(Arte y Cultura) CINE-COLOMBIA: Recuerdos del presente

La película «La toma de la embajada» revive un episodio de la guerra civil colombiana ocurrido hace 20 años, que hoy se reproduce, sin menos dramatismo, con nuevos actores y en otros escenarios.

El filme, del director Ciro Durán, relata la ocupación de la embajada de República Dominicana en Bogotá el 27 de febrero de 1980 por parte del grupo guerrillero M-19, en la que quedaron como rehenes 14 embajadores que asistían a una recepción.

La retención de los diplomáticos, con la que se exigió la liberación de 311 presos políticos y 50 millones de dólares, dio a Durán elementos para contar una historia cuyo objetivo es «aportar un grano de arena en la construcción de una solución pacífica para el conflicto armado colombiano».

La instalación de una mesa de negociación, similar a la que existe ahora entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor fuerza guerrillera del país, la toma de rehenes y el canje de presos, son hechos que se han repetido durante cuatro decenios de guerra civil.

«La toma de la embajada», estrenada en diciembre, refleja una etapa dura, como la vivida por el M-19, legalizado en 1990, pero lleva un mensaje optimista porque fue resuelta con el diálogo, subrayó Durán.

En la vida real, los rehenes fueron liberados tras 61 días de negociaciones en un avión hacia Cuba contra entrega de dos millones de dólares (cifra no confirmada oficialmente), pero sin la liberación de los presos políticos.

«Lo que me interesaba destacar en la película fue que se dio una solución pacífica, por asuntos humanitarios» como el deterioro de la salud de los rehenes, afirmó Durán en un programa de televisión difundido el día 23.

La cinta de Durán toma fuerza por el carácter que le imprimieron a sus personajes la actriz Fabiana Medina («la Chiqui», una guerrillera) y el actor Humberto Dorado, quien interpreta al embajador de Estados Unidos, Diego Asencio, uno de los rehenes, señalaron algunos críticos.

La veracidad histórica es uno de los puntos del debate abierto por la película.

De los 106 minutos de filme, 104 están «absolutamente basados en la realidad», aseguró el director.

Uno de los conductores de la toma de la embajada, Rosemberg Pabón, alias «Comandante Cero», criticó la película por no tener en cuenta el contexto histórico del momento. Además, aseguró Pabón, su encarnación cinematográfica no reflejaba su manera de pensar.

Durán replicó que la película se basa en los documentos filmados en la época y en el análisis de libros que han escrito al respecto el propio Pabón y el ex embajador Asencio.

Pero el filme de Durán sobre no llenó las expectativas del público, según el crítico Mauricio Reina, de la revista Semana, de Bogotá.

En su opinión, la ocupación de la embajada dominicana tenía todos los ingredientes de acción, suspenso, dramatismo y relevancia histórica para hacer una buena película, pero «de manera inexplicable esos elementos se desperdiciaron».

Los momentos dramáticos de ese episodio no son representados sino contados y «lucen artificiales y carentes de emoción», afirmó Reina.

Algunos espectadores señalaron como méritos de la película la relevancia que da al aspecto humano de los protagonistas y que demuestra la capacidad del cine como medio para narrar las historias del país.

El fotógrafo Carlos García dijo a IPS al salir de una de las salas en que se exhibe la película que las principales fallas son de tipo técnico: las escenas en exteriores tienen deficiencias en el manejo de luces que se reflejan en la tonalidad de la fotografía y hay muchas tomas fuera de foco.

Pese a las criticas, Durán se muestra satisfecho con la asistencia de público y la presentación internacional de la película en noviembre, en el Festival Iberoamericano de Cine de Huelva, España. (FIN/IPS/yf/ag/mj/cr ip/01

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