(Arte y Cultura) PINTURA-IRAQ: El arte desafía a la miseria

Iraq es un país cuyos habitantes venden hasta sus últimas posesiones para comprar medicamentos y donde los niños mueren a millares. La pintura refleja esa realidad, pero también florece en las galerías de Bagdad.

Al embargo dispuesto por la Organización de las Naciones Unidas después de la invasión a Kuwait el 3 de agosto de 1990, siguió una catálisis creativa: antes de las sanciones había solo dos galerías en la capital, pero ahora hay 25.

Esa explosión recuerda que Iraq es el centro de Babilonia, una de las civilizaciones más florecientes de la antigüedad cuyos jardines colgantes figuraron entre las siete maravillas del mundo.

«La cuna de la civilización», como se llamó a la Mesopotamia donde hoy se encuentra Iraq, fue el hogar de sumerios, asirios, caldeos y babilonios. Esa rica historia ahora ha sido heredada por los artistas contemporáneos iraquíes, que luchan por mantenerse en actividad.

«Antes de las sanciones, los artistas pintaban por el arte mismo. Producían quizás cuatro o cinco obras por año y, a veces, preferían no venderlas», dijo Ghayath el Jazairi, director de la galería Al Inaa, en la calle Abu Nawwas, inaugurada en 1995.

«Ahora los artistas producen más de 20 pinturas al año porque deben mantener a sus familias. Pero la calidad no ha disminuido a expensas de la cantidad. Por el contrario, les ha dado más experiencia, pues están trabajando con técnicas y estilos diferentes», agregó.

Lo que disminuyó es el material del que disponen los artistas: los precios se han duplicado o triplicado, lo que a veces afecta la calidad. No obstante, Jazairi aseguró que hay gran solidaridad entre los artistas a raíz del embargo.

«Algunos artistas tenían reserva de pinturas. Cuando se produjo el embargo, por ejemplo, canjeaban óleo rojo por telas, porque la pintura no se conserva bien mucho tiempo», explicó.

Hasta 1990, el estado alentaba la actividad artística. Los artistas iraquíes tuvieron un lugar especial en la sociedad. Antes del embargo eran provistos de materiales libres de aranceles y no se les imponían condiciones en su trabajo.

Un diplomático occidental definió al presidente de Iraq, Saddam Hussein, ahora culpado por el estado en que se encuentra su país, como un déspota visionario.

Los artistas enviados a estudiar en Europa por la corona iraquí en los años 30 son considerados como los pioneros. Toda generación tuvo su estilo, y la del embargo es observada con admiración e interés.

«Estoy impresionado, conmovido por su creatividad», comentó Francis Dubois, funcionario del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) residente en Bagdad.

«No tienen papel, lápices ni colores. Sufrenm pero siguen creando y eso es muy bueno. La comodidad es enemiga de la creación. Las dificultades generan el arte, porque la gente desesperada quiere aferrarse a algo. Algunos optan por la religión, pero muchos eligen el arte», afirmó Dubois.

Samira Abdel Wahab, una conocida artista que comenzó su carrera a mediados de los años 80, considera que el embargo mejoró la capacidad de los artistas para desafiar las condiciones adversas y hacer que su obra triunfara sobre la adversidad.

«El sufrimiento me ha dado el poder de crear, la inspiración. La dicha no, porque es demasiado superficial», dijo Abdel Wahab, quien perdió dos hijos a mediados de la década del 90. Su tragedia la convirtió en una verdadera artista, aseguró.

La pintura iraquí se ubica en un punto intermedio entre el arte abstracto y el figurativo. Los colores varían, desde el negro y los marrones muy oscuros a los azules y rojos brillantes.

Pero rara vez se observa una representación de la realidad actual del país. La propaganda gubernamental está ausente de las obras exhibidas en galerías privadas.

«Los artistas tienen su manera de expresar la tristeza. En mis pinturas, el rojo brillante es un símbolo de la intensa hemorragia interna. La sentí en mi corazón cuando murieron mis hijos. Azul es tristeza, el color del embargo», dijo Abdel Wahab.

Incluso pueden verse cuerpos desnudos, pese a que en el Islam proscribe la representación de rostros y cuerpos humanos. La religión restringe la libertad de los artistas, pero Iraq es un estado relativamente laico, sobre todo si se lo compara con países vecinos como Arabia Saudita e Irán.

De todas maneras, las condiciones creativas no son fáciles para los artistas de Iraq, donde 500.000 menores de cinco años perecieron en la última década por desnutrición y enferemedades prevenibles.

No todos los artistas que venden sus pinturas son buenos. Algunos de ellos lo hacen para alimentar a sus familias. Ciertas galerías aceptan a todos, teniendo más en cuenta la posibilidad de obtener ganancias que la calidad artística.

Por paradoja, los iraquíes fueron grandes compradores de arte antes del embargo, pero ahora la mayoría de los compradores de arte iraquí son los pocos extranjeros, árabes y occidentales, que llegan al país.

Muchos artistas iraquíes emigraron. Trabajan en mejores condiciones, pero la calidad de sus pinturas se mantiene intacta.

«Antes nos preocupábamos de cuestiones existenciales, vida, muerte, naturaleza humana. Ahora todos pensamos en comida, ropa y sobrevivir», declaró Mezgen Aziz, un artista de origen kurdo procedente de Iraq septentrional. (FIN/IPS/trad- eng/kg/mn/ego/ag/mj/cr/01

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