Una nueva cumbre del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) terminó esta semana en medio de crecientes dudas sobre su utilidad como instrumento del libre comercio, aun de parte de sus más férreos defensores.
La declaración emitida el jueves en Brunei por los 21 mandatarios del foro regional representa para muchos una victoria de los países miembros en desarrollo, encabezados por Malasia, que logró retardar una nueva ronda de negociaciones mundiales sobre comercio.
Así mismo, los más ardientes partidarios de APEC (Australia, Nueva Zelanda y Singapur) anunciaron iniciativas para establecer acuerdos bilaterales de libre comercio con otros miembros.
Esta es una clara señal de que la importancia de APEC y su concepto de la aceleración voluntaria de la liberalización del comercio y las inversiones están ahora en la nebulosa.
Propuesto por Australia en 1988 como medio de vínculo con las florecientes economías de Asia oriental, el foro tuvo su auge en 1993, cuando el presidente estadounidense Bill Clinton hizo de anfitrión de la primera cumbre de líderes de Asia-Pacífico en la ciudad de Seattle.
Desde entonces, todos los años se reúnen los mandatarios del foro, al que Estados Unidos y otros miembros industrializados utilizan como instrumento para abrir los mercados asiáticos a sus productos.
En 1994, APEC adoptó en la ciudad indonesia de Bogor un acuerdo histórico por el cual se comprometió a abrir los mercados de sus miembros industrializados para 2010 y de sus miembros en desarrollo para 2020.
Pero la preocupación del foro por la apertura de los mercados contribuyó a su propia inacción, y le valió duras críticas de sus miembros asiáticos, en particular de Malasia.
La incapacidad de APEC para ayudar a sus miembros asiáticos en la crisis financiera de 1997 hizo que muchos lo consideraran un club dominado por Occidente para impulsar la globalización y abrir sus mercados, en perjuicio de los miembros más pobres.
Los críticos afirman que las cumbres de APEC son pura retórica, mientras sus defensores las consideran un buen instrumento de conexión entre líderes políticos y empresariales de la región.
«Creo que estas cumbres y reuniones de negocios realmente han marcado una diferencia», y «espero que continúen indefinidamente», expresó Clinton en su discurso de despedida en Brunei.
El encuentro de este año marcó un bienvenido alejamiento del papel dominante usualmente ejercido por Estados Unidos y sus aliados comerciales, y por tanto una victoria política para uno de los principales detractores del foro, Malasia.
Malasia se opuso a la determinación de un plazo para la reanudación de las estancadas conversaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sin primero acordar una agenda en consulta con las naciones en desarrollo.
Durante la conferencia de ministros de Comercio previa a la cumbre de los mandatarios, el ministro malasio Rafidah Aziz se pronunció contra la libertad comercial irrestricta.
«Para realizar una nueva ronda de negociaciones, primero debemos tener los puntos a discutir. Entonces, en lugar de presionar para hacer una nueva ronda, presionemos por un plazo para resolver el orden del día», dijo.
La declaración final de APEC reflejó ese argumento, que aparentemente contó con un cauto respaldo de otros países en desarrollo como Perú, Filipinas, Tailandia y Vietnam.
Finalmente, la declaración exhortó a una reanudación de las negociaciones de la OMC en 2001, pero no sin antes establecer el orden del día.
En respuesta a las críticas a la apertura comercial dentro de APEC, el primer ministro de Australia, John Howard, dijo que «aquellos países que más se abrieron son los más ricos, los más fuertes y los más capaces de velar por sus ciudadanos».
Pero mientras países como Australia defienden a APEC, toman aparte algunas medidas de precaución.
En la víspera de la reunión de Brunei, el primer ministro de Singapur, Goh Chock Tong, y su homóloga de Nueva Zelanda, Helen Clark, firmaron un acuerdo bilateral de libre comercio, y así lo anunciaron en Brunei.
Por su parte, Australia comenzó a negociar acuerdos de libre comercio con socios comerciales de la región por temor al aislamiento, señaló Florence Chong, analista comercial del periódico The Australian.
Como los esfuerzos de Australia por incorporarse a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático se enfrentaron al rechazo de Malasia, Tailandia y Filipinas, su única alternativa viable son los acuerdos bilaterales.
Así, el dilema de APEC se ha convertido en el dilema de Australia, el impulsor original del foro. (FIN/IPS/tra-en/ks/js/mlm/ip-dv/00