Las medidas de austeridad tomadas por Corea del Sur lograron que el país saliera de la crisis económica desatada en 1997, pero para muchos trabajadores el remedio ha sido peor que la enfermedad.
Cho Sung Shik, de 38 años, pasó Navidad y Año Nuevo en el hospital por fracturas en huesos de la pelvis y de la mano izquierda tras caer desde una estructura de 10 metros de altura en una obra en construcción, cuando acarreaba acero como peón jornalero hace varias semanas.
Antes, Cho trabajaba en la línea de montaje de la automotriz Daewoo en Inchon, 30 kilómetros al oeste de Seúl. Sin embargo, perdió su empleo original luego de que la firma, una de las mayores fabricantes de autos de Corea del Sur, con 500.000 vehículos anuales, debió suspender casi toda la producción.
La suspensión fue ordenada por bancos acreedores debido a los enormes préstamos de la compañía, que la obligó a someterse a la supervisión bancaria en noviembre.
Park Moon Hee, de 34 años, compañero de trabajo de Cho, se encuentra en la misma situación. El y su esposa salen a vender comida desde su camión. Trabajan 10 horas diarias para hacer el equivalente de 33 dólares, un monto insuficiente para mantener a sus hijos de nueve y siete años de edad en el colegio.
"A veces me despierto por la mañana y me pregunto por qué debo estar en el camino en lugar de trabajar en la línea de montaje de vehículos. Hace un año, jamás habría dudado de que Daewoo sería mi lugar de trabajo para toda la vida", se lamentó.
Sin embargo, el sueño de retornar a Daewoo se hace más remoto cada día. Los bancos acreedores ya enviaron una advertencia a la gerencia de la firma advirtiéndole que deberá despedir 6.847 trabajadores este año.
Los dirigentes sindicales exigen saber por qué deben soportar despidos masivos para que la firma ahorre 194 millones de dólares anuales en mano de obra, cuando el gobierno recauda 75.000 millones de dólares para una restructuración que hasta ahora ha hecho poco en favor de la economía.
"¿Por qué nosotros trabajadores debemos caer víctimas de una crisis en la cual no tenemos nada que ver?", inquirió Kim Il Sup, dirigente del sindicato en Daewoo. "Nuestra única falta ha sido trabajar duro para hacer vehículos de la mejor calidad".
Las dificultades de Daewoo parecen confirmar lo que muchos creen en estos días, que el auge posterior a la crisis de 1997 se ha hecho una realidad todavía más difícil.
Muchos sudcoreanos piensan que la economía incluso está peor ahora que durante la crisis, mientras se prolongan las medidas de austeridad y el gobierno pierde la confianza popular, según los resultados de un sondeo de 202 expertos realizado por la estación televisiva KBS.
Los expertos calculan que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) se frenará a 5,8 por ciento este año. Según los pronósticos, otros 200.000 obreros perderán el trabajo en los próximos meses.
Otro problema todavía mas serio es el aumento de la división entre los sudcoreanos, que hasta hace poco estaban unidos para combatir su peor crisis económica en décadas.
Los expertos encuestados indicaron que la división responde a la falta de confianza en el gobierno porque cada día dice una cosa distinta.
En marzo de 2000, por ejemplo, el ex ministro de finanzas afirmó que el gobierno no volvería a reducir el capital de los bancos comerciales. A mediados de diciembre, redujo el capital de seis de esos bancos a cambio de más dinero inyectado de las arcas nacionales.
Como resultado, los pequeños accionistas, que confiaron en las promesas del gobierno y por lo tanto invirtieron en esos bancos para ayudarlos a sobrevivir, perdieron la mayor parte de lo que habían depositado.
El esceptisismo actual está muy lejos de los esfuerzos entusiastas de tres años atrás, como la campaña de recolección de oro para ayudar a la economía en ruinas.
Desde enero a marzo de 1998, más de 23 por ciento de los hogares sudcoreanos, o 3,49 millones de familias, recogieron 225 toneladas de oro por valor de 2.170 millones de dólares. Un total de 1.820 millones de dólares fue exportado para obtener ingresos.
"Me pregunto cuantos sudcoreanos apoyarían hoy esa campaña si se realizara nuevamente", dijo Paek Kwang Doo, profesor de economía de la Universidad Sogang. "La división entre la gente es más preocupante que el problema económico en sí mismo".
El año pasado, un grupo tras otro protestó contra las decisiones oficiales.
Los médicos protestaron cuando se les dijo que no podían seguir vendiendo medicamentos. Los campesinos exigieron que el gobierno redujera los préstamos que los obligó a asumir. Los sindicatos bancarios realizaron una huelga por la fusión de dos grandes bancos comerciales y el temor de perder sus empleos.
Ahora, el futuro incierto obliga a los sudcoreanos a emigrar de este país que otrora recibía trabajadores extranjeros.
Shim, de 41 años, programador de computadoras en una compañía que cerró luego de que cayera el precio de sus acciones, decidió emigrar a Canadá "después de muchas noches insomnes". "No tengo más remedio porque ni siquiera puedo pagar la educación de mis dos hijos pequeños", explicó.
El ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio dio cuenta que 15.000 sudcoreanos emigraron en 2000, en comparación con los 12.655 de 1999. La mayoría era de clase media con edades entre 30 y 40 años.
Muchos prefirieron marcharse porque no estaban seguros de encontrar trabajo dada la creciente cantidad de corporaciones insolventes, el colapso de las firmas de Internet y el cambiante costo de la educación, dijo un funcionario de emigración.
"Estoy desilusionado con la creciente corrupción en el gobierno o las rencillas constantes entre políticos, así que prefiero dejar mi patria", dijo un comerciante de Seúl que emigrará a Nueva Zelanda. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/ego/aq/if lb/01