La literatura china experimentaba hace ya un siglo una profunda revolución que terminó con el remplazo del «wenyan», el chino antiguo escrito, por el popular «baihua» en la prosa y la poesía.
Este cambio hacia un nuevo lenguaje se produjo sólo luego de un largo debate entre los intelectuales del momento, la mayoría de los cuales se resistían a dejar atrás las antiguas tradiciones culturales.
Hoy ocurre lo opuesto. Los intelectuales chinos discuten sobre el rumbo que debe tomar la literatura y muchos de ellos sostienen que, para seguir progresando, debe volver su mirada a la cultura clásica.
Los intelectuales contemporáneos revelan en sus investigaciones falta de conocimiento sobre los clásicos, advirtió Qian Liqun, profesor de la Universidad de Beijing. «Esta deficiencia impide la profundización de sus estudios», afirmó.
Los intelectuales chinos se ven en la necesidad de construir un puente que rompa con las barreras culturales que separan a Oriente de Occidente y que vincule las antiguas tradiciones con la cultura moderna. Pero eso requiere de un sólido conocimiento de los clásicos, según Qian.
El profesor observó que los investigadores más jóvenes procuran interiorizarse de la cultura occidental antes de profundizar sus conocimientos de literatura china.
«Los intelectuales de mi edad crecieron en un ambiente cultural que condenaba el feudalismo, el capitalismo y el revisionismo. Aprendimos muy poco, no sólo de la cultura occidental, sino de nuestras propias tradiciones, pues teníamos un pobre conocimiento del chino antiguo», señaló.
Otros eruditos sostienen que el problema es el abandono de la literatura tradicional china a raíz del surgimiento de la litertarua baihua.
Pero la mayoría de los pioneros en el movimiento baihua reconocían el valor de preservar a su vez la herencia tradicional, recordó el profesor de Humanidades Lan Dizhi, de la Universidad de Qinghua.
Hu Shih, primer erudito chino que propuso la revolución baihua, no ocultaba su admiración por clásicos como Shi Nai'an, autor del clásico «Los forajidos de los pantanos», y por Cao Xueqin, quien escribió «Un sueño de mansiones rojas».
Otro pionero del baihua, Lu Xun, autor de «Diario de un hombre loco», la primera novela corta en lengua popular, consideraba al clásico «Un sueño de mansiones rojas» como «una de las joyas de la literatura china».
«La gente que no se puede reformar tampoco será capaz de mantener las tradiciones», afirmó una vez Lu.
En verdad, la principal diferencia entre la literatura china moderna y la clásica reside en las características de la lengua usada. Al wenyan se lo vincula con los antiguos preceptos éticos del confucionismo, considerados responsables del atraso intelectual y la servidumbre de las masas.
El wenyan se caracteriza por sus estrictos patrones y formas. Intelectuales como Hu Shih (1891-1962) y Chen Duxiu (1880-1942) consideraban que esa lengua era demasiado cerrada para un país que necesitaba comunicarse con el mundo exterior.
Por tanto, propusieron utilizar el lenguaje popular en la literatura y dotarlo de una estructura similar a la de idiomas occidentales poder transmitir pensamientos y emociones complejas.
«Para la literatura de los últimos 2.000 años se usó un lenguaje escrito muerto. Un lenguaje muerto nunca producirá literatura viva», señaló Hu en su artículo «Revolución literaria», publicado en la revista Nueva Juventud, en 1918.
«Si China quiere literatura viva, debe usar el lenguaje popular. Debemos escribir literatura en el mandarín con que hablamos», agregó.
Un mes después de publicado este artículo, la revista publicó «Diario de un hombre loco», de Lu.
Sin embargo, el baihua no fue aceptado de inmediato por los intelectuales, que consideraban su uso como un experimento literario «penoso». Fu Sinian (1896-1951), conductor de la Academia Central de Ciencias hasta 1949, lo calificó de lengua «demasiado seca, corta y sin gusto para hacer literatura».
Los conservadores lanzaron duros ataques contra Hu, Chen y otros defensores del baihua.
Lin Shu (1852-1924), cuyas traducciones al wenyan de más de 170 obras literarias de Occidente inspiraron a muchos jóvenes chinos a interesarse por la cultura extranjera, condenó a los defensores del baihua por hacer un «uso animal del lenguaje» y por intentar «desarraigar al confucionismo y sus valores».
Finalmente, la literatura baihua triunfó. Pero los eruditos que ahora desprecian a los clásicos deberían considerar lo que Lu Xun comentó antes de escribir «Diario de un hombre loco».
El escritor dijo que entre 1911 y 1918 hizo dos cosas para inspirarse. Una fue acercarse más a las masas, y la otra volver a los clásicos. (FIN/IPS/ap-ae/cd/ccb/cr/rp/00