El presidente electo de Estados Unidos, George W. Bush, cosechará satisfacciones este año en América Latina, pero también contrariedades. Colombia será el país que le reclamará mayor atención por el compromiso asumido por Washington en el combate al narcotráfico.
Si bien se prevé un periodo de buen desempeño económico de Argentina, Brasil, Chile y México y un crecimiento regional en general más alto que el de 2000, son varias los países que afrontan problemas, sobre todo políticos.
En Colombia, donde Estados Unidos realizó una fuerte inversión política y económica en la lucha contra el narcotráfico en 2000, el diálogo de paz con la guerrilla se mantiene estancado y el conflicto armado interno incrementa cada su complejidad.
Mientras, Cuba mantiene su histórico enfrentamiento con Estados Unidos, Haití, Ecuador y Paraguay tienen democracias inestables, Perú se encamina a un proceso electoral anticipado en abril tras la destitución de Alberto Fujimori y Venezuela es gobernada por Hugo Chávez, cuyos gestos irritan a Washington.
Las reuniones que Chávez sostuvo en 2000 con los presidente de Cuba, Fidel Castro, y de Iraq, Saddam Hussein, se sumaron a la resistencia a aceptar que aviones estadounidenses operen en espacio aéreo venezolano como parte de la guerra contra el narcotráfico en Colombia.
Bush, quien asume este sábado, aseguró que América Latina ocupará un lugar privilegiado en su agenda de política exterior, pero la falta de señales más específicas hace suponer a algunos analistas que la prioridad estará concentrada en el área económica más que en la conflictiva política.
Para el primer trimestre quedó claro que los principales desafíos en la región no se concentran en Colombia ni en Cuba.
Bush ya anticipó que su primer objetivo será pedir al Congreso legislativo la potestad de negociar el libre comercio continental por la «vía rápida» antes de la III Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril en Quebec, Canadá. Esa herramienta le fue negada al presidente Bill Clinton en sus dos mandatos.
«Lejos de ser una reunión para declaraciones vacías, Quebec prestará» a Bush «una plataforma única para dar a conocer su pensamiento hacia la región», declaró Arturo Valenzuela, responsable de relaciones con América Latina en el Consejo Nacional de Seguridad del gobierno de Clinton.
Valenzuela, nacido en Chile, recomendó a Bush colocar en el puesto que deja vacante a un político y no a un diplomático de carrera, como manifestó que haría el presidente electo.
Así, se espera del gobierno de Bush un fuerte impulso al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una iniciativa de integración lanzada por su padre, George Bush, que debe entrar en vigencia como máximo en 2005.
Clinton encontró una fuerte resistencia en el Congreso de miembros de su propio partido, el Demócrata, que condicionaban la aprobación de la vía rápida a la incorporación de normas de protección del ambiente y de derechos laborales.
«Bush será mucho más agresivo con la integración hemisférica», aseguró Richard Fischer, el principal negociador para el ALCA del gobierno de Clinton desde la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos para América Latina y mencionado como uno de los demócratas que se incorporaría al nuevo gobierno.
Por eso ahora se aguarda que el asunto se destrabe y surja el conflicto de intereses en América Latina, por el alineamiento con Estados Unidos en la carrera por el ALCA.
En el Mercado Común del Sur (Mercosur), integrado por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, y que tiene como países asociados a Bolivia y Chile, ya hubo un ensayo de conflicto entre sus miembros.
En la última cumbre, celebrada en diciembre en Florianópolis, Brasil, un punto clave fue la oferta de Clinton a Chile de un acuerdo comercial bilateral. La aceptación de Santiago fue muy cuestionada por Brasil, que mantiene una sorda puja con Estados Unidos por el liderazgo en el continente.
Brasil considera que sólo un Mercosur fuerte, que negocie en bloque, estará en condiciones de obtener beneficios en cuestiones clave como la agricultura, un sector al que Estados Unidos sigue subsidiando en perjuicio de los países sudamericanos.
En esta polémica, Argentina y Uruguay se mantienen en un precario equilibrio entre su necesidad de no romper con Brasil, su principal socio comercial, y la de sumarse a la ola de empujar el ALCA para que entre en vigencia antes de 2005. Chile lo quiere, como Bush, en 2003, y Argentina en 2004.
El ALCA será un área de libre comercio con más de 800 millones de habitantes y un producto bruto combinado superior a los 10 billones de dólares.
«La eliminación de barreras comerciales estimulará la inversión y acelerará el crecimiento y los niveles de vida en toda América», afirmó la secretaria de Estado estadounidense (canciller), Madeleine Albright, en un foro celebrado en septiembre en Montevideo.
Daniel Artana, experto en el ALCA de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas, dijo a IPS que algunas de las resistencias a la integración hemisférica se parecen a las que generó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que luego se mostró exitoso.
Artana consideró necesario que Argentina convenza a Brasil de que un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos es razonable para el Mercosur y que, si bien es mejor firmarlo en conjunto, tampoco sería bueno negarse a que existan pactos entre países, como en el caso de Chile.
Sin embargo, algunos creen que se arriesga mucho con el acercamiento mayor a Estados Unidos sin el consentimiento de Brasil. Argentina tiene una balanza comercial deficitaria con Washington, y en cambio favorable con Brasil, su principal cliente externo.
En definitiva, el ALCA puede ser clave en la evolución de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina este año, sobre todo si el gobierno de Bush logra ver las potencialidades de ese vínculo más allá de México, y si hay acuerdo en los países sudamericanos para avanzar en ese sentido. (FIN/IPS/mv/ag-mj/if rg/01
