/BOLETIN-DD HH/ DERECHOS HUMANOS: Voluntarios sufren violencia en carne propia

El secuestro en Chechenia de un miembro de Médicos Sin Fronteras (MSF) puso de relieve una vez más los problemas que afrontan las organizaciones de voluntarios para brindar asistencia humanitaria en lugares más peligrosos de todo el mundo.

El médico estadounidense Kenneth Gluck fue secuestrado el 9 de este mes por hombres armados chechenos, mientras su equipo de asistentes era llevado a una zona rural en las afueras de Grozny y abandonado sin escolta militar.

Muchas organizaciones decidieron romper su vínculo con la república separatista de Chechenia por considerarla un lugar demasiado riesgoso. Pero la población, víctima de dos guerras de independencia en una década, sigue necesitando ayuda urgente.

Las organizaciones no gubernamentales que optaron por quedarse allí debieron solicitar autorización del ejército de Rusia para ingresar a la república rebelde. Moscú accedió y les ofreció una escolta para protegerlas de eventuales ataques.

Las autoridades rusas en Chechenia criticaron a Médicos Sin Fronteras (MSF) por haber rechazado la oferta, pero para muchas agencias contar con una escolta militar que los proteja de acciones guerrilleras no es una opción válida.

«Estamos totalmente en contra de cualquier protección, pues acabaría con nuestra imparcialidad», explicó Arnaud Laurent, administrador de recursos humanos de MSF, con sede en París.

MSF es una de las pocas organizaciones que decidieron regresar a Chechenia en febrero de 2000, luego de verse obligadas a huir en la primera guerra de independencia. «No somos temerarios, pero si nosotros no hacemos el trabajo, ¿quién lo va a hacer?», preguntó Laurent.

Este es el dilema de las organizaciones no gubernamentales que en la última década debieron trabajar en medio de guerras de guerrillas donde no existe frente de lucha ni reglas.

La violencia es parte del trabajo, según Pierre Gallien, de la organización Acción Contra el Hambre cuyos enviados a Chechenia se encontraban en el equipo que acompañaba a Gluck cuando fue secuestrado.

En 1999, más de la mitad de los miembros de la organización estuvieron involucrados en alguna situación de violencia como amenazas de muerte, detenciones arbitrarias, allanamiento, violencia física, secuestro y hasta asesinato.

Los atacantes pueden ser tanto bandidos como terroristas, guerrilleros, militares o policías, explicó.

En los últimos meses, un miembro del Servicio Voluntario en el Extranjero fue asesinado en Burundi y un trabajador del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) fue muerto en Guinea. Otros dos voluntarios de esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fueron secuestrados.

Cada organización no gubernamental decide si publicita los incidentes y cómo lo hará, a diferencia de la ONU, que dio cuenta de cada uno de sus 98 trabajadores asesinados desde 1992 y de los 292 asaltos, violaciones y secuestros de vehículos de los que fue víctima en 1999.

«La mayoría de las organizaciones se preocupan por su personal. Pero la seguridad no es su principal preocupación, y no registran información sobre los incidentes», explicó Olivia Lind Haldorssen, que trabaja en un proyecto para la creación en Bruselas de la Red de Protección a la Seguridad Humanitaria.

Haldorssen sostuvo que las organizaciones no gubernamentales deben intercambiar más infomación para ayudarse unas a otras y estar mejor preparadas. «La falta de información es una de las causas de los incidentes», aseguró.

Pero muchos incidentes nunca son informados, en especial aquellos referidos a personal local, que es con frecuencia víctima de ataques, según Haldorssen.

Los conductores de vehículos y los custodias, en general contratados en el país donde operan las organizaciones no gubernamentales, son los que corren más riesgos, según expertos de la Universidad Johns Hopkins que analizaron la muerte de 382 personas involucradas en acciones humanitarias entre 1985 y 1998.

La edad y la experiencia no reducen los riesgos, aunque la mayoría de los incidentes ocurren en los primeros meses de la misión, cuando los nuevos voluntarios comienzan a adaptarse al ambiente.

Muchas veces, deben valerse de teléfonos satelitales, chalecos antibalas y vehículos todo terreno para prevenir incidentes.

Algunas agencias como la Cruz Roja y la Media Luna Roja ofrecen a su personal cursos sobre cómo afrontar los riesgos de la profesión cuando entren en acción.

Otras se valen de entrenamiento en materia de seguridad personal, brindado por empresas entre las cuales muchas son dirigidas por ex militares.

Pero MSF y otras organizaciones no creen que el entrenamiento sea la solución.

«Nosotros apostamos a estar cerca de la población. Creemos que esa es la mejor garantía que podemos tener. Nuestro deber es proveerle a los voluntarios toda la información. El resto depende de ellos», afirmó Laurent. (FIN/IPS/tra-eng/sa/mn/rp/mj/hd dv/01

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