El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, afirmó que existe una campaña periodística internacional para precipitar una ruptura de Washington con Caracas, basada en el acercamiento diplomático entre Venezuela y Cuba.
Los diarios estadounidenses The Washington Post y The New York Times habían señalado en sendos editoriales que Chávez gobierna un país que suministra petróleo a Estados Unidos, y al mismo tiempo tiene discrepancias con Washington sobre cuestiones clave de política internacional.
Ambos periódicos mencionaron que Chávez se opone al llamado Plan Colombia, para el desarrollo y la lucha contra el narcotráfico en ese país, y a la política de embargo y aislamiento internacional contra el gobierno de Iraq.
Los críticos venezolanos de Chávez opinaron que el enfoque de la situación venezolana de ambos diarios, así como el del semanario estadounidense Forbes, especializado en economía, y el del diario francés Le Monde, fueron una reacción esperable ante la «retórica antimperialista» del presidente.
Con el paso de los días, y por las rendijas que dejan en la información internacional la cobertura de las elecciones estadounidenses y otros acontecimientos, se cuela la percepción de que Washington deshoja la margarita para decidir si trata a Chávez según el criterio de «las palomas» o el de «los halcones».
El diario El Nacional, de Caracas, publicó opiniones de analistas estadounidenses y venezolanos para señalar que «los halcones» son quienes se han hartado con rapidez de las posiciones y modales de Chávez, y desean que el gobierno de Estados Unidos le dirija una escalada de señales de advertencia.
«Las palomas», en cambio, son quienes recuerdan errores diplomáticos cometidos por Washington tras el triunfo en 1958 en Cuba de la revolución liderada por el actual presidente de ese país, Fidel Castro, y piden paciencia y flexibilidad para no empujar al Chávez a un alineamiento contra Estados Unidos.
En plena recta final de las elecciones estadounidenses, y luego de la visita de Castro a Venezuela, a fines del mes pasado, The Washington Post escribió: «He aquí una predicción sobre el próximo presidente (de Estados Unidos): necesitará una estrategia hacia Hugo Chávez, cuyo modelo parece ser Fidel Castro».
Chávez «no es uno más entre los hombres fuertes latinoamericanos», sino quien «controla las reservas petroleras más abundantes después de las de Medio Oriente, y quien le suministra a Estados Unidos una buena porción de sus importaciones energéticas», subrayó.
El diario afirmó que el presidente venezolano «trata de diseminar su sello antiestadounidense de izquierda», y aconsejó al próximo presidente de Estados Unidos tejer compromisos más sólidos con América Latina, ya que «sería una locura asumir que (Chávez) no creará problemas cuando pueda hacerlo».
Chávez replicó desde su programa radial semanal «Aló Presidente», aseguró que hay una «confabulación para forzar la ruptura» entre Estados Unidos y Venezuela, y vinculó el editorial del Washington Post con actividades opositoras de Andrés Mata, dueño del influyente diario venezolano El Universal.
Sin embargo, el mismo día en que se publicó el editorial citado del Washington Post, la secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, declaró que Chávez no es comparable con Castro porque «ha sido elegido por el pueblo venezolano».
De todos modos, Washington «está preocupado por algunos de los métodos que ha adoptado» el manadatario de Venezuela, apuntó.
«Algunas de nuestras preocupaciones (en relación con Chávez) tienen que ver con sus políticas sobre el crudo en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), pero nunca lo hemos comparado con el señor Castro», añadió.
Chávez impulsó la política de reducción de la producción de petróleo adoptada por la OPEP para lograr una recuperación de los precios internacionales.
«Está claro que el presidente venezolano desea convertirse en un símbolo poderoso de la resistencia a la influencia de Estados Unidos, no sólo en América Latina, sino también en el resto del mundo», se afirmó en un editorial del New York Times.
El diario recordó el abrazo en Bagdad de Chávez y el presidente de Iraq, Saddam Hussein, así como su presunto «coqueteo» con las insurgentes e izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
También señaló que el presidente venezolano proporcionó «un salvavidas económico a la dictadura cubana» mediante el acuerdo de cooperación petrolera que firmó con Castro.
Chávez replicó que «la campaña editorial no dañará las relaciones» entre Estados Unidos y Venezuela, las cuales «están condenadas a ser buenas». El presidente y su canciller José Vicente Rangel mantuvieran sendas y extensas reuniones reservadas con la embajadora estadounidense en Venezuela, Donna Hrinak.
Otro ingrediente de la tensión entre Caracas y Washington fue, en los mismos días, la incursión de dos buques guardacostas de Estados Unidos, el Reliance y el Gentian, en aguas del Golfo de Venezuela sobre las cuales Colombia y Venezuela mantienen una disputa de soberanía.
Por añadidura, sendos informes de Forbes y de Le Monde llevaron agua al molino de quienes advierten sobre riesgos para los inversores en Venezuela y señalan semejanzas entre Chávez y Castro.
La mayoría de los expertos venezolanos en asuntos internacionales son académicos críticos de Chávez, e interpretaron que la sociedad y el gobierno de Estados Unidos envían a Caracas señales de preocupación y desagrado por la política exterior de Venezuela.
Esos expertos y otros periodistas de Venezuela recordaron el emblemático caso Watergate, que llevó a la renuncia del presidente estadounidense Richard Nixon en 1974 tras una investigación del Washington Post, para sostener que la prensa de Estados Unidos es independiente de las políticas de Washington.
Varios analistas destacaron que la oposición de Chávez al Plan Colombia implica enfrentar a Washington en la cuestión central de su estrategia para América Latina, apoyada por los dos grandes partidos estadounidenes, el gobernante Demócrata y el opositor Republicano.
«Los editoriales y artículos de los periódicos extranjeros no son resultado de una campaña orquestada, sino de las señales emitidas desde Caracas y percibidas como no convencionales», opinó Adolfo Salgueiro, un especialista en asuntos internacionales.
«Estamos en plena globalización, y el concepto de soberanía no equivale al de insularidad», advirtió.
«No existe ninguna conspiración mundial. Lo que dicen esos diarios es lo que mucha gente sostiene en Venezuela: que Chávez es autoritario, que copa todas las ramas del poder y que tiene una admiración adolescente por Fidel Castro», apuntó por su parte el analista político Carlos Blanco. (FIN/IPS/jz/mp/ip/00