enfermedades Infecciosas de Kano.
La declaración, firmada por el director de la División Farmacéutica y el director Médico de Pfizer, Lere Baale y Segun Dogunro respectivamente, manifestó estupor ante la denuncia periodística.
«Es inimaginable que una compañía como la nuestra esté involucrada en una prueba clínica sin la aprobación de los organismos debidos. De hecho, las agencias y los organismos estatales pertinentes participaron en nuestra cruzada para salvar vidas durante la crisis», declararon.
Los portavoces agregaron que sólo 90 pacientes recibieron trovan durante la prueba, y que 97 más recibieron Cefiriaxone, el fármaco habitual para el tratamiento de la CSM, incluso en Estados Unidos.
Pero Sadiq Wali, director médico del Hospital Aminu Kano, negó que el comité de ética médica de esa institución haya autorizado a Pfizer el uso del fármaco en el hospital de Enfermedades Infecciosas.
Para que una compañía farmacéutica pueda probar un fármaco, antes debe obtener la autorización de un comité de ética en la comunidad, integrado por personal médico de la localidad donde se realizará dicha prueba.
«Pfizer no lo hizo. No estoy seguro si obtuvo el consentimiento de la gente utilizada como cobayas. Ese consentimiento tiene que ver con que a los pacientes se les informe de los efectos buenos y malos que tendrá el fármaco», agregó Wali.
El gobierno del estado de Kano inició una investigación del asunto. El comisionado de la Salud, Mansur Kabir, creó un equipo de tres personas para investigar el tema y dijo que su Ministerio está asombrado por la denuncia.
Kabir advirtió que todo aquél hallado responsable por el comité, cuyas conclusiones se presentarán dentro de una semana, se enfrentará a la justicia, sin importar su posición social.
Pero la obtención de los archivos médicos no será fácil, ya que los correspondientes a 350 pacientes de CSM habrían desaparecido del hospital de Kano. Esos pacientes son los tratados entre abril y junio de 1996, cuando se realizó la prueba.
La creciente presión de la opinión pública parece obligar al gobierno a tomar cartas en el asunto. Un informe del Ministerio de Salud sobre el origen de las 33 millones de dosis a emplearse este año contra la CSM revela una lista con 11 compañías farmacéuticas, de la cual Pfizer está ausente. (FIN/IPS/tra-en/to/mn/aq/he/01