Argentina obtuvo un crédito de casi 40.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos, y procuró presentarlo como un apoyo para iniciar una etapa de crecimiento, más que como un salvataje financiero.
El presidente Fernando de la Rúa, que asumió hace un año, destacó que el «significativo apoyo» de la comunidad internacional, expresada en este crédito, elimina incertidumbres y permite pasar de un periodo de ajuste fiscal a una etapa de crecimiento sostenido de la economía y el empleo.
En el anuncio realizado el lunes en la residencia presidencial de Olivos, el ministro de Economía, José Luis Machinea, explicó que el respaldo se compone de 13.500 millones de dólares del FMI, 2.500 millones del Banco Interamericano de Desarrollo y 2.500 millones del Banco Mundial.
Además habrá 1.000 millones de dólares del gobierno de España — primer inversor externo en Argentina— y el resto del sector privado: 10.000 millones de dólares de bancos, 3.000 millones de inversores instalados en Argentina y 7.000 millones de operaciones de canje de bonos y reinversiones.
La asistencia obtenida permitirá hacer frente a los vencimientos para 2001 de la deuda pública, tanto interna como externa, que son de 21.500 millones de dólares.
No obstante, el gobierno entiende que el cuantioso crédito no implicará un aumento de los pagos anuales por una deuda externa que alcanza a 200.000 millones de dólares si se contabilizan las obligaciones del gobierno nacional, de las provincias y de las empresas privadas endeudadas en moneda extranjera.
El «blindaje», llamado así porque protege al gobierno de la eventualidad de su insolvencia, reducirá las tasas de interés de préstamos futuros, por lo que el servicio anual de la deuda no crecerá, según cree el Ministerio de Economía,
Esa presunción se basa en que el costo de este crédito es, en algunos casos, la mitad del de las últimas licitaciones de bonos de Argentina. «Lo contundente del respaldo elimina cualquier incertidumbre sobre la continuidad del rumbo trazado», aseguró el ministro.
El crédito servirá para atender vencimientos ineludibles, y se trata del primero en su tipo porque, a diferencia de los que se otorgaron a México o Rusia, es «preventivo» y permite «borrar la crisis del horizonte», afirmó Machinea.
Los «blindajes» anteriores, impulsados por el FMI con auxilio de otras fuentes de financiamiento, beneficiaron a México (1995), Indonesia y Corea del Sur (1997), Rusia y Brasil (1998) y Turquía (2000).
En verdad, el crédito comenzó a ser negociado hace poco más de un mes cuando las tasas de interés logradas por el Estado para financiarse subieron casi cuatro puntos porcentuales, una señal de desconfianza creciente de los mercados privados a su capacidad de endeudamiento y de repago.
Argentina deberá hacer frente en 2001 un déficit fiscal de 6.500 millones de dólares más vencimientos de la deuda externa por 15.000 millones —sin contar cancelaciones previstas para el corto plazo—, y solo en el primer trimestre del año se le acumulan compromisos por 8.000 millones.
Ante este panorama, el encarecimiento del crédito y el ambiente local enrarecido por una recesión ya lleva dos años, auguraban un cese de pagos que tendría severos efectos sobre las economías de América Latina, sobre todo del Mercado Común del Sur (Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay).
El solo anuncio del crédito permite despejar las dudas respecto de la capacidad de pago de la deuda, señalaron expertos del sector privado antes y después del anuncio, pero casi todos señalaron que de ninguna manera el respaldo financiero asegura el esperado crecimiento de la economía.
En este sentido, el economista argentino Guillermo Calvo, que vaticinó la crisis por la devaluación del peso mexicano en 1994, se manifestó cauteloso sobre el futuro desempeño de la economía argentina. «Es una buena noticia pero no hay que hacerse ilusiones. Esto sólo evitó un colapso», remarcó.
Del mismo modo, el economista Martín Redrado, de la Fundación Capital, consideró que el crédito —que en medios periodísticos locales se bautizó como «blindaje»— aleja el riesgo de una cesación de pagos, pero advirtió que la relación entre deuda externa y producto bruto interno sigue deteriorándose.
Las perspectivas de crecimiento para 2001 rondan 2,5 por ciento, y podría ser superior si el crédito logra que Argentina recupere la confianza de los inversores. Pero hay economistas que son menos optimistas o que, al menos, no se apuran a descartar el fracaso de la nueva estrategia.
Este escenario negativo devendría si, a pesar del crédito, una elevada tasa de interés sigue obstaculizando el acceso al financiamiento, y si persiste la recesión por la desconfianza de empresarios, inversores y consumidores en un gobierno que, hasta ahora, no logró poner en marcha la economía.
Legisladores del oficialismo y la oposición, e incluso el ex vicepresidente y aún aliado político de De la Rúa, Carlos Alvarez, prefirieron ver en el apoyo una «nueva oportunidad» para el relanzamiento de una gestión gubernamental que en apenas un año parece haber dilapidado casi todo su capital político.
Según las diversas encuestas de opinión, la marcha del gobierno es mal vista por un porcentaje de consultados que es siempre superior a 70 por ciento desde hace dos meses, sobre todo por el malestar que generaron este año las medidas de ajuste fiscal que incluyeron alza de impuestos y rebaja de salarios.
Ninguna de estas medidas —entre las que figura también una controvertida reforma de la ley laboral— permitió alcanzar el objetivo de un despegue de la economía y el empleo y, por el contrario, este año la tasa de actividad podría marcar un incremento del producto de apenas 0,2 por ciento.
El presidente De la Rúa reconoció que el crecimiento por el que deberá bregar ahora su administración «no se consigue por decreto ni con medidas fiscales sino con estímulo a la inversión», una frase que sonó entre los periodistas presentes como un reconocimiento de los errores cometidos durante este año.
Por eso, el presidente prometió que dejará atrás un año muy difícil en que se conjugaron un «desorden fiscal» heredado de la gestión de su antecesor Carlos Menem (1989-1999) y condiciones internacionales desfavorables, con aumentos de tasas de interés y caída de precios de materias primas.
«Esta nueva etapa no significa un viraje, sino la profundización de un camino rumbo al crecimiento sostenido», remarcó, y aseguró que «no habrá sorpresas» para consumidores, empresarios ni inversores. «Ni subidas de impuestos ni cambios en las reglas del juego», prometió.
Asimismo, el ministro Machinea también reconoció que el anuncio de este crédito no significa que el gobierno espere milagros, pero sí manifestó su confianza en que el desembolso permita que se desvanezcan los factores que frenan la economía.
Respecto del escenario internacional, Machinea confió además en que para 2001 se recuperen los precios de los productos primarios que Argentina exporta, que bajen las tasas de interés internacionales y que el euro, la moneda europea, mantenga su tendencia actual a valorizarse frente al dólar. (FIN/IPS/mv/mj/if/00