AMBIENTE-ECUADOR: Gobierno acusado de desastre en Galápagos

Las islas Galápagos, una excepcional reserva natural de Ecuador, están bajo la amenaza de las 300 toneladas de combustible vertidas por un buque petrolero encallado en el lugar, mientras grupos ecologistas acusan al gobierno de negligencia.

Los activistas responsabilizan al gobierno de Gustavo Noboa de no haber actuado inmediatamente después de que el barco «Jessica» encalló, hace siete días, y así evitar el derrame del fuel-oil, que ha formado una mancha contaminante de 1.200 kilómetros cuadrados.

Las organizaciones aseguraron que el gobierno confió en la información proporcionada por la empresa estatal Petroecuador, que aseguró haberse superado la emergencia ecológica, pese a lo cual el buque comenzó a derramar combustible el viernes pasado.

Petroecuador señaló en un comunicado el jueves pasado, dos días después de que el barco encallara, que la «eficaz acción» de la entidad para colaborar con la Dirección de la Marina Mercante, responsable de la seguridad marítima, había permitido una respuesta inmediata ante la emergencia ecológica.

También indicó que inmediatamente después de conocerse la emergencia se había puesto en marcha el llamado Plan de Contingencia, para trasladar el combustible del barco encallado a otro.

Sin embargo, las medidas no lograron solucionar el problema y el combustible comenzó a derramarse y a extenderse en aguas del océano Pacífico próximas a las islas Galápagos, obligando al ministro de Ambiente, Rodolfo Rendón, a trasladarse en forma urgente a la zona.

Rendón, luego de verificar el derrame de combustible, calificó al accidente de «lamentable» y pidió ayuda internacional para intentar solucionar el problema.

Hasta el momento ninguna de las 10.000 tortugas gigantes o galápagos, que dan nombre a las Islas, fueron afectadas por la marea negra que se formó con el combustible.

Sin embrago, no se descarta que si llega a las costa de las islas pueda afectara a la numerosa fauna isleña, en muchos casos única en el mundo.

El Jessica, encallado desde el martes pasado cerca de la isla San Cristóbal, comenzó a perder fueloil el viernes.

Entre las medidas para paliar el desastre se cuenta el despliegue de barreras flotantes y la dispersión de disolventes químicos, con el fin de impedir que el combustible se expanda, pero sin lograr controlar aún el problema.

Una misión estadounidense conformada por 10 científicos y expertos del Instituto de Guardacostas, la Fuerza para Desastres de la Naturaleza, y de la Administración de la Atmósfera y del Océano (NOAA, en sus siglas en inglés), se sumó este lunes a las tareas de limpieza.

El equipo de guardacostas estadounidense trajo consigo material especial de bombeo y contenedores inflables de petróleo, para intentar detener el derrame del buque.

Los expertos señalaron que la prioridad es detener el derrame, para luego adoptar medidas de contención y protección ambiental aunque, según las últimas estimaciones, 80 por ciento del combustible ya se habría vertido al mar.

La mancha de combustible sigue extendiéndose a pesar de las barricadas flotantes que se han colocado alrededor del buque- tanque.

Además, la operación de limpieza se ha complicado por el hecho de que muchos de los solventes químicos que normalmente se utilizan para contrarrestar este tipo de accidentes no están aprobados para su utilización en las ecológicamente frágiles aguas en torno a las islas Galápagos.

Portavoces de la NOAA dijeron a la prensa que se había tardado mucho en reaccionar. En tanto, especialistas del Parque Nacional Galápagos afirmaron que la mancha de combustible se había movido unos 12 kilómetros y viaja a una velocidad promedio de dos kilómetros por hora.

Los sectores pesqueros, turísticos y habitantes de la isla San Cristóbal comenzaron una tarea de rescate de los animales de la zona, como píqueros (pájaros propios de esas islas), pelícanos y lobos marinos, ante una posible catástrofe ecológica.

María Eugenia Proaño, coordinadora de la Fundación Charles Darwin, señaló que ya se han «localizado unos 12 lobos marinos y algunos pelícanos y píqueros de patas azules alcanzados por el combustible».

El director del Parque Nacional Galápagos, Eliécer Cruz, informó que la situación se agrava debido a que está prevista la llegada de un fuerte oleaje, que podría complicar mucho más las maniobras de evacuación del combustible que aún queda en el barco.

El ministro Rendón indicó que las corrientes de agua están llevando el fuel-oil derramado hacia el sur, donde se encuentra una de las colonias de lobos marinos más grandes del archipiélago.

«Hay una fisura en el barco, aunque no se sabe de qué magnitud, por la que se filtra el combustible», dijo Rendón.

También advirtió que la biodiversidad de la región está seriamente amenazada.

El accidente llama a la reflexión porque no es el primero de este tipo que se produce en las islas. Hace un año encalló el buque de carga San Luis, situación que se repitió en septiembre y en diciembre con dos embarcaciones turísticas.

El director de la fundación Charles Darwin, Fernando Espinoza, expresó que esta catástrofe es una advertencia para revisar los códigos marítimos de acercamiento a las islas.

«Está confirmado que el accidente del Jessica fue un error humano. Lo que ocurre es que los capitanes de los barcos no conocen bien la entrada a los puertos y se quedan en los bancos de arena», explicó.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) advirtió que el accidente «podría tener un profundo y duradero impacto», y pidió que se declarasen «aguas sensibles» a las del archipiélago, para así limitar la navegación.

«EL WWF está extremadamente preocupado por la amenaza sobre la vida salvaje de las Galápagos y considera crucial que el gobierno de Ecuador y la comunidad marítima estudien la declaración de las aguas alrededor de las islas como un área particularmente sensible», señaló la organización ambientalista en un comunicado. (FIN/IPS/kl/dm/en/01

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