SALUD: La atención médica, la pobreza y el Banco Mundial

El Banco Mundial pretende que los gobiernos del Sur en desarrollo se ocupen de mejorar la atención médica de la población pobre, pero observadores consideran que esa tarea le corresponde al organismo multilateral.

Las políticas de salud son «en primer lugar el derecho y la responsabilidad de cada país», según Davidson Gwatkin, técnico del Banco Mundial.

«La tarea más útil para el Banco es trabajar con las autoridades en los países en cuestión para identificar e implementar esos programas», agregó.

Pero los expertos del Sur argumentan que el banco tiene tanto la capacidad financiera como el peso político para propiciar el cambio en los países que siguen los «modelos de desarrollo» recomendados por el Banco.

«El Banco Mundial debe liderar el camino en este ámbito», declaró Bienvenido Alano, del Foro Mundial para la Investigación de Salud, de Ginebra, y director del Centro para la Investigación de la Política Económica, de Filipinas.

«Es parte de su mandato y tiene los fondos para hacerlo posible, sobre todo en los países cuyos gobernantes estén dispuestos a emprender este tipo de acción», dijo.

Pero para Arjuna Aluwihare, profesor de cirugía de la Universidad de Peradeniya, en Sri Lanka, el Banco no puede ignorar que los programas de ajuste estructural que aplica en el Sur le negaron el acceso a la atención médica a los pobres del mundo.

Esos programas de austeridad fiscal contribuyeron con la situación actual de miseria, argumenta Aluwihare. «El Banco debe revertir algunas de sus políticas y considerar los programas de desarrollo de forma más integral».

La discusión surgió cuando el Banco divulgó un conjunto de informes este mes que revelaron la gran diferencia existente con respecto del estado de salud entre ricos y pobres en 44 países en desarrollo.

Los hijos de los pobres mueren en mayor número que los hijos de los ricos por enfermedades que se podrían evitar, señalaron los informes, incluso en el mismo país.

En Bolivia y Turquía «la mortalidad de los niños menores de cinco años es cuatro veces mayor entre los pobres que los ricos», agregó.

En los países de Africa subsahariana, menos de 40 por ciento de los niños más pobres están vacunados contra las enfermedades, en comparación con los más ricos, donde casi 70 por ciento tienen esa protección.

En Bangladesh, las probabilidades son 15 veces mayores de que las mujeres ricas tengan a una partera, enfermera o médico que las atiendan en el parto, comparadas con las pobres, agregaron los informes.

«Los programas de salud básica no dan buena atención a los pobres como para cerrar la brecha que los separa de los ricos», agregó Gwatkin.

Los informes analizaron la situación en 22 países de Africa, nueve de América Latina y el Caribe, ocho del sudeste de Asia y cinco de Asia central y occidental.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió este año que la atención médica sigue siendo un sueño lejano para gran parte de los más de 1.000 millones de pobres del mundo.

La OMS señaló que en los sistemas sanitarios de muchos países en desarrollo existe una cultura «profundamente contraria a los pobres».

«La distribución de los servicios está orientada hacia los sectores de mayores ingresos», sostuvo la OMS.

Esa discriminación es evidente cuando se compara el acceso a la atención médica en las zonas urbanas frente a las rurales. «Hay más profesionales de la salud en las ciudades, mientras la mayoría de los pobres viven en el ámbito rural», según la OMS.

Entre otros factores, esto hace que los pobres sufran en mayor grado el embate de enfermedades infecciosas y mortales como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), causado por el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), la malaria y la tuberculosis.

Gwatkin espera que el Banco utilice las conclusiones de los informes para imponer cambios. «Los datos hallados serán un buen comienzo para disminuir las diferencias, sin importar de quién es la culpa», aseguró.

«El Banco Mundial puede ayudar a los países a hallar una solución, pero la decisión deberá ser de los propios países», sostiene Gwatkin.

Aluwihare reconoce la responsabilidad de los gobiernos, pero insiste en que el Banco puede especificar cuáles son las prioridades en materia de salud pública, como las vacunas y la atención a la madre y el recién nacido.

Alano comparte la opinión de Aluwihare. «En aquellos países donde las instituciones están tan subdesarrolladas, no se puede esperar que fijen las prioridades debidas», dijo. (FIN/IPS/tra-en/mmm/da/aq/he/00

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