Activistas de Estados Unidos reclaman una investigación federal de la supuesta intención del gobierno de apoyar la creación de un depósito de desechos nucleares en el estado de Nevada.
Ambientalistas y abogados ya habían criticado la idea de usar la montaña de Yucca, en los desiertos del sur de Nevada, como repositorio de unas 70.000 toneladas de basura radiactiva procedente de reactores nucleares y fábricas de armas de todo el país.
Pero el escándalo estalló cuando se filtró al público un documento que revela la disposición del Departamento de Energía, que evaluaba el proyecto, de otorgar la zona a la industria nuclear como depósito, aun cuando no se cuenta con la aprobación del Congreso.
«Este documento demuestra que la 'imparcialidad' del Departamento de Energía es una broma», afirmó la directora del no gubernamental Programa Ciudadano sobre Energía y Ambiente, Wenonah Hauter.
Los senadores por el estado de Nevada, Harry Reid y Richard Bryan, y los representantes James Gibbons y Shelley Berkley se unieron a los grupos activistas para exigirle a la Oficina General de Contabilidad que investigue posibles vínculos del Departamento de Energía con la industria nuclear.
«Es imperativo que la ciencia esté antes que la política y que el Departamento de Energía mantenga el nivel más alto de integridad mientras conduce este proceso de evaluación», afirmó el senador Reid.
Reid solicitó el 8 de este mes al inspector general del Departamento de Energía que investigara las denuncias. El día 12 el secretario de Energía, Bill Richardson, ordenó otra investigación y anunció que el informe del Departamento sobre Yucca no se divulgará hasta que ésta concluya.
Los activistas presionan a la Oficina General de Contabilidad para que intervenga en la investigación como tercera parte, pues la propuesta de Yucca representa un enorme subsidio para la industria nuclear, según el director ejecutivo del independiente Servicio de Datos e Información Nuclear, Michael Mariotte.
La creación del depósito de Yucca le costará al gobierno federal unos 50.000 millones de dólares. «Ese dinero debería invertirse en investigaciones científicas», afirmó Mariotte.
Los ambientalistas llaman al proyecto «Chernobyl móvil», pues para que los desechos nucleares de los reactores de todo al país sean llevados a Yucca es necesario atravesar al menos 43 estados.
Los científicos resaltaron la peligrosidad que supone trasladar los desechos a lo largo de casi todo el territorio, y alertaron que la radiactividad puede permanecer por muchos años.
Los activistas también advirtieron que la radiactividad podría propagarse aun más en caso de un terremoto, teniendo en cuenta que Nevada es el tercer estado del país con mayor actividad sísmica.
Varias organizaciones defensoras de los derechos indígenas se unieron a los ambientalistas en la oposición al proyecto, pues la montaña de Yucca es considerada sagrada para la tribu shoshone.
Mariotte sostiene que los desperdicios nucleares deben permanecer almacenados en los propios reactores hasta que el nivel de radiactividad disminuya o hasta que se encuentre un lugar seguro donde dejarlos.
Unas 160 organizaciones ambientalistas suscribieron una carta en la que instan al secretario Richardson a prohibir el uso de Yucca como depósito.
Desde 1954, cuando la ley de energía atómica le permitió a los reactores nucleares generar electricidad, los científicos buscan un lugar en donde se pueda enterrar la basura radiactiva.
En 1982, la ley de desperdicios nucleares requirió que fueran elegidos dos lugares a tales efectos, pero hasta ahora el Congreso sólo ha permitido que se considere a Yucca. El parlamento todavía no ha dado la aprobación final para que la montaña sea usada como depósito.
El senador Reid teme que la batalla por mantener a Yucca libre de desechos nucleares se torne más difícil si el presidente electo George W. Bush nombra al senador Bennet Johnson, de Louisiana, como secretario de Energía.
Johnson fue uno de los que apoyó la idea de utilizar a Yucca como depósito y es uno de los firmes candidatos para ocupar ese cargo.
«El nombramiento de Bennet Johnson significará una declaración de guerra contra el movimiento ambientalista», advirtió Mariotte. (FIN/IPS/tra-en/dk/da/rp/aq/en/00