El presidente de Chile, Ricardo Lagos, defendió la estrategia de «regionalismo abierto» de su gobierno, con la que pretende convertirse en socio pleno del Mercosur y preservar, al mismo tiempo, su autonomía para realizar acuerdos comerciales extraregionales.
Lagos finalizó este viernes una gira de tres días por Uruguay. La inversión chilena en el sector forestal uruguayo, la integración regional y la apertura del mercado chileno a los productos cárnicos dominaron las conversaciones.
El presidente chileno rechazó de forma tajante la exigencia brasileña según la cual su país debería perder la autonomía para negociar acuerdos comerciales en caso de ingresar al Mercosur (Mercado Común del Sur), hoy integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
El «regionalismo abierto» que defiende Chile significa privilegiar el fortalecimiento de los lazos económicos y políticos con los países de la región, pero conservando la capacidad de establecer acuerdos comerciales con otras naciones del mundo.
Chile podría abstenerse de adherirse de forma plena al Mercosur y permanecer como miembro asociado, como lo es desde 1996, si la posición brasileña prospera, advirtió Lagos. Las próximas negociaciones del bloque se desarrollarán en diciembre en Florianópolis, Brasil.
Por su parte, el ministro de Economía chileno, José De Gregorio, manifestó que las negociaciones multilaterales le dieron excelentes resultados a Chile en los últimos años. «Creemos que es inaceptable admitir condiciones de esa naturaleza», expresó.
Sin embargo, Lagos subrayó este viernes el interés de su gobierno en la integración total con la región, en un discurso pronunciado en la sede de la Asociación Interamericana de Integración (Aladi), luego de ser recibido por el secretario general de la organización, Juan Francisco Rojas.
«Nuestras relaciones con el mundo se dan desde la región a la que pertenecemos. Buscamos integrarnos al mundo pero fortaleciéndonos con nuestros vecinos y con nuestros socios regionales, para conseguir un mejor posicionamiento de nuestros países en un contexto competitivo», señaló.
Lagos percibe un «déficit de integración» en América del Sur pues, aunque existen acuerdos comerciales, «es preciso seguir avanzando con fuerza en la liberalización de los intercambios, en la coordinación macreoconómica, en la armonización y convergencia».
El interés de la apertura de Chile se puede explicar por el hecho de que más de 50 por ciento de su producto interno bruto corresponde al comercio exterior.
América Latina es el tercer mercado de las exportaciones chilenas detrás del área Asia-Pacífico y de la Unión Europea. El primer semestre de 2000 cerró para Chile con un superávit comercial de de 831 millones de dólares.
«Necesitamos también insertarnos con vigor en esquemas más amplios, como el Area de Libre Comercio de las Américas, y conseguir un equilibrado y equitativo relacionamiento con otras regiones del mundo desarrollado», señaló el mandatario chileno.
El ingreso pleno de Chile al Mercosur se ve también empañado por las dificultades en lograr la convergencia de aranceles.
Los cuatro países del bloque tienen una estructura arancelaria común pero con tasas diversificadas según los productos, mientras Chile mantiene desde la década del 70 un arancel externo único, que, según un plan de rebajas paulatinas, asciende hoy a nueve por ciento y será de seis por ciento en 2003.
«Las negociaciones deben apuntar a establecer un cronograma donde los aranceles converjan», y en tanto eso no ocurra «los países deberán tener su propia autonomía comercial», sostuvo Lagos el jueves ante el parlamento uruguayo.
El presidente de Chile llegó el miércoles a Montevideo acompañado del ministro De Gregorio, la canciller María Soledad Alvear, y una nutrida comitiva de parlamentarios y empresarios.
Al día siguiente se entrevistó con su par uruguayo Jorge Batlle, a quien le manifestó su disposición de permitir «a la brevedad» el ingreso a su país de carne de este país, suspendido tras la detección de un brote de fiebre aftosa en la región norte, el primero en 10 años.
La presencia de 13 empresarios en la comitiva de Lagos también revela el interés chileno de celebrar acuerdos con ejecutivos locales y fomentar la inversiones. Entre los visitantes figuran representantes de empresas forestales, constructoras, frutícolas, alimenticias, de maquinaria pesada y turísticas.
La inversión forestal es auspiciada por el presidente Batlle quien, aprovechando la dificultades de los empresarios chilenos del sector en su país, les ha presentado las virtudes de las tierras uruguayas, que tienen «los precios más bajos de la región».
A mediados de año, los empresarios forestales chilenos se vieron obligados a buscar otros mercados para sus inversiones debido a la fuerte presión en su país de las comunidades indígenas y de ambientalistas, así como a «trabas burocráticas».
Uruguay es uno de los 20 principales destinos de la inversión chilena, con 121,4 millones de dólares en 1999. De estos recursos, 60,7 por ciento fueron destinados al sector industrial, 35 por ciento a servicios, 2,5 por ciento al área financiera y 1,8 por ciento a informática.
En su discurso en la Aladi, Lagos criticó la falta en el hemisferio occidental de instituciones en materia comercial, de normas que aseguren la transparencia y la no discriminación en el intercambio y de mecanismos eficaces y rápidos de solución de controversias.
Propuso a Aladi como un organismo que podría «dar el marco para la integración regional» y «convertirse en un apoyo crucial para los desafíos que nuestros países enfrentan» en las negociciones multilaterales que se desarrollan en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
De esta forma, criticó la actitud de Argentina de solicitar una mesa de negociación ante la OMC en protesta por las salvaguaridas chilenas a los productos lácteos y agrícolas, solicitud a la que se sumó luego Australia, Canadá y Nueva Zelanda.
Para Lagos es necesario crear foros de discusión regionales para que no se recurran a los internacionales. «¿Qué percepción tendríamos en el mundo si vieramos a un país europeo discutiendo con otro país europeo en la OMC?», preguntó.
«El proceso de integración hay que hacerlo con prudencia. Muchas veces, cuando lo hacemos, tenemos problemas con nuestros vecinos. Nosotros las hemos tenido. Preferiría que las dificultades las discutamos primero aquí y no en la OMC», agregó. (FIN/IPS/rp/mj/if ip/00