En la década de 1990 los gobiernos desperdiciaron una oportunidad histórica para revertir la degradación ambiental, señala la organización ecologista Worldwatch Institute en su último informe anual, el «Estado del Mundo».
«Se perderían décadas de progreso si en el clima actual de incertidumbre política y económica los dirigentes fueran a flexibilizar las leyes ambientales o no completar cruciales acuerdos internacionales», advierte Christopher Flavin, presidente del grupo de Washington y coautor del informe.
La elección a la presidencia de Estados Unidos de George W. Bush hace temer a muchos gobiernos por la suerte de los acuerdos internacionales ambientales, como el Protocolo de Kioto (1997), que exige a los países industrializados reducir la emisión de gases invernadero que provoca el recalentamiento planetario.
Las últimas negociaciones para el Protocolo fracasaron cuando Estados Unidos y Europa discreparon sobre los detalles del tratado.
«La cuestión ahora es de liderazgo. ¿Estados Unidos liderará en el mundo el progreso ambiental o serán otros los países que muestren el camino a una economía sustentable en el nuevo milenio?», agregó.
Las últimas pruebas científicas indican que muchos sistemas ecológicos corren peligro, según el informe. Por ejemplo, el grosor de la capa de hielo del Artico se redujo 42 por ciento y 27 por ciento de los arrecifes del mundo se perdieron.
Otra señal de destrucción ecológica es la extinción sin precedentes de ranas y otros anfibios, debido a diversas presiones como la deforestación y la destrucción del ozono, informa el estudio.
«Lo que ocurre con los anfibios refleja lo que ocurre con el planeta en general», explica la investigadora de Worldwatch, Ashley Mattoon.
No hay forma de que estas especies se salven si no se atacan las razones de la degradación de los anfibios, como la destrucción de los hábitats y la contaminación, advirtió.
La destrucción ambiental también perjudica a la gente, según el informe. «La degradación ambiental agrava muchos de los desastres naturales», dijo la coautora Janet Abramovitz.
Sólo en 1998-1999, más de 120.000 personas murieron y millones fueron desplazados por los desastres naturales, en su mayoría personas pobres de países en desarrollo en América Latina y Asia.
La deforestación y el cambio climático aumentaron el impacto mortal de huracanes e inundaciones, como el huracán Mitch que pasó en 1998 por América Central.
Las inundaciones, avalanchas de lodo y destrucción en general provocada por la tormenta le costaron a la región 8.500 millones de dólares, igual al producto interno bruto combinado de Honduras y Nicaragua.
«La opción que tienen ante sí los gobernantes es histórica. ¿Avanzamos hacia… una economía sustentable o nos arriesgamos y permitimos que la expansión demográfica, el incremento de las emisiones de gases invernadero y la pérdida de sistemas naturales destruyan los cimientos de la economía mundial?», pregunta Flavin.
El informe destaca ejemplos de gobiernos que fomentaron la protección ambiental para beneficiar su economía. Islandia fue pionera en 1999 al aprovechar la energía geotérmica e hídrica para producir hidrógeno, que utilizará para mover automóviles y barcos pesqueros.
La meta es que el hidrógeno suministre 70 por ciento de la energía del país. Las autoridades comenzarán con los autobuses, luego con los automóviles y barcos pesqueros para concluir la transición y abandonar el consumo de combustibles fósiles entre 2030 y 2040. Compañías petroleras y automovilísticas participan en la inversión del plan.
El informe de Worldwatch pide una mayor cooperación entre los países del Norte industrializados y los del Sur en desarrollo. En muchas de las negociaciones internacionales, las discrepancias entre los gobiernos retrasaron la adopción de políticas eficaces, agrega.
«Es hora que los países industriales acepten su responsabilidad histórica por el estado actual del planeta y de que los países en desarrollo reconozcan que los problemas ambientales representan un gran riesgo para ellos, pero que también se beneficiarán con las oportunidades económicas desatadas por nuevas vías de desarrollo», comenta el informe.
El cambio climático causado por el consumo de combustibles fósiles es un problema producido en gran parte por los países industrializados, aunque serán los países en desarrollo los que sufrirán sus peores consecuencias.
«Los países densamente poblados del sur y el este de Asia y de Africa occidental, donde millones de personas viven en extensos deltas al nivel del mar o por debajo de él, son los más vulnerables al aumento del nivel del mar», según el informe.
Los gobiernos deben forjar fuertes sociedades y los países deben aportar los fondos necesarios para apoyar la transición a una economía basada en la energía renovable, como el viento, el sol y el hidrógeno, exhorta Worldwatch.
«Muchos países industrializados no cumplieron los compromisos financieros que asumieron en diversos acuerdos internacionales y algunos países en desarrollo no adoptaron cambios políticos y económicos. Eso dejó una desconfianza que se debe superar», agrega.
También hace falta con urgencia el liderazgo ambiental del sector privado, según el instituto.
Para muchas compañías, el lucro no es compatible con la ecología, pero esto no ocurre con todas, agrega. «Combinado con un liderazgo visionario, el fin de lucro se puede canalizar para lanzar a las empresas hacia la vía sustentable», indica el informe.
Muchas compañías aplican una política «sin residuos» que beneficia tanto al ambiente como a las ganancias. Al reciclar los productos descartados generan nuevos ingresos.
La cervecería japonesa Asahi, por ejemplo, vende los sedimentos de su producción como alimento para ganado, las bandas plásticas para reciclar como alfombras, las tapas de botellas para usar en la construcción y el cartón para convertir en papel.
La producción sin residuos crece rápidamente en Japón, ya que el espacio dedicado a la basura es muy caro. El costo de enviar los residuos a los basureros se duplicó con creces entre 1991 y 1997.
«Compañías como Asahi, Sanyo, Canon y Toyota aseguraron que han logrado la producción sin residuos», según Worldwatch. Pero el informe agrega que es poco probable que los empresarios emprendan iniciativas económicas si son muy costosas.
«Las empresas visionarias deberán colaborar con el gobierno para modificar los sistemas impositivos, de subsidios y otros, para que las mejores prácticas ambientalistas también sean lucrativas», señala. (FIN/IPS/tra-en/dk/da/aq/en/01