ARGENTINA: Campo de prueba para una nueva modalidad del FMI

En los años 90 hubo una serie de crisis financieras en economías emergentes que requirieron la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de otros organismos de crédito. Pero por primera vez, este año la medicina se aplicó antes de que el paciente entrara en coma.

El ensayo se realizó sobre la economía argentina -afectada por una recesión que ya lleva 30 meses- mediante un crédito de casi 40.000 millones de dólares que permitirá al gobierno de Fernando de la Rúa hacer frente en 2001 a las obligaciones externas e internas.

Del total del préstamo, 25.000 millones se destinarán a cancelar vencimientos de la deuda y financiar un déficit público que en el mejor de los casos, con un crecimiento de 2,5 por ciento como espera el gobierno, será de 7.000 millones de dólares.

Entre el gobierno y los economistas que influyen en el estado de ánimo de los inversores se plantean dos escenarios posibles: o el rescate financiero tiene éxito como garantía y la economía comienza a crecer o sólo servirá para renovar deudas a mejores tasas de interés y desaparecerá en poco menos de un año.

A su vez, en cada uno de los polos hay matices. Entre los más optimistas se encuentra el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, más entusiasta que el propio gobierno, quien augura un crecimiento de 10 por ciento para 2001, en tanto otros esperan una recuperación mas cauta, entre 0,8 y 1,5 por ciento.

La situación internacional es una variable que estará presente en la evolución de la economía argentina. Hasta ahora, la caída de los precios de los productos agropecuarios, el alza de las tasas de interés en Estados Unidos y la apreciación del dólar frente al euro no contribuyeron a la recuperación.

Pero estas condiciones externas pueden variar el año próximo. Por lo pronto, el crecimiento de la economía estadounidense muestraría signos de desaceleración, lo que bajaría las tasas de interés y a su vez frenaria la valorización del dólar.

También se espera un leve mejoramiento de precios de los productos agropecuarios y que la recuperación de la economia brasileña redunde en un aumento de las compras a Argentina, su principal proveedor.

Por eso, el año próximo será clave para conocer si los préstamos preventivos resultan efectivos para evitar la cesación de pagos o si sólo sirven para que los gobiernos compren tiempo a la espera de resultados de sus políticas de ajuste y, mientras tanto, otorgar garantías a los acreedores.

La primera crisis que puso en cuestión las recetas neoliberales de los organismos multilaterales para el despegue de los países en desarrollo fue la de México, a fines de 1994, cuando se precipitó la devaluación del peso y fue necesario un millonario rescate encabezado por el FMI y el Banco Mundial.

Le siguió Tailandia en 1997. Allí el salvavidas llegó después de la devaluación y cuando ya no era posible frenar la ola desatada en las demás economías del sudeste asiático que hasta ese momento eran señaladas por los acreedores como modelo a imitar: Corea del Sur, Malasia, Filipinas, Indonesia y Hong Kong.

La ayuda se sucedía en el sudeste asiático cuando en 1998 la alarma sonó en Rusia. Pero entonces el rescate financiero no pudo evitar la desvalorización del rublo y la declaración de cese de pagos de los compromisos externos de ese país, mientras el préstamo del FMI se evaporaba junto con la fuga de capitales.

En Brasil, llegó un poco antes de la debacle, pero no lo suficiente como para evitar la devaluación del real en enero de 1999, un hecho que prolongó la crisis durante todo el año en ese país y la extendió a sus socios del Mercosur (Argentina, Uruguay y Paraguay).

La devaluación de la moneda brasileña llegó cuando Argentina mostraba signos de desaceleración por la crisis del sudeste asiático, que había provocado una caída brusca de los precios de los productos agrícolas, y también de las colocaciones en ese mercado, hasta entonces en ascenso.

Pero este año, mientras Brasil logró recuperarse y crecer (tres por ciento se estima para este año que concluye), Argentina se mantiene estancada. En 1999, el retroceso del producto interno bruto fue de 3,4 por ciento y para este año, el Ministerio de Economía prevé una recuperación de apenas 0,2 por ciento.

El pronóstico de crecimiento para 2000, que el gobierno de De la Rúa habia fijado en torno a 3,5 por ciento, no sólo está muy por debajo de la expectativa sino que podría ser incluso más bajo si se confirman los cálculos de analistas privados que vaticinan un retroceso de 0,6 a uno por ciento.

Ante este panorama, agravado por una tasa de desempleo de 14,7 por ciento, la estrategia de conseguir inversores aplicando una serie de sucesivos ajustes que buscaban generar confianza no prosperó y, por el contrario, generó un fuerte malestar entre los consumidores y empresarios locales.

Los economistas coinciden en que el «blindaje» no asegura el crecimiento de la economía y ni siquiera la llegada de las inversiones, que estarian más atadas a un aumento del consumo que a las medidas macroeconómicas de ajuste que adopte el gobierno.

«El blindaje es una ayuda extraordinaria de corto plazo que nos han dado para evitar el 'default' (cesación de pagos), pero se equivocan los que creen que esto significa un apoyo del resto del mundo a la política económica argentina», aseguró el ex viceministro de Economía Carlos Rodríguez.

«El blindaje es el resultado del fracaso de una política económica, no de su éxito», advirtió Rodriguez, actual director del neoliberal Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina, en alusión a la euforia con que el gobierno anunció el millonario crédito.

Las gestiones para obtener el préstamo se iniciaron hace dos meses, poco después de la renuncia del vicepresidente Carlos Alvarez, un hecho político que agravó aún más el escenario de desconfianza en la evolución de la economía argentina.

El ministro de Economía, José Luis Machinea, expresó que es la primera vez que el préstamo de los organismos multilaterales se obtiene antes de que se desate la crisis, pero reconoció también que las proyecciones del gobierno al momento de negociar eran de una verdadera debacle si no se obtenía la ayuda.

Las tasas de interés que le pedían los acreedores al Tesoro llegaron a 16 por ciento, cuatro puntos más de lo que le solicitaban dos meses antes para tomar letras en las subastas. Ahora el gobierno espera que esos tipos de interés se desplomen en 2001 en el mercado voluntario de deuda.

Alvarez era el principal socio político de De la Rua y entre ambos encarnaban un gobierno de coalición sin precedentes en Argentina. Pero la fórmula sólo sobrevivió 10 meses y sólo ahora, con el blindaje, el ex vicepresidente transita el camino de retorno.

De la Rúa y Alvarez habían asumido en diciembre de 1999 con la promesa de reactivar la economía, bajar el desempleo y reducir la brecha entre ricos y pobres, promesas que por el momento no se han cumplido. Por eso ahora, con el blindaje, el gobierno confia en haber conseguido una oportunidad para empezar de nuevo.

Los argentinos, decepcionados con el incumplimiento oficial según las encuestas, esperan que esta vez la economía arranque y quizás también esperan lo mismo los observadores internacionales, que adoptaron esta coyuntura como un campo de prueba. (FIN/IPS/mv/ag/if/00

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