El presidente de México, Vicente Fox, y el subcomandante Marcos, líder de la guerrilla zapatista, protagonizan un juego de estrategia política y de comunicación en el que de momento han hecho tablas y del que se esperan sorpresas.
Fox y Marcos, de distinto origen, edad y formación, pero con igual habilidad para mantenerse bajo los reflectores de los medios, mueven sus piezas de cara a la posible reanudación del diálogo de paz entre el gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Fox invitó este miércoles al estado meridional de Chiapas a 12 embajadores de América Latina para que atestigüen el retiro de efectivos de un destacamento del ejército, tal como lo demandó el EZLN, y prepara visitas futuras a esa zona para diplomáticos de Europa, Asia, y América del Norte.
Por su parte, Marcos prepara las maletas para viajar a la capital junto a otros 24 comandantes guerrilleros, en un recorrido que iniciará el 25 de febrero en las selvas de Chiapas y que concluirá el 6 de marzo, luego de detenerse en varios estados para sumar seguidores.
El viaje, que atraerá a medios de comunicación de todo el mundo, tiene la intención de presionar al gobierno para que cumpla todas sus demandas.
Los observadores opinan que los movimientos de Fox y del líder guerrillero son eslabones adicionales en sus respectivas campañas locales e internacionales. El primero para demostrar que tiene interés en la pacificación de Chiapas y el segundo para atraer la atención a los pedidos de los pueblos indígenas.
Con habilidad escénica y carisma, Fox y Marcos se juegan la legitimidad y el futuro del proceso de pacificación, suspendido en 1996, apuntó el analista Enrique Semo.
Aunque el mandatario no ha informado si recibirá al líder guerrillero en la capital, Semo considera que eso parece ser un hecho. Agregó que el presidente debe estar contento con este viaje, pues es la oportunidad para estar en escena y demostrar sus intenciones.
Sin embargo, no todo esta dicho, ya que en los próximos días y semanas podría haber nuevas sorpresas en la estrategia de ambos, estimó.
Fox, quien desde la campaña electoral evidenció, según los observadores, poseer carisma para atraer a las masas y destreza para romper con los tradicionales formalismos de la política mexicana, mantiene hoy una popularidad superior a 75 por ciento, según las encuestas.
Marcos también mantiene el interés de gran parte de los mexicanos y de muchos extranjeros, y esto a pesar de que en febrero de 1995 los servicios de inteligencia lo acusaron de sedición.
Esos servicios también aseguran que Marcos, quien cubre su rostro con pasamontañas, es el mexicano Rafael Guillén, de 43 años, ex militante de las desaparecidas Fuerzas de Liberación Nacional y licenciado en filosofía en la universidad estatal Autónoma de México.
Fox, de 56 años y licenciado en administración de empresas en la Universidad Iberoamericana, perteneciente a la orden católica de los jesuitas, y Marcos son hoy los protagonistas del conflicto en Chiapas.
A diferencia de su antecesor Ernesto Zedillo, el último presidente perteneciente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 71 años, Fox atendió sin problemas varias de las demandas del grupo y dejó de lado toda acusación en su contra desde que asumió el gobierno el 1 de diciembre.
En este corto lapso retiró de las selvas de Chiapas tres de los siete destacamentos militares que demanda el EZLN, gestionó la excarcelación de 16 de los 100 simpatizantes de la guerrilla considerados presos de conciencia y suspendió todo control militar en la zona de influencia del grupo insurgente.
Además, Fox presentó al Congreso legislativo, tal como lo pedía la guerrilla, un proyecto sobre derechos indígenas, elaborado por una comisión de diputados en 1995 con base en los llamados acuerdos de San Andrés, proyecto que Zedillo se negó a respaldar.
Para adosar el escenario, asumió en Chiapas un gobernador que no pertenece al PRI y se eliminaron las restricciones que había impuesto Zedillo a los activistas de grupos políticos y humanitarios del extranjero para visitar ese estado, fronterizo con Guatemala.
Pero Marcos sostiene que aún no es suficiente y que es necesario el retiro de más militares pues, según afirma, los soldados sólo se reubicaron en otras zonas de Chiapas. El jefe guerrillero sostiene que aún están en entredicho las reales intenciones de Fox respecto del conflicto.
«Yo no sé qué más se le puede pedir a este gobierno por hacer en Chiapas», ahora es el EZLN el que debe expresar su voluntad para dialogar y resolver el conflicto, declaró el presidente Fox.
Creo que Marcos se está jugando con su visita a la capital una de sus últimas cartas en su estrategia, pues Fox ha demostrado, a la vista de casi todos, que está dispuesto a firmar la paz con el EZLN, consideró el analista Alfonso Zárate.
Marcos inició una ofensiva política a través de los medios de comunicación desde la segunda semana de enero de 1994, cuando el gobierno del presidente Carlos Salinas (1988-94) ordenó detener las acciones militares contra el EZLN, grupo que se levantó en armas el 1 de ese mes.
A pesar de estar cercado por el ejército, el grupo atrajo los reflectores de la mano de Marcos, quien demostró, en su relación epistolar con la sociedad y en sus propuestas políticas, tener mucha habilidad en el manejo de las estrategias de comunicación, coinciden en apuntar los observadores.
El EZLN logró movilizar a su favor a organizaciones humanitarias y políticas de México y de otros países, lo cual se transformó en una barrera de contención contra cualquier idea del gobierno para atacarlos.
Ahora, en un escenario diferente y sin el PRI en la Presidencia, Fox promete que demostrará con hechos más que con palabras que sus intenciones respecto del EZLN son honestas y claras. (FIN/IPS/dc/dm/ip/01