El subcomandante Marcos, líder de la guerrilla zapatista de México que se encuentra en un segundo plano desde 1996, busca regresar a la primera fila con una visita a la capital el 6 de marzo, según se informó hoy.
Marcos, cuya identidad dejó de ser un misterio en febrero de 1995 cuando el ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) reveló su nombre, aunque él siga negando la veracidad de la información, se prepara para viajar a la capital junto a otros 24 comandantes guerrilleros.
La prensa recogió en el pasado versiones según las cuales el dirigente guerrillero pasaba temporadas de descaso en la capital e incluso algunos testigos afirmaron haberlo visto. El propio Marcos alentó esas versiones con escritos literarios, pero ahora, por primera vez, se concretará a la vista de todos.
Marcos, el jefe del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que vive en las selvas del sureño estado de Chiapas o Rafael Guillén, el licenciado en filosofía y ex profesor universitario de 43 años, viene a buscar un nuevo espacio para el grupo guerrillero, apuntan los observadores.
El EZLN declaró la guerra al gobierno el 1 de enero de 1994 pero desde el 15 de ese mes no volvió a combatir.
El líder guerrillero pidió a sus seguidores en un comunicado apoyo para concretar su viaje e instaló para el caso un centro de organización e información en la capital.
La visita procura exigir al gobierno y al Congreso el retiro de siete posiciones del ejército en Chiapas, la liberación de zapatistas presos y la aprobación de una ley sobre derechos indígenas, condiciones necesarias para retomar el diálogo de paz, suspendido en 1996, según indicó.
Los observadores se preguntan si Marcos se sacará el pasamontañas, si se reunirá con el presidente Vicente Fox, si los diputados le permitirán entrar al Congreso con el rostro cubierto.
Fox, cuya popularidad se mantiene en ascenso y gana fama de hombre bien intencionado, aseguró que hará todo lo necesario para lograr la paz con el EZLN.
En este sentido, desde el 1 de diciembre, cuando asumió la Presidencia, retiró varios puestos militares en Chiapas, gestionó la liberación de 16 simpatizantes del EZLN presos y presentó al Congreso el proyecto de ley respaldado por la guerrilla.
Pero para Marcos esto no es suficiente. Los militares siguen en Chiapas, pero ahora son menos visibles, aún permanecen presos muchos zapatistas y el proyecto de ley está en el Congreso, pero su aprobación es incierta, apuntó.
Sin embargo, los cambios registrados en México desde que el EZLN se levantó en armas son dramáticos y muchos atienden las demandas de ese grupo, que según analistas, tiene como base de apoyo a unos 10.000 indígenas y menos de 500 hombres en armas.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) dejó el gobierno por primera vez en 71 años tras perder en julio las elecciones más limpias de la historia de México y Fox inició su gestión con llamados y hechos que apuntan a la concertación política, demandada por el EZLN.
Además, las instituciones políticas y jurídicas del país demostraron en varios casos tener independencia, otra de las demandas de los guerrilleros.
Para rematar, el PRI perdió el gobierno de Chiapas, que pasó a manos de la oposición, y los miembros del gobierno encargados de atender el conflicto son todas personas respetadas por el EZLN.
Entre 1995 y 1996, período en el que el gobierno de Zedillo dialogó, persiguió y finalmente cercó militarmente al EZLN, Marcos fue uno de los protagonistas políticos del país.
En ese período, el grupo armado organizó consultas nacionales, conferencias internacionales en la selva y Marcos recibió incluso la visita de personalidades como el cineasta Oliver Stone, el escritor Regis Debray y la activista Danielle Mitterrand.
Las demandas de paz y justicia de Marcos, y su sentido del humor, sumados a su alejamiento del discurso tradicional de las organizaciones guerrilleras latinoamericanas y sus continuas declaraciones sobre su rechazo a las armas, le permitieron ganar adeptos en México y en gran parte del mundo.
Pero en los últimos años, la fama de los guerrilleros y sus dirigentes fue decayendo a medidas que el conflicto se estancaba y los cambios políticos se concretaban con actores que ya no eran Marcos ni sus seguidores.
Hoy, Rafael Guillén, el hombre que ingresó a la selva de Chiapas en 1984 con la idea de formar una guerrilla marxista y que luego de 10 años de preparación declaró una guerra al gobierno que quedó trunca, regresa a escena con el anuncio de su visita a la capital.
Marcos, quien modificó su discurso de 1994 de avanzar hacia la capital para tomar el poder y formar un gobierno socialista por otro en el que priman las demandas por los derechos indígenas y la democracia, señala que lo único seguro en su lucha es el deseo por dejar las armas y los pasamontañas.
Pero eso «no lo haremos a cambios de nada», afirmó y sólo será un hecho cuando la paz se firme con el gobierno, cuando los indígenas tengan voz y derechos en un México democrático. (FIN/IPS/dc/ag/ip/00