/AMPLIACION/ R.D.CONGO: Confusa muerte de Kabila enrarece transición

El gobierno de la República Democrática de Congo (RDC) aseguró hoy, en un aparente intento por evitar el caos, que el presidente Laurent-Desiré Kabila continúa con vida, a pesar de las insistentes versiones sobre su asesinato.

Distintas versiones, confirmadas por gobiernos europeos como el británico y el belga y por la prensa internacional, aseguran que Kabila murió en la RDC o a bordo de un vuelo rumbo a Angola o a Zimbabwe, a donde viajaba para curarse las heridas recibidas o para huir de su país.

El ministro de Defensa de Zimbabwe, Moven Mahachi, afirmó este miércoles a Ziana, la agencia nacional de noticias de ese país, que Kabila recibió cinco disparos de uno de sus guardaespaldas. El cuerpo del presidente de la RDC llegó a Harare el mismo martes, según Ziana.

Los disparos que mataron a Kabila fueron atribuidos por otras versiones al recién destituido viceministro de Defensa, coronel Dieudonné Kayembe.

Este miércoles reinaba la calma en Kinshasa. Las barricadas alrededor del Palacio de Mármol fueron removidas y las autoridades ordenaron la reapertura de fronteras, cerradas desde el martes.

Quien asuma el poder en la RDC necesitará un sólido respaldo. Se prevén intensas negociaciones por la constitución de un nuevo gobierno para el tercer país más populoso de Africa, pero persisten dudas de que una figura tenga fuerza suficiente para mantener unido a esta caótica nación.

Lo único seguro es que la miseria que sufre la mayoría de los 52 millones de habitantes del país recrudecerá. Muchos observadores prevén también el agravamiento de la guerra civil, en la que han intervenido Burundi, Ruanda y Uganda en respaldo de los rebeldes y Angola, Namibia y Zimbabwe en apoyo de Kabila.

Se anticipa, así mismo, una compleja lucha por el poder en el ejército, que sufrió graves derrotas en su lucha contra los rebeldes en los últimos meses y el arresto de tres generales la semana pasada. La muerte de Kabila es, en sí misma, evidencia de las profundas divisiones internas en la elite gobernante.

La primera versión sobre la muerte de Kabila procedió de Bélgica, la antigua potencia colonial de la RDC. El mandatario habría recibido los disparos en una discusión con generales del ejército, y no en el marco de un intento de golpe de Estado, aseguró el canciller belga Louis Michel.

El tiroteo escuchado alrededor del Palacio de Mármol, la residencia de Kabila, fue atribuido por las autoridades a choques entre soldados que respaldan al destituido viceministro Kayembe y unidades leales al mandatario.

Kabila fue herido pero continúa con vida y se trasladó al extranjero para recibir tratamiento, aseguró el ministro de Comunicaciones, Dominique Sakombi Inongo, este miércoles en un mensaje por televisión.

El general Joseph Kabila, hijo del presidente y comandante del ejército, se hizo cargo del gobierno de forma interina, según esa versión. Pero otras fuentes aseguraron que Joseph Kabila también había muerto en el tiroteo.

Otras figuras clave para los futuros acontecimientos son el ministro del Interior, Gaeten Kakudji, sobrino de Kabila y considerado otro posible sucesor, y el jefe del Estado Mayor Conjunto Eddy Kapend.

Los incidentes son observados con atención por los países vecinos. Uganda envió miles de soldados a la RDC para respaldar a los rebeldes que tratan de derrocar a Kabila desde agosto de 1998, también respaldados por Ruanda y Burundi.

«La muerte de Kabila no es el fin del conflicto. Por el contrario, complica una situación ya de por sí muy complicada», dijo el negociador de paz en la RDC y ex presidente de Botswana Ketumile Masire.

El presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, suspendió su participación en la Cumbre Francoafricana en Yaounde y se prepara para reunirse con los mandatarios de Angola y Namibia, con los que coincidía en su respaldo militar al régimen de Kabila.

«Esperamos que esta muerte abra caminos más positivos. Confiamos en que el sucesor de Kabila no sea tan intransigente como él», sostuvo James Wapakhabulo, representante del gobierno ugandés.

«Estamos a oscuras. No sabemos quién es el responsable del asesinato ni por qué lo hizo. Parece no haber nadie al frente del gobierno, y eso nos tiene ansiosos. Cuando sepamos quién manda, decidiremos qué hacer», dijo el asesor del gobierno de Ruanda sobre la RDC, Patrick Mazimhaka.

Mientras, Sudáfrica intenta calmar los nervios. «Trabajaremos con los vecinos por la estabilidad. Estaremos en contacto con el presidente de Zambia, Frederick Chiluba, entre otros», dijo el vicecanciller Aziz Pahad.

«La RDC siempre fue un problema porque tiene fronteras con nueve países. Cualquier señal de inestabilidad tiene impacto en los vecinos. La situación es peligrosa», advirtió Pahad.

Mientras, la oposición se prepara para alzar la voz. Kabila prohibió todos los partidos políticos, excepto el suyo, luego de acceder al poder en 1997, cuando puso fin a los 32 años de la dictadura de Mobutu Sese Seko.

El asesinado mandatario había prometido elecciones para abril de 1999, pero no cumplió. La oposición hará ahora todo lo posible para beneficiarse de la conmoción política y las divisiones.

Los combatientes en la guerra civil que ya lleva dos años y medio, tanto aliados como enemigos de Kabila que cuentan con ayuda extranjera, tratarán de sacar ventaja del vacío de poder. Seis países están inmersos en un conflicto en que murieron miles de personas y en que 1,5 millones debieron abandonar sus hogares.

El Frente para la Liberación Congolesa (FLC) constituido por tres grupos rebeldes, horas antes del tiroteo en el Palacio de Mármol, podría debilitar a las fuerzas del gobierno en el este.

Los dominios del FLC reúnen un territorio de unos nueve millones de kilómetros cuadrados. Su presidente, Jean-Pierre Bemba, dijo que su creación marca «el comienzo de una alternativa real» a Kabila.

La dirección del FLC se reunió en Gbadolite para integrar un gabinete. Los tres grupos son respaldados por Uganda, a quien observadores de la RDC consideran el poder detrás de la alianza.

Un acuerdo de paz se firmó en Lusaka, Zambia, en julio de 1999, pero la violación de sus términos por ambas partes es reiterada. Los desacuerdos entre Kabila y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) impidió el despliegue de una misión de observadores del cese del fuego.

La mayoría de los observadores temen que la guerra civil en la RDC sufra una escalada, pero muchos afirman, en cambio, que el asesinato de Kabila contribuirá con los esfuerzos de paz.

«Todo depende de quién sucederá a Kabila, cuya intransigencia era causa de insatisfacción. Su muerte crea oportunidades para un liderazgo más racional y, por consiguiente, para la paz», dijo a IPS Elizabeth Sidiropoulos, directora de estudios del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales.

«Quienes buscan la paz en la RDC podrían estar negociando en breve con un líder menos intransigente que Kabila», agregó Sidiropoulos.

(FIN/IPS/tra-eng/ks/mn/mj/ip/01

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