Canadá y Estados Unidos estudian formas de devolver al primero de los dos países a James Pitawanakwat, un activista indígena a quien una jueza estadounidense le reconoció la condición de luchador por los derechos de su pueblo.
Pitawanakwat violó en Canadá su libertad bajo palabra y huyó a Oregon, Estados Unidos, donde vive libremente.
Ambos gobiernos ya intentaron acciones judiciales, pero la jueza distrital Janice Stewart rechazó el pedido de extradición de Canadá para que Pitawanakwat terminara de cumplir una sentencia de tres años.
Stewart comparó a Pitawanakwat con otros pueblos que luchan por sus derechos, como los separatistas vascos en España y los tamiles en Sri Lanka, y dijo que todos están comprometidos en una lucha de liberación.
Canadá apelará la sentencia con la ayuda de abogados estadounidenses, pero transcurrirán uno o dos meses antes que el Departamento de Justicia de Estados Unidos decida su próximo paso. Otra opción posible es presentar un nuevo pedido de extradición ante un tribunal estadounidense de instancia superior.
La odisea de Pitawanakwat comenzó a mediados de 1995, cuando era parte de un grupo de 40 activistas nativos que realizaban una tradicional ceremonia anual cerca del lago Gustafsen, en la provincia de Columbia Británica.
Tras algunas intimidaciones de residentes blancos, hubo un enfrentamiento con agentes de la Real Policía Montada y personal militar canadiense acantonado en una base aérea vecina.
Aunque se verificaron cerca de 77.000 impactos de bala en árboles en torno al lugar, no se hubo víctimas en el incidente, que finalizó en forma pacífica mediante una negociación.
Pitawanakwat, quien disparó contra un helicóptero de la policía y fue sentenciado a tres años de cárcel por daños, se encontraba en libertad bajo palabra cuando huyó a Estados Unidos.
Otro participante del incidente del lago Gustafsen, Splitting the Sky, sugirió que el activista escapó porque se sintió inseguro en medio del clima polarizado de las relaciones entre nativos y blancos en Columbia Británica.
Brad Morse, un ex asistente del ministro canadiense de Asuntos Indígenas, sugirió que el gobierno "no trató el caso con la seriedad que se requería".
Agregó que era la primera vez que un magistrado estadounidense aplicó el argumento de delito político en un caso de extradición que involucra a un canadiense.
La jueza Stewart señaló que las pruebas proporcionadas por Pitawanakwat, no impugnadas por Ottawa, demostraron que la policía canadiense y los militares montaron un operativo en lago Gustafsen para reprimir un desafío a la jurisdicción local acerca de tierras tribales no cedidas.
Pitawanakwat presentó "evidencia irrefutable", continuó Stewart, de que el gobierno canadiense inició una campaña de desinformación y desprestigio para evitar que los medios de comunicación supieran y publicaran el verdadero alcance y la naturaleza política de los hechos.
La jueza de Oregon también señaló que los hechos en el lago Gustafsen fueron parte de una serie de incidentes durante el verano de 1995 en todo Canadá, donde los nativos pretendieron reafirmar su soberanía a través de protestas, barricadas en las calles y ocupaciones de parques y propiedades privadas.
Agregó que su finalidad fue presionar al gobierno de Ottawa y los ejecutivos provinciales para que tomaran más seriamente sus derechos territoriales.
"Esas negociaciones acerca del tratado no hubieran sido exitosas sin el ímpetu dado por los incidentes del lago Gustafsen y otras demostraciones de los nativos en el verano de 1995", arguyó la jueza.
Los manifestantes del lago Gustafsen desconocieron a los jefes tribales electos, acusándolos de "colaborar" con el gobierno federal.
Esa actitud radical, que también exige un reconocimiento internacional de la soberanía aborigen en Canadá, tuvo eco entre un número creciente de nativos e incluso nuevos jefes electos, frustrados por la desigualdad entre la inmensa pobreza y las elites ricas en sus comunidades, apuntó Splitting the Sky.
Al mismo tiempo, incidentes como el de Gustafsen han creado una contracorriente en Columbia Británica, principalmente en su sector rural, rico en recursos, indicó Brad Morse, quien ahora enseña derecho en la Universidad de Ottawa.
Columbia Británica es la única provincia canadiense en que no se firmaron tratados con los colonos europeos blancos que llegaron en el siglo XIX.
Ahora, sus descendientes, que son mayoría y se sienten amenazados por la creciente militancia indígena, votan masivamente por el derechista Partido Reformista (también llamado Alianza Canadiense), que se opone a la concesión de cualquier estatuto especial a los aborígenes canadienses.
Splitting the Sky preferiría enfrentar la hostilidad directa de la Alianza Canadiense y no a los liberales del gobierno federal en Ottawa, que hablan por un lado de arreglar el conflicto de tierras con los nativos y, por el otro, llevan a cabo "una guerra encubierta" contra los activistas.
Anthony Hall, un profesor especializado en asuntos de nativos norteamericanos en la Universidad de Lethbridge, en Alberta, deploró la falta de transparencia en Canadá respecto del papel que jugó una secreta unidad militar de reconocimiento, la Fuerza de Tareas Conjuntas, en los hechos del lago Gustafsen.
Esa unidad también actuó en 1999 en la campaña de la OTAN contra Yugoslavia, donde realizó bombardeos de precisión. (FIN/IPS/tra-en/pw/da/ego-mlm/ip-hd/00