TRABAJO-AMERICA LATINA: Crecimiento sin empleo, nuevo paradigma

El crecimiento sin empleo se instala como una suerte de nuevo paradigma en la economía de América Latina, a la luz de la persistencia de altas tasas de desocupación pese al repunte de la actividad productiva.

La creación de puestos de trabajo creció a una tasa anual de sólo 2,2 por ciento entre 1990 y 1997, señaló Jürgen Weller, oficial de Asuntos Económicos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), en un estudio sobre las tendencias del empleo en la región.

Esta tasa es muy inferior al crecimiento de 3,8 por ciento anual que tuvo el empleo en los años 70, antes de la crisis de la deuda externa de 1982, que forzó reformas económicas estructurales de corte neoliberal.

«Las expectativas de una intensa generación de empleo y mayor equidad en el mercado laboral que suscitaron las reformas económicas de los años 80 y 90 no rindieron los frutos esperados y hoy prevalece la desilusión», apuntó el experto de la agencia regional de la Organización de Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile.

La creación de puestos de trabajo en América Latina se contrajo aún más con la depresión provocada por la crisis financiera internacional que comenzó en 1997 en el sudeste de Asia y cuyas repercusiones en la región se tradujeron en el estancamiento del producto interno bruto (PIB) en 1999.

Para este año, Cepal prevé una recuperación del PIB, que crecería entre tres y cuatro por ciento. No obstante, el desempleo se mantendrá en 8,9 por ciento, de acuerdo con el informe emitido esta semana en Lima por la representación regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En 2001, el PIB latinoamericano crecerá 4,2 por ciento y la desocupación puede disminuir entonces a 8,1 por ciento, según las previsiones de la OIT.

La región debería crecer a una tasa anual de seis por ciento para contrarrestar la pobreza, el desempleo y otros problemas sociales, según creen la Cepal y otras agencias internacionales.

Weller señala que el «crecimiento sin empleo» es el resultado del insuficiente aumento de la actividad económica y del uso menos intensivo de mano de obra, originado a su vez en la transformación operada en los sectores productivos por las reformas neoliberales.

Las actividades productoras de bienes transables (sometidas a competencia del exterior) registran una débil creación de empleo, mientras que 90 por ciento de los nuevos puestos surgieron en las últimas décadas en el sector de servicios, la mayoría en subsectores de baja productividad.

El experto de Cepal indica que se desencadenó «un proceso de heterogeneización del mercado de trabajo», con generación simultánea de empleo en los polos opuestos de la estructura laboral.

Este proceso implica mayor distancia entre la economía formal e informal, diferenciación de las condiciones laborales de las empresas medianas y grandes, así como diferenciación interna en las microempresas y en el trabajo por cuenta propia.

«La modernización productiva de las empresas y la reestructuración sectorial a favor de las actividades de servicio contribuyeron a profundizar la segmentación del mercado de trabajo sobre la base del nivel educativo», agregó Weller.

La demanda laboral privilegió a quienes habían cursado la enseñanza media y superior y los trabajadores con escasa educación formal vieron disminuir su acceso al empleo asalariado. También se ampliaron las distancias en la remuneración de personal calificado y no calificado.

«Todas estas tendencias son opuestas a las expectativas (laborales) ligadas a las reformas», señaló el autor del informe, tras advertir que, en general, se deterioraron los indicadores de calidad del empleo, con la única excepción de que se redujo la brecha salarial entre hombres y mujeres.

Weller considera que en los próximos años surgirán nuevos puestos de trabajo en el sector agropecuario primario, con la diversificación de cultivos, aunque es probable que continúe en estas actividades el saldo negativo en la generación de empleo.

En la agricultura y la ganadería de América Latina persistirán los factores de expulsión de mano de obra, sobre todo de trabajadores jóvenes, lo cual es atribuible a la reorientación de esas actividades, de acuerdo con las tendencias mundiales.

Según Weller, «existen esperanzas de que mejorará el empleo manufacturero (secundario)», luego de la etapa de reestructuración en que muchas empresas cerraron y otras se concentraron en medidas defensivas y de menor demanda de mano de obra, aumentando así su productividad y competitividad.

«De solucionarse los problemas macroeconómicos, la producción sectorial de las empresas grandes, medianas y pequeñas podría alcanzar tasas razonables de crecimiento, con un impacto favorable en el empleo», puntualizó.

Pero aún así, la generación de empleo en el sector manufacturero será moderada y su participación en el mercado laboral seguirá bajando, como consecuencia de la competencia en el ámbito de la globalización y la tendencia a adoptar tecnologías que ahorran mano de obra.

En este panorama, Weller concluyó que, en el futuro, la gran mayoría de los puestos de trabajo en América Latina surgirán en el sector servicios. Hacia fines de los 90, las actividades terciarias (servicios) absorbían más de 50 por ciento del empleo en 12 de 14 países con información a nivel nacional. (FIN/IPS/ggr/ff/lb if/00

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