ARGENTINA: Accidentes de tránsito, una plaga

Los accidentes de tránsito siguieron siendo en 2000 la primera causa de muerte de personas entre 18 y 35 años en Argentina. Pese a las campañas de educación vial y prevención, no hay controles de cumplimiento de las normas ni sanciones severas para quienes las violan.

Esa es una de las conclusiones a la que llegó la Asociación Luchemos por la Vida, nacida hace una década para impartir educación vial, capacitar a docentes y realizar campañas de prevención de accidentes.

Argentina, donde las pérdidas anuales por este flagelo ronda los 10.000 millones de dólares, figura entre los países con mayor cantidad de accidentes de tránsito en relación a cantidad de vehículos y con mayor número de peatones muertos.

Se producen cuatro veces más accidentes que en España y seis más que Estados Unidos, y el problema es más grave si se lo compara con Holanda o Suecia, donde hay policía de tránsito especializada en controlar el cumplimiento de las normas.

Las estadísticas indican que durante 2000 hubo 7.545 muertos en accidentes de tránsito en Argentina y más de 120.000 heridos de diversa gravedad, sobre un parque automotor de 6,5 millones de vehículos en todo el país.

La cantidad de víctimas fatales es casi la misma que en los años previos (7.864 en 1996, 8.123 en 1997, 7.579 en 1998 y 7.665 en 1999). «Estamos en una meseta, pero necesitamos que ahora comience un descenso», dijo a IPS Alicia Copello, directora de Relaciones Públicas de la Asociación Luchemos por la Vida.

Para ello, la asociación realiza campañas de prevención y educación que incluyen publicidad de advertencia, con testimonios de familiares de muertos en accidentes, personas discapacitadas o conductores arrepentidos por manejar alcoholizados y provocar la muerte de algún familiar.

Sin embargo, las campañas no han tenido el efecto esperado. La psicóloga María Cristina Isoba, directora de Investigación y Educación Vial de Luchemos por la Vida, sostuvo que la clave está en la brecha que se abre entre el conocimiento de las normas y su cumplimiento efectivo.

En una presentación realizada en 2000 en Estocolmo durante el Congreso Internacional de la Asociación Internacional para Accidentes y Medicina del Tránsito, Isoba dijo que, en principio, se creía que la gran cantidad de accidentes en Argentina respondía a la ignorancia de las normas de tránsito.

Sin embargo, tras consultar a conductores y peatones en diversas encuestas, concluyó que el conocimiento de las reglas existe, sólo que hay una falta de control y de sanciones que lleva a su incumplimiento.

El 92 por ciento de los conductores sabe que un par de vasos de alguna bebida alcohólica afecta los reflejos y, sin embargo, el 83 por ciento admitió que en varias oportunidades manejó su vehículo tras haber tomado esa cantidad o más.

El 76 por ciento reconoció que el exceso de velocidad predispone a mayores accidentes, pero 45 por ciento admitió también que suele conducir a más de 130 kilómetros por hora en rutas y 65 por ciento de los motociclistas conocen la importancia de usar casco, pero sólo 19 por ciento respondió que lo usa.

Los datos de Isoba coinciden con otros estudios que realizó la Asociación, según los cuáles sólo 27 por ciento de los conductores, y 24 por ciento de sus acompañantes delanteros, utiliza el cinturón de seguridad, que es obligatorio portar en el automóvil tanto para asientos delanteros como traseros.

La expectativa surgida hace menos de dos años de un programa financiado por el Banco Mundial para prevenir el excesivo gasto por el rubro accidentes se desvaneció junto con la disolución de la Subsecretaria de Seguridad Vial de la ciudad de Buenos Aires, por reducción presupuestaria.

Ni siquiera el trágico accidente que llevó a la muerte a un popular cantante a mediados de 2000, sirvió para modificar las estadísticas. El artista, conocido como «Rodrigo», manejaba alcoholizado a alta velocidad, sin cinturón de seguridad y con su hijo pequeño en el asiento delantero.

En el accidente murió el cantante y uno de los acompañantes, que fueron arrojados por el parabrisas debido a la frenada y perecieron al caer sobre el pavimento. Luchemos por la Vida aseguró que hubieran tenido 60 por ciento de posibilidades de sobrevivir si hubieran tenido puesto el cinturón.

Pese al conocimiento de estos datos, todavía son pocos los que adoptaron el hábito de ponerse el cinturón. Lo mismo ocurre con los moticiclistas que no esan casco (casi 50 por ciento) y más aún con los ciclistas (86 por ciento), que representan más de mil de los casi 8.000 muertos por accidentes.

Por eso, las organizaciones que luchan para reducir el alto número de accidentes consideran que se debe hacer blanco en el control y sanción. En este sentido, un estudio de Luchemos por la Vida realizado en 1998 reveló el bajo porcentaje de actas que se labran en comparación con el total de infracciones graves.

En el caso de pasar un semáforo un rojo, se labra sólo un acta de infracción por cada 5.925 violaciones a la norma, sobre más de medio millón de casos en los que no se da la debida prioridad al peatón, se labra un acta, y sobre casi 20.000 casos de faltas de uso de cinturón se labra un acta.

Copello explicó que algunas medidas, como la de colocar máquinas fotográficas para controlar los excesos de velocidad en carreteras y zonas urbanas, podría dar sus frutos este año.

«Sin controles eficaces y sanciones nunca lograremos la seguridad vial ni un tránsito medianamente civilizado», comentó el presidente de Luchemos por la Vida, Alberto Silveira. «La sanción, sin privilegios ni excepciones, es parte necesaria de la educación». (FIN/IPS/mv/ag/he tr/01

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