POBLACION-LIBANO: Refugiados palestinos sin derechos

La situación de los más de 250.000 palestinos en Líbano es la peor entre los refugiados del mundo árabe, ya que no se les reconocen derechos civiles y se les prohíbe acceder a muchos empleos, entre otras restricciones.

El problema fue el tema central de las negociaciones de paz para Medio Oriente auspiciadas por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el mes pasado.

Pero Umm Walid, de 32 años y madre de dos hijos, nunca estuvo enterada de otra cosa que de los acontecimientos diarios en el campamento de refugiados de Burj Brajneh, en Beirut.

Ella pudo haber obtenido hace unos años un pasaporte libanés por pertenecer a una familia de una de las siete aldeas consideradas parte de Líbano antes de que los franceses e ingleses establecieran los límites con Palestina en 1923, pero lo rechazó.

«No entiendo por qué los libaneses siguen insistiendo con que no nos quieren aquí, como si nosotros quisieramos quedarnos», dijo entre risas.

Los observadores sostienen que existe una política no oficial para que los palestinos tengan una vida miserable y abandonen el país.

En Jordania la situación es totalmente distinta, donde a más de 60 por ciento de los palestinos se les otorgó la ciudadanía. En Siria los 370.000 palestinos están relativamente integrados a la sociedad y gozan de todos sus derechos.

Es por esto que la crisis de los 250.000 palestinos refugiados en Líbano es una de las prioridades en las negociaciones de paz, en especial luego de que Beirut advirtiera al mundo sobre el peligro que representa esa población para su seguridad interior.

La radicación de los refugiados se rechaza categóricamente en este país, donde incluso se integró a la Constitución en 1990. Esta actitud se basa en las malas relaciones con la Organización para la Liberación Palestina (OLP) y el temor a quebrar el frágil equilibrio político del país.

«Este quizá sea el único tema sobre el cual existe consenso en Líbano. Los palestinos participaron en grande en la guerra, no hace dos generaciones, sino ahora», comentó Farid el Khazen, profesor de ciencia política en la Universidad Americana de Beirut.

«Para cuando la OLP se fue del país en 1983, se habían enfrentado a todo el mundo, primero con el estado libanés, luego con el ejército, los grupos cristianos, los chiítas, todos», agregó.

La mayoría de los libaneses culpan a los palestinos por la guerra civil desatada en 1975 y por provocar la invasión israelí de 1982. En el sur de Líbano, los habitantes cristianos y musulmanes recuerdan el dominio que ejercían los guerrilleros palestinos, y prometen no permitir que eso se repita.

En este país de 3,5 millones de habitantes, todos saben cuántos son los cristianos, los musulmanes chiítas o sunitas, lo cual es un factor fundamental para distribuir el poder político.

Los palestinos son en su enorme mayoría sunitas, y su integración a la población sería inaceptable para cristianos y chiítas.

Pero, aparte de la propaganda estatal, muchos libaneses se resignaron a la idea de que los palestinos permanezcan en el país, siempre y cuando no se les conceda la nacionalidad.

«Si tienen pasaporte palestino una vez que se cree el estado palestino, entonces podrán quedarse y ser como cualquier otro árabe que trabaja y vive aquí», opinó Viken Boujakian, un armenio libanés.

Muchos observadores creen que esta será parte de la solución y que la cantidad de refugiados es de un millón, como máximo.

La idea es que algunos de los refugiados retornen a Israel para reunirse con sus familias y otros a Gaza y Cisjordania.

El resto se divide entre quienes pretenden quedarse en Líbano con un futuro pasaporte palestino y quienes emigrarán a Occidente.

Para Sultan Abu el Ayanan, secretario de la OLP en Líbano, el derecho al retorno no es negociable y no se puede poner límite al número de palestinos que se permita volver.

«Queremos que se aplique la resolución 194 (de la ONU), que le da a los palestinos el derecho a volver a su tierra», dijo en su oficina del campamento de Rashidiyyeh, en el sur de Líbano.

«Pero no obligaremos a nadie a volver a la tierra que abandonaron en 1948. Quizá no quieran vivir bajo el gobierno israelí», agregó.

Los palestinos refugiados no tienen tantas esperanzas. «Si mañana Canadá o Australia abrieran las puertas a todos los palestinos de Líbano, los campamentos estarían vacíos», dijo Abu Omar, residente de Ain el Helweh, el campo más militarizado, ubicado cerca de Sidón, en el sur del país.

La mayoría de los refugiados palestinos de Líbanos son originarios del norte de Galilea, que ahora forma parte de Israel, y no tienen gran interés en que se les permita ir a un estado palestino en Cisjordania y Gaza.

Sin embargo, otros se niegan a renunciar a su identidad palestina. «Esperaré hasta que no haya ninguna posibilidad de volver a Palestina, y entonces pensaré en solicitar visa para algún otro país», dijo Umm Walid.

«Desearía estar en Cisjordania ahora, luchando contra los israelíes. Estaría en las calles todos los días, arrojando piedras. Por lo menos allí mi vida tendría sentido. Aquí sólo soy una refugiada sin país», dijo. (FIN/IPS/tra-en/kg/mn/rp/aq/pr/01

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