El Mercosur se mantiene a la ofensiva en el mercado internacional agrícola y gana fuerza entre los cuatro países miembros, reunidos en esta ciudad del sur de Brasil, la propuesta de una política común para el sector.
Es indispensable y urgente un «plan de administración de las cosechas» en el que participen Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, los países integrantes del Mercosur (Mercado Comín del Sur), sostuvo el diputado brasileño Julio Redecker, presidente de la Comisión Parlamentaria Conjunta.
La Comisión Parlamentaria presentará sus propuestas este viernes en la XIX Reunión del Consejo del Mercado Común, en que participan los presidentes y los ministros de Economía y de Relaciones Exteriores.
Es necesario acordar metas y reglas en materia de producción, almacenamiento, distribución y comercialización de los frutos de la agricultura. La coordinación aumentará la productividad y la capacidad de penetración en el mercado mundial, afirmó Redecker.
Esa necesidad se siente ahora especialmente respecto del arroz, agregó. Los productores del sur de Brasil intentan impedir la importación de arroz desde Argentina y Uruguay, debido a la caída de precios causada por los excedentes regionales.
La agricultura ofrece también los argumentos más fuertes al Mercosur en las negociaciones internacionales, como el combate contra los subsidios y el proteccionismo del Norte industrial, que impone sus condiciones en el comercio mundial e impide de ese modo reducir la pobreza en los países en desarrollo de producción agrícola competitiva.
Esa distorsión resta legitimidad a la exigencia de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea de mejores condiciones laborales y protección del ambiente como requisito para acuerdos comerciales con los países pobres, advirtió Redecker.
Las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) no avanzan en la medida deseada porque Estados Unidos no se muestra dispuesto a abrir su mercado agrícola y a eliminar barreras contra productos agroindustriales del Mercosur, según diplomáticos brasileños.
En las reuniones realizadas hasta ahora para conformar el ALCA, Washington «ha bloqueado la negociación agrícola», arguyendo que no se puede avanzar más que la Organización Mundial de Comercio (OMC) en esa cuestión, dijo el responsable de Integración de la cancillería brasileña, José Alfredo da Graça Lima.
Pero el mismo argumento no se aplica a la propiedad intelectual, servicios e inversiones, los capítulos que más interesan a Estados Unidos, puntualizó Graça Lima.
Washington manipula los hechos cuando afirma que Brasil impide el progreso de las conversaciones del ALCA, aseguran los negociadores brasileños. Ochenta por ciento de las propuestas aprobadas en las negociaciones del ALCA fueron presentadas por el Mercosur, observó José Botafogo Gonçalves, embajador especial ante el bloque.
Así mismo, el Congreso de Estados Unidos se niega a conceder al gobierno la facultad de vía rápida para negociar acuerdos comerciales. Washington sólo firmó en los últimos ocho años dos tratados de comercio, con China y con Jordanía, destacó Graça Lima, como réplica a la versión de que Brasil es el mayor obstáculo para la integración hemisférica.
Pero, de hecho, Brasil no puede aceptar la aceleración del ALCA, como quieren Estados Unidos y algunos países latinoamericanos entre los que se cuentan Argentina y Uruguay, dos de sus tres socios en el Mercosur, y también Chile.
En efecto, el ALCA puede golpear duramente a la industria brasileña, reconocen líderes empresariales y algunas autoridades gubernamentales.
Sin una reforma tributaria y otras medidas para reducir costos de producción, la apertura del mercado brasileño a América del Norte «haría desaparecer» el sector industrial, admitió el presidente de la Federación de las Industrias de Sao Paulo, Horacio Piva.
Los empresarios mencionan como obstáculos las elevadas tasas de interés, los altos costos de los puertos y un sistema tributario que encarece sus actividades y cuya reforma se discute en el parlamento hace varios años, sin perspectivas de progreso.
Sin la reforma tributaria, Brasil no podrá unirse al ALCA, afirmó también el secretario ejecutivo de la Comisión interministerial de Comercio Exterior, Roberto Giannetti da Fonseca, un conocido exportador.
Sin embargo, Graça Lima cree que esos problemas no impiden un acuerdo, pues las negociaciones del ALCA se prolongarán hasta 2005, a menos que prosperen las propuestas de reducir el plazo, y habrá luego un período de 10 a 15 años para la desgravación gradual, lo que permitirá a Brasil adaptarse a las nuevas condiciones.
Para obtener acceso más libre y justo a los grandes mercados agrícolas del Norte, «hay que negociar y negociar», dijo el diplomático.
Brasil no necesita ofrecer su industria como moneda de cambio, sino el gran mercado potencial que posee, que permite la expansión no solo de su producción interna como de las importaciones.
Dadas sus dimensiones geográficas y gran población, Brasil no depende de las exportaciones para su crecimiento, al menos no como ocurre en el caso de Canadá, Chile, Singapur o México, por ejemplo.
Pero necesita importar determinados bienes, y eso le exige también exportar, para evitar el desequilibrio de sus cuentas externas, y sobre esa base orienta sus negociaciones, explicó Graça Lima. (FIN/IPS/mo/ff/if ip/00