En el cascarón sobreviviente del incendiado Teatro Municipal de la capital de Perú, un grupo de compositores, músicos, cantantes y actores presentan un alucinante espectáculo: «Zona de neblina, el sonido de los sueños».
Lo más impresionante es el marco: un teatro incendiado y a medio reconstruir, con las huellas del incendio en los muñones calcinados de las vigas de la platea sin techo, flanqueados por los milagrosamente intactos palcos barrocos que no fueron tocados por las llamas.
El Teatro Municipal de Lima, un hermoso y clásico edificio construido en 1916, se incendió accidentalmente en 1998. Aún no concluyó la reconstrucción, porque los arquitectos y las autoridades municipales discuten cómo compatibilizar sus valores arquitectónicos con la estructura moderna.
El público que no ocupa los palcos debe acomodarse en la platea sin techo, bajo la bóveda del cielo. En ese marco, la espesa niebla escenográfica desdibuja por momentos los contornos del edificio y las siluetas de músicos y actores.
El espectáculo, multimediático y complejo, incluye interpretaciones de «huaynos» andinos, de música negra peruana, así como rock, jazz y sones cubanos, que se fusionan con imágenes de video, sonidos naturales que parecen surgir de todas partes y actuaciones en vivo casi rituales.
El saxo, la trompeta, el contrabajo y la flauta se alternan, o dialogan, con los instrumentos autóctonos peruanos.
Como un llamado lejano llega la voz del «pututo» (instrumento de viento incaico), a veces surge, como un apremiante latido interior, el ritmo de los tambores afroperuanos, o envuelven al espectador los sonidos del viento, de la lluvia o del crepitar de un incendio.
«'Zona de neblina' no está planteada como un concierto sino como una experiencia colectiva de lo que significa escuchar», expresó el percusionista Manongo Mujica, promotor y director del espectáculo.
Mujica fundó en la década del 80 «Perú Jazz», un grupo que intentó amalgamar la música moderna con la música étnica peruana. En la siguiente fase, entre 1995 y 1997, creó el movimiento musical «Tribal», en donde experimentaba los sonidos ancestrales del mundo entero con la música folklórica andina.
Ahora, con «Zona de neblina, el sonido de los sueños», explora el mundo onírico.
«La idea madre surgió en un sueño en el que yo caminaba por una playa al borde de la selva en un día de densa neblina. De entre la bruma surgía otro caminante, una mujer que me habló sin palabras», comentó Mujica.
«El espectáculo se divide en nueve sueños y ocho despertares. La neblina que envuelve a la obra la convierte en una metáfora del Perú, donde todo es inestable y lo mágico puede ser cotidiano», añadió.
El artista expresó que «la música es como el sueño, un viento espontáneo, que viene desde lejos y desde siempre» y no sólo los de la noche, «sino también los sueños que surgen como momentos mágicos en el curso del día».
En el espectáculo, además de la música y los sonidos naturales grabados intervienen imágenes en vídeo y algunos actores.
Cada uno de los nueve sueños es interpretado por el conjunto musical, respaldado a veces por actores mimos, en tanto que los despertares corresponden a las voces de sopranos en diálogo con el contrabajo o la flauta.
Al fondo, sobre el pequeño escenario, un vídeo muestra el mar lamiendo playas de piedra o imágenes de pinturas rupestres, los restos arqueológicos de la ciudad preincaica de Chan Chan, el laberinto de barro más grande del mundo, y escenas de la procesión del «Señor de los Milagros» limeño.
«La neblina ocupa la frontera entre sueño y realidad», aseveró Mujica. (FIN/IPS/al/ag/cr/01