AMERICA LATINA-EEUU: Chile, Cuba y ALCA, los retos para Bush

La firma de un acuerdo comercial con Chile, las negociaciones del ALCA y las relaciones con Cuba son los principales desafíos en América Latina y el Caribe para el nuevo gobierno estadounidense de George W. Bush, sostuvo hoy el Sistema Económico Latinoamericano (SELA).

Las conversaciones sobre libre comercio entre Chile y Estados Unidos «podrían sentar un precedente para los próximos acuerdos bilaterales» de Washington con otros países de la región, señala el documento «Desafíos comerciales para la administración Bush» divulgado por el SELA en Caracas.

Bush, quien asumió la Presidencia el sábado, aseguró que dará prioridad a las relaciones con América Latina y el Caribe, pero analistas advierten que en su gobierno no hay asesores expertos en la región.

El nuevo mandatario perteneciente al Partido Republicano posiblemente tenga su primer reto internacional en la Cumbre de las Américas, a realizarse del 20 al 22 de abril en la ciudad canadiense de Quebec.

El SELA estima que será importante observar a Bush en el marco de esta reunión, pues estará rodeado de todos los jefes de Estado y de gobierno de América Latina y del Caribe, a excepción de Cuba.

En la primera Cumbre de las Américas, en 1995 en Miami, su antecesor en la Casa Blanca, Bill Clinton, lanzó la iniciativa de crear el ALCA (Area de Libre Comercio para las Américas), que según el cronograma previsto debería entrar en vigor en 2005.

El estudio del SELA indica que las negociaciones en el ALCA y con Chile «dependerán en gran medida del tema de la autoridad para negociar por la vía rápida (fast track)», que le fuera negada a Clinton.

Este mecanismo es otorgado por el Congreso y establece la renuncia voluntaria de los legisladores a modificar un tratado internacional específico que el Poder Ejecutivo ha comenzado a negociar o se dispone a hacerlo. Lo pueden rechazar en bloque, pero no alterar su contenido.

Chile y Estados Unidos anunciaron en 1992 su interés en alcanzar un tratado de libre comercio y en 1995 comenzaron las negociaciones al respecto, pero luego debieron ser suspendidas a raíz de la negativa del Congreso a darle la autoridad a Clinton para utilizar esta vía rápida.

A pesar de ello, el 6 de diciembre, en las últimas semanas de la administración del Partido Demócrata, los dos países acordaron reanudar las negociaciones. Bush deberá ahora decidir sobre este aspecto, según el respaldo parlamentario que obtenga.

El SELA sostiene que si Bush opta por «no proseguir con el enfoque de Clinton de negociar sin la vía rápida, sería lógico esperar que la nueva administración estadounidense vea la Cumbre (de las Américas) de Quebec como un acontecimiento catalizador» para presionar al Congreso por una nueva concesión de vía rápida.

«Una solicitud de Bush y la respuesta que reciba del Congreso (sobre la vía rápida), podría ser decisiva para las negociaciones regionales», puntualiza el estudio del organismo regional con sede en Caracas.

Por otra parte, el trabajo también recuerda que el nuevo presidente de Estados Unidos no goza de una mayoría en el Congreso, que le hubiera permitido gozar de «una luna de miel» en el primer año de gobierno y eso habría repercutido positivamente en sus relaciones comerciales con América Latina y el Caribe.

Respecto de las relaciones con Cuba, el SELA adelantó que hay «fuertes razones para dudar» que la administración de Bush continuará con las limitadas reformas iniciadas por Clinton, para un eventual acercamiento entre ambos países.

Una razón de orden político y familiar, según recuerda el SELA, está en que el hermano menor del presidente, Jeb Bush, buscará con seguridad la reelección en 2002 en el gobierno del estado de Florida, donde se concentra la mayor parte y el ala más radical del exilio cubano.

En ese sentido, no sería lógico un «alivio» del embargo, como el iniciado por Clinton, pues pasos en esa dirección tendrían efectos negativos para las pretensiones del actual gobernador de ese estado.

Según el análisis, «si se continúan aliviando las sanciones a Cuba se podría generar una fuerte oposición de parte de los republicanos conservadores en el Congreso», a lo cual no debería arriesgarse Bush, que «necesitará todo el apoyo que pueda obtener de los miembros de su propio partido en los próximos años».

El SELA recuerda, además, que el Senado estadounidense está dividido equitativamente en 50 escaños para cada partido, Republicano y Demócrata, por lo cual el vicepresidente será el que decida en caso de un empate en la votación.

Mientras, en la Cámara de Representantes, la mayoría republicana cuenta ahora con apenas tres votos más que la cantidad mínima de 218 para adoptar una decisión. (FIN/IPS/ac/dm/if ip/01

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