Los países ricos deben prestar ayuda técnica y financiera para resolver el conflicto entre humanos y elefantes, que amenaza la supervivencia de los gigantescos mamíferos en Asia, sostuvo el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Los desplazamientos masivos de población y los programas de reasentamiento han conducido a choques fatales entre hombres y elefantes, estableció un estudio preparado por expertos de esa entidad ambientalista conocida por sus siglas en inglés, WWF.
Los elefantes asiáticos fueron expulsados de sus selvas natales debido a su empleo en el transporte de troncos, a la deforestación para explotaciones agrícolas y a esquemas de desarrollo mal planificados, dijeron Elizabeth Kemf y Charles Santiapillai, autores del trabajo.
El elefante asiático, descendiente de ancestros africanos de 55 millones de años atrás, ocupaba desde los actuales territorios de Iraq y Siria hasta el río Amarillo en China.
Pero ahora sólo se encuentra entre India y Vietnam, excepto una minúscula población de la provincia de Yunnan, al sudoeste de China.
La población humana, en continuo aumento en las regiones tropicales de Asia, ha invadido las selvas densas, pero en proceso de reducción, que constituyen el habitat del elefante.
Alrededor de 20 por ciento de la población mundial vive dentro o cerca de las áreas por donde se desplaza en la actualidad el elefante asiático.
Kemf, geógrafa humana del WWF, y Santiapillai, profesor de Zoología de la Universidad Peradeniya de Sri Lanka, llegaron a la conclusión de que la feroz competencia por el espacio vital acarrea sufrimientos a los humanos, grave pérdida de los bosques y reducción de la cantidad de elefantes.
Los científicos calcularon que el número de elefantes asiáticos oscila entre 35.000 y 50.000, menos de la décima parte del total estimado de elefantes africanos.
En Vietnam, se estima que en 1990 la población de elefantes era de entre 1.500 y 2.000, pero ocho años después se había reducido a una cifra de entre 109 y 144.
Ejemplares de ambos sexos son sacrificados para utilizar la piel y la carne y, principalmente, los colmillos. La piel se emplea en la confección de maletas y calzado.
Los elefantes asiáticos viven en la región que tiene la más alta densidad de población en el mundo, con un crecimiento de alrededor de tres por ciento anual.
La deforestación para establecer asentamientos y la agricultura alteran las rutas tradicionales de migración de los elefantes. Cuando los elefantes hambrientos irrumpen en los campos de cultivo se producen enfrentamientos violentos entre humanos y animales.
Centenares de personas mueren cada año por obra de los elefantes en Asia. Sólo en India suman más de 300.
En Sumatra, Indonesia, se encontraron en 1996 en una plantación de palma oleaginosa los restos de 12 elefantes que habían sido envenenados por los trabajadores del lugar, que trataron de ocultar el hecho.
Los elefantes eran amaestrados en el pasado en Asia para emplearlos con fines militares, en extracción de madera, construcción, transporte y actividades religiosas, culturales y sociales.
En Birmania hay alrededor de 2.800 elefantes registrados en la industria de la madera. Se estima que en el mismo país asiático existen otros 4.000 animales amaestrados en manos de particulares.
En Tailandia, unos 3.500 elefantes quedaron sin uso en 1989 después de que las autoridades prohibieran su empleo en el transporte de madera.
Las autoridades tailandesas desterraron en 1995 a los elefantes de las hacinadas calles de Bangkok para protegerlos de las temperaturas sofocantes y de la contaminación.
El estudio de WWF observó que el conflicto creciente entre humanos y elefantes es uno de los desafíos más trágicos y urgentes que afrontan en la actualidad los gobiernos de la región.
La población radicada en las áreas donde viven los elefantes debería recibir asistencia para la protección de sus viviendas. De esa manera se evitaría que reaccionen con hostilidad contra los animales, recomendó la investigación.
El trabajo estima que en determinadas circunstancias se debería pagar una compensación a los campesinos por las pérdidas de cosechas. También corresponde ayudar a los familiares de las víctimas fatales de los elefantes, agrega.
Los investigadores sugieren la realización de una conferencia ministerial de los 13 países de Asia con población de elefantes, para adoptar un firme compromiso de conservar y manejar las especies en esa región.
Las estrategias de conservación nacionales y regionales deberían atender aspectos como el transporte de madera, la expansión de plantaciones de árboles de teca y de palma oleaginosa, y de otros planes de desarrollo.
Pero las estrategias de conservación de elefantes requieren apoyo de la comunidad internacional, dictaminó el estudio de la WWF.
Los gobiernos de los países ricos tiene el deber de brindar ayuda técnica y financiera para afrontar con urgencia los problemas de la relación entre humanos y elefantes.
La WWF sostiene que la responsabilidad de esos gobiernos se extiende también a la formación de personal, para encarar los problemas sociológicos, económicos y ecológicos que amenazan la supervivencia de una herencia que pertenece, no sólo a Asia, sino a todos los pueblos del mundo. (FIN/IPS/pc/dm/en/00