Las mujeres desempeñan un papel clave en el levantamiento popular contra los soldados israelíes en los territorios palestinos, al igual que ocurriera en la primera intifada, la rebelión contra la ocupación de Israel en 1987.
Suha Barghouti, una activista de 42 años, recuerda un ejemplo de esa participación femenina en la primera Intifada, cuando soldados israelíes persiguieron a un grupo de jóvenes palestinos y finalmente atraparon a uno.
Cuando se disponían a ingresarlo a un jeep, una mujer con un bebé en brazos llegó corriendo y comenzó a increpar al joven detenido.
«¡Allí estás! ¡Te dije que no vinieras aquí, que sólo traería problemas! ¿Ahora que esperas que haga si te arrestan? ¿Qué voy a comer? ¿Qué le daré de comer a la bebé? Estoy harta de tu irresponsabilidad. ¡Tú toma a la nena y trata de alimentarla!»
Depositando a la niña en los brazos del aturdido joven palestino, la mujer huyó. Los soldados, tan sorprendidos como el detenido, no sabían qué hacer con la bebé. Finalmente liberaron al joven, se metieron en el jeep y se alejaron del lugar.
Poco después, la madre reapareció detrás de un edificio cercano donde se ocultaba, se acercó al joven agradecido, a quien no conocía, tomó a su bebé y se fue a su casa.
«Entonces, muy pocas mujeres arrojaban piedras, pero ese es un ejemplo de cómo contribuyeron de otras maneras», señala Barghouti.
Mujeres de todas las edades, clases e inclinaciones políticas salieron a las calles de Cisjordania y la Franja de Gaza en la primera intifada. Apoyaban la resistencia a la ocupación israelí participando en partidos políticos y en manifestaciones.
Como no había diarios ni emisoras de radio entonces, las mujeres recorrían los poblados, en medio de la noche, distribuyendo folletos con las actividades políticas de la semana.
Barghouti recuerda cómo, a riesgo de padecer la cárcel, las mujeres llevaban a las manifestaciones banderas palestinas ocultas en sus ropas, fuera del alcance de los soldados israelíes.
«Algunas mujeres incluso agregaron una tarea diaria a la labor en sus casas al juntar piedras para sus hijos y esposos», agrega con una sonrisa.
Pero la muerte también era cosa cotidiana. Las familias se dividían y las escuelas y universidades se clausuraban. Muchos palestinos fueron detenidos sin acusación ni juicio.
Barghouti, contadora de la localidad cisjordana de Ramallah, fue una activa integrante del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Su esposo estuvo detenido seis años y medio por las fuerzas israelíes, por lo cual ella debió criar sola a su hija durante los años de lucha.
Mientras el enfrentamiento continuaba, comenzaron a surgir sociedades de caridad y organizaciones no gubernamentales que tuvieron un papel fundamental para que las mujeres palestinas resistieran la ocupación.
Las organizaciones alentaron a las mujeres a ganar su sustento mediante habilidades tradicionales, como corte y confección. A las habitantes de las aldeas se les enseñó a cultivar sus propias frutas y verduras, en el contexto de los toques de queda.
También aprendieron medicina básica para tratar a los heridos.
En el levantamiento actual «sólo se trata de arrojar piedras. Es sólo físico. Como mujer que fui muy activa en la resistencia, no estoy segura de haber hallado mi lugar en esta nueva intifada», dijo Barghouti.
La última ola de enfrentamientos entre israelíes y palestinos comenzó el 29 de septiembre, el día después de que el dirigente derechista israelí Ariel Sharon visitara uno de los lugares de Jerusalén más disputados por ambas comunidades, conocido como el Monte del Templo para los judíos y como Haram al Sharif para los musulmanes.
Iman Hammouri, de 31 años, también busca su lugar en esta intifada, ahora que volvió de estudiar en Londres y busca una forma de contribuir al segundo levantamiento de su vida.
Por el momento es voluntaria en una sociedad médica y en el Centro Popular de Artes Palestinas. «En el Centro, creamos proyectos para los niños. Queremos darles un respiro de lo que ocurre a su alrededor», dijo.
Hammouri cree que, en las primeras etapas de la intifada, la gente sabía lo que ocurría, pero no quería participar. «Nadie creía que continuaría tanto tiempo», afirma.
Pero como en las primeras cuatro semanas se produjeron más de 100 muertes de palestinos, más que en los dos primeros años de la primera intifada, muchos de sus compatriotas se percataron de que ésta no iba a ser una disputa pasajera.
Así, muchas de sus amigas pretenden mostrarle al mundo exterior su parte de la lucha, usando como instrumentos los medios de comunicación tradicionales y la Internet.
Pero la gente distingue entre las dos intifadas. En la primera se trataba de resistir la ocupación. Hoy existe la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que administra los territorios anteriormente ocupados, aunque persisten asentamientos judíos en los mismos.
La cuestión es si el levantamiento debe seguir siendo popular o si la ANP debe tomar responsabilidad por el mismo.
«En la intifada de hoy, creo que las mujeres palestinas adoptaron un enfoque más racional», dijo Reema Tarazi, presidenta de la Unión General de Mujeres Palestinas.
«La lucha es muy violenta y la respuesta israelí es más brutal», cree Tarazi. Creada en 1965, la organización reúne a 55 grupos más que trabajan por la emancipación de la mujer.
«Estas son épocas muy difíciles, muy deprimentes. Pero sin la participación de las mujeres, nuestra situación podría ser peor», aseguró Tarazi. (FIN/IPS/tra-en/vq/sm/aq/ip/00