ESTADOS UNIDOS: Comienza la lucha de fracciones en torno a Bush

«Al comienzo de cada gobierno hay un proceso de ajuste de competencias», dijo el nuevo secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, en una entrevista publicada en la última edición de la revista estadounidense Business Week, especializada en asuntos económicos.

«Para saber cómo van a funcionar las cosas, hay que esperar a que se adopten decisiones importantes», en especial en relación con cuestiones políticas y económicas internacionales, «y ver quiénes son responsables de ellas», añadió, en relación con el gobierno del nuevo presidente de Estados Unidos, George Bush.

La principal decisión en materia de política exterior del gobierno de Bush desde que asumió el día 20 fue reanudar la aplicación de una antigua práctica de su Partido Republicano: negar asistencia económica a los organizaciones de países en desarrollo que brindan asesoramiento a mujeres acerca del aborto.

Esa decisión no fue adoptada por el secetario de Estado, Colin Powell, cuyas tareas incluyen la administración de la asistencia al exterior, sino por consejeros políticos del presidente, para retribuir en parte a la fracción republicana Derecha Cristiana el fuerte apoyo que brindó a Bush durante su campaña.

La medida no se refiere a un aspecto central de la política exterior, y es casi seguro que Powell se habría opuesto a adoptarla si lo hubieran consultado, pero el caso es un ejemplo del tipo de luchas por territorio que se producen al comienzo de un período de gobierno.

Además, el episodio tiene importancia porque se sabe que Bush no tiene conocimientos profundos ni convicciones firmes en muchas cuestiones internacionales, y dependerá mucho de sus consejeros en la materia.

La mayoría de esos consejeros no sólo son políticos experientes con firmes convicciones propias, sino que además ocuparon altos cargos en anteriores gobiernos republicanos, y se ganaron la reputación de ser celosos defensores de sus posiciones y sus áreas de influencia.

Entre esos políticos con experiencia en gobiernos anteriores están el vicepresidente Dick Cheney, quien fue jefe del gabinete del presidete Gerald Ford () y secretario de Defensa cuando ocupó la presidendcia el padre de Bush ().

También Powell, ex consejero de Seguridad Nacional y ex presidente del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, el secretario de Defensa, Ronald Rumsfeld, quien ocupó el mismo cargo hace 25 años, y O'Neill, quien fue alto funcionario de la oficina de administración y presupuesto de la Casa Blanca.

A su vez, Robert Zoellick, el nuevo representante de Comercio, es un protegido del ex secretario de estado James Baker, y actuó bajo su mando en altos puestos del Departamento de Estado y del Departamento del Tesoro.

Otros funcionarios clave por sus estrechos vínculos con Bush será los menos experientes Condoleezza Rice, consejera de Seguridad Nacional, y Larry Lindsay, director del Consejo Económico Nacional.

A ambos se les encomendó coordinar sus acciones para que haya coherencia entre las decisiones sobre cuestiones internacionales políticas y económicas, pese a que Rice carece de experiencia en el área asignada a Lindsay, y viceversa.

Todos los nombrados son republicanos, pero existen entre ellos importantes diferencias acerca de asuntos internacionales, y es claro que se inicia una lucha interna cuyo desenlace dependerá del apoyo y las alianzas con que que cada uno cuente en la sociedad, en el Poder Ejecutivo y en el Congreso.

En materia de política exterior, los colaboradores más derechistas de Bush, entre ellos Cheney, Rumsfeld y algunos asesores políticos del presidente, son firmes partidarios de intervenciones unilaterales de Estados Unidos, y piensan que la fuerza militar es la clave del poder y la influencia en el mundo.

En el extremo opuesto están, entre otros, O'Neill, Powell y Zoellick, partidarios de intervenciones multilaterales y de soluciones diplomáticas.

En asuntos económicos internacionales, todos son partidarios del libre mercado e impulsan la desregulación del comercio y las inversiones en el mundo, pero con importantes matices.

O'Neill y Zoellick encabezan a quienes respaldan la actual gestión de instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, mientras Lindsay lidera a quienes piensan que esas instituciones y los gobiernos nacionales no deberían interferir en la dinámica de los mercados.

Los bandos empezaron a enfrentarse aun antes de que asmiera Bush. Lindsay y otros ultraliberales en asuntos económicos quisieron evitar que el representante de Comercio tuviera rango de integrante del gabinete, pero prevaleció el interés de grandes firmas que aportaron mucho dinero a la campaña de Bush.

También hubo conflictos en relación con la designación del subsecretario de Defensa. Powell propuso a Richard Armitage, un amigo suyo con vasta experiencia en ese departamento y en tareas diplomáticas, pero Rumsfeld impuso a Paul Wolfowitz, más conservador y ex funcionario del gobierno de Ronald Reagan ().

Esas escaramuzas fueron sólo un anticipo de inminentes debates acerca del Sistema Nacional de Defensa con Misiles (NMD), las relaciones con Taiwán, el pedido al Congreso de aprobación para negociar en forma rápida nuevos acuerdos comerciales, y qué hacer si se produce una crisis financiera internacional.

El principal defensor del NMD será entre Rumsfeld, quien fue adalid del desarrollo de tecnología militar espacial en tiempos de Reagan y considera «historia antigua» al tratado firmado con Moscú en 1972 para porner límites al desarrollo de misiles balísticos.

En el otro extremo, Powell expresó en el pasado su temor de que el avance acelerado del NMD causara problemas diplomáticos con Rusia, China e incluso aliados tradicionales de Washington en la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Bush se comprometió durante su campaña a apoyar en términos generales el NMD, pero los próximos meses deberá adoptar decisiones clave sobre los objetivos del proyecto, sus plazos y los fondos que se le asignarán.

Algunos analistas políticos piensan que O'Neill apoyará a Powell en el reclamo de un desarrollo lento de la iniciativa, por preocupaciones relacionadas con su costo, estimado en 120.000 millones de dólares.

Taiwán desea comprar a Estados Unidos modernos recursos bélicos, y Beijing no quiere que esa transacción se realice.

Se prevé que Cheney, Rumsfeld y Derecha Cristiana apoyarán la venta, que Powell y Rice se opondrán a ella por razones diplomáticas, y O'Neill y Zoellick la rechazarán para defender las crecientes relaciones comerciales de Washington con Beijing.

El pedido de autorización para negociar en forma rápida acuerdos comerciales, y en especial el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), dividirá las opiniones en relación con la inclusión en el ALCA de normas laborales y ambientales, que podrían facilitar la aprobación del pedido en el Congreso.

Es casi seguro que Lindsay se opondrá a la inclusión de esas normas, y parece probable que Zoellick y el pragmático O'Neill pidan a Bush cierta flexibilidad para negociar en la materia.

También se prevén discrepancias en relación con eventuales crisis financieras internacionales, ya que Lindsay se opuso en el pasado a intervenciones de asistencia por parte de Washington o del FMI, apoyadas por Zoellick, a quien se espera que secunde O'Neill si el problema se plantea. (FIN/IPS/tra-eng/jl/da/mp/ip if/01

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