/Perspectivas 2001/ CACHEMIRA: Presión mundial por diálogo de paz

Este año fue difícil para la paz entre India y Pakistán, pero audaces iniciativas en los últimos meses crearon esperanzas de diálogo sobre la cuestión de Cachemira, una región fronteriza que ambos países han disputado durante medio siglo.

Los analistas políticos advierten que no se debe esperar demasiado, pero creen que será difícil para Islamabad y Nueva Delhi dejar pasar la oportunidad de iniciar conversaciones de paz, por las cuales presiona la comunidad internacional, temerosa de que ambos países lleguen a emplear sus armas nucleares.

Las perspectivas de diálogo se ven favorecidas por la profunda fatiga que ha causado el prolongado conflicto en todas las partes involucradas: los dos gobiernos, grupos insurgentes y la infortunada población del valle de Cachemira, que una vez fue famoso por su paz y su hermoso paisaje.

Se piensa que esa fue por eso que el mayor grupo insurgente de Cachemira, Hizbul Mujahideen, decidió un sorpresivo cese del fuego unilateral en julio, y el primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, dispuso el 19 de noviembre una tregua por el mes sagrado musulmán de Ramadán.

India decidió el 20 de diciembre extender esa tregua por un mes más.

El impacto de esos hechos impuso a Islamabad la necesidad de realizar también gestos pacificadores, que comenzaron con el anuncio de que sus tropas actuarían con «extrema moderación» a lo largo de la Línea de Control (LC), que divide el territorio fronterizo en disputa, durante la tregua del Ramadán.

Luego Pakistán respondió a la extensión de esa tregua con el retiro de parte de las tropas desplegadas a lo largo de la LC.

«Una paz relativa ha predominado en toda la extensión de la Línea de Control» desde el comienzo de la tregua del Ramadán, informó Vajpayee al parlamento indio, antes de anunciar la extensión de esa tregua.

En 1947, cuando terminó la dominación colonial británica en la región, la creación de India y Pakistán se basó en la separación de comunidades de religión hindú y musulmana, respectivamente. Pero Cachemira, con mayoría musulmana, pasó a formar parte de India porque su gobernante era hindú.

Desde entonces, India y Pakistán han librado dos guerras declaradas y mantenido un estado de constante beligerancia por la región, dos tercios de la cual son controlados en la actualidad por Islamabad.

Por lo menos 30.000 personas han muerto en el valle a causa del conflicto desde que un movimiento separatista pasó a la lucha armada hace 10 años. Nueva Delhi ha sostenido que los insurgentes son entrenados y armados en campamentos ubicados en territorio de Pakistán.

En julio, India respondió al cese del fuego unilateral decidido por Hizbul Mujahideen con el inicio de sus primeras conversaciones de paz con los separatistas, pero el diálogo fracasó cuando los insurgentes demandaron la participación de representantes de Islamabad en las negociaciones.

J.N. Dixit, ex ministro de Relaciones Exteriores de India, admitió que no será posible lograr una solución definitiva de la cuestión de Cachemira sin la participación de Pakistán, pero afirmó que la negociación com Islamabad debe ser «una etapa posterior» a las conversaciones con los insurgentes-

Hizbul Mujahideen tiene su cuartel general en Pakistán pero es muy respetado por la población de Cachemira, y actúa en forma coordinada con la Comisión Multipartidaria Hurriyet (APHC), una coalición de 23 organizaciones separatistas de Cachemira.

Nueva Delhi se niega al diálogo con grupos separatistas que no integran la APHC, porque alega que la mayor parte de ellos son dirigidos por mercenarios extranjeros, provenientes en especial de Afganistán, de Pakistán y de países árabes.

En el período transcurrido entre la tregua de julio y la del Ramadán, se desarrollaron contactos entre representantes de India y Pakistán, con la mediación de destacados hombres de negocios de Asia meridional residentes en Estados Unidos, ex diplomáticos, altos oficiales militares retirados y grupos de mujeres.

Por lo tanto, hay bases firmes para la expectativa de que se reanuden las conversaciones formales de paz que fueron interrumpidas el año pasado cuando estalló un conflicto en la región fronteriza cachemira de Kargil.

El posterior golpe de Estado en Pakistán creó nuevos obstáculos para la paz, ya que la toma del poder por parte de los militares fue desencadenada por su percepción de que el anterior gobierno había hecho demasiadas concesiones a India para poner fin al conflicto de Kargil, en negociaciones con mediación de Washington.

India ganó terreno diplomático cuando el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, dio señales de desaprobación a la política de los gobernantes militares de Pakistán, durante una gira regional que incluyó visitas a Nueva Delhi e Islamabad a comienzos de este año.

Hasta ahora, Pakistán ha señalado que prefiere conversaciones de paz tripartitas, con participación de ambos gobiernos y de representantes del pueblo de Cachemira, mientras India sólo ha aceptado realizar diálogos paralelos con Islamabad y con los separatistas.

Sin embargo, en los últimos tiempos Islamabad ha señalado que podría aceptar un proceso de «consultas con tres vías».

Nueva Delhi ya mantiene contactos con dirigentes de la Hurriyet, y esa coalición decidió enviar a mediados de emero una delegación a Islamabad, para realizar consultas sobre un eventual proceso de paz con los grupos separatistas que tienen bases en Pakistán y con los gobernantes de ese país.

Dirigentes de la Hurriyet reunidos el 21 de diciembre declararon que la extension de la tregua del Ramadán decidida por India había sido una decisión «audaz y elogiable», pero en Pakistán hay quienes piensan que esa tregua fue una «maniobra táctica» de Nueva Delhi para dividir a los separatistas.

«El principal objetivo de India es dejar a Islamabad al margen del diálogo», opinó Khalid Mehmood, del Instituto de Estudios Regionales paquistaní.

La opinión predominante en India es que Nueva Delhi confía en que los separatistas islámicos extremistas perderán influencia sobre Islamabad, a causa de la presión estadounidense por la paz en Cachemira.

El más importante de los grupos extremistas es Lashkar-e-Toiba (Soldados de Dios), cuyos dirigentes criticaron al gobierno de Pakistán por su política de «moderación» durante la tregua del Ramadán.

«No habría cuestión de Cachemira si Islamabad hubiera emprendido la guerra santa en vez de optar por el diálogo», declaró el principal dirigente de ese grupo, Hafeez Muhammed Saeed, quien acusó al gobierno de Pakistán de ceder a presiones de Washington.

Clinton y otros gobernantes de potencias occidentales han enfatizado la importancia de que se respete la LC.

En la actualidad, el gobierno paquistaní no está en condiciones de resistir la presión internacional, porque enfrenta importantes dificultades económicas, apuntó G. Parthasarathy, ex alto comisionado de India en Pakistán.

Islamabad acaba de recibir 200 millones de dólares que son parte de un préstamo de 538 millones aprobado por el Fondo Monetario Internacional, e intenta renegociar su deuda externa.

Says former Indian foreign secretary Dixit: «La motivación común de todas las partes es responder a la presión internacional para que se reanude el diálogo y se reduzca la violencia, que causa temor de que se desencadene un conflicto nuclear», señaló Parthasarathy. (FIN/IPS/tra-eng/rdr/ni/mu/mp/ip/00

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