Los mandos militares de Ecuador rechazaron el recorte del presupuesto de las Fuerzas Armadas dispuesto por el Congreso, que se negó a concederles a perpetuidad la mitad de los beneficios de la industria petrolera, la principal del país.
El presidente Gustavo Noboa devolvió este viernes al parlamento el proyecto de ley modificado por los diputados, que fueron duramente criticados por el ministro de Defensa, almirante Hugo Unda.
Los legisladores aceptaron otorgar a las Fuerzas Armadas 45 por ciento de los beneficios por venta de petróleo, frente al 50 por ciento pedido por el gobierno, y limitaron a un año el tiempo en que esa transferencia será realizada.
El jueves, en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena) se expresó "la necesidad de que el parlamento revea» su resolución.
El ministro Unda dijo que la eliminación de este mecanismo de financiación del gasto de defensa significaba una «bofetada» a la institución militar.
Noboa, que originalmente proponía realizar la transferencia de beneficios a perpetuidad, redujo el alcance de su pedido, para señalar un periodo de cinco años en la solicitud de revisión de la decisión parlamentaria.
Ese periodo de vigencia de cinco años es el que se ha previsto para el Plan Colombia, la ofensiva contra el narcotráfico que las autoridades colombianas se proponen lanzar en diciembre.
Noboa desea aumentar los recursos de defensa de Ecuador para enfrentar las consecuencias de la acción militar en el país vecino, que ya ha determinado la huida de miles de campesinos a territorio ecuatoriano.
El vicepresidente del Congreso, Antonio Posso, del indigenista Movimiento Pachakutik, advirtió que las declaraciones del ministro de Defensa menoscaban la dignidad del parlamento.
Possi también dijo que las deudas contraídas por las Fuerzas Armadas durante la guerra con Perú en 1995 «pueden ser pagadas en un año, y no se justifican las regalías a perpetuidad».
Agregó que no puede aceptarse una carrera armamentista a causa del Plan Colombia, una iniciativa del presidente colombiano Andrés Pastrana que tiene financiación parcial de Estados Unidos.
«Ecuador no tiene por qué entrar en una guerra con los países vecinos, sino contra la pobreza», dijo Posso, quien afirmó que en el presupuesto del Estado para 2001 se incluye un aumento de 60 por ciento en los gastos de las Fuerzas Armadas, en comparación con el año anterior.
El ministro Unda busca «un enfrentamiento entre la institución militar y el parlamento ecuatoriano, quizás con un propósito todavía no evidenciado, menos aún confesado», conjeturó el diputado Ramiro Rivera, de la centrista Democracia Popular.
El jefe de la fuerza áerea, Oswaldo Domínguez, advirtió que la decisión del Congreso «pone en riesgo el proceso de mantenimiento y de preparación» de las Fuerzas Armadas».
Domínguez aseguró que los fondos solicitados no serán destinados a la compra de nuevo material bélico y agregó que la reducción de la transferencia de beneficios del petróleo impedirá a las Fuerzas Armadas realizar «una planificación estratégica y firmar compromisos».
"Ecuador no puede darse el lujo de tener aviones sólo para desfiles, ya que al no tener los recursos suficientes para darles mantenimiento y ponerlos en funcionamiento, se deteriorarán. El recorte pone en riesgo la capacidad de defensa", aseguró el militar.
No obstante, Domínguez se pronunció a favor de la reestructuración de las Fuerzas Armadas, incluso con el recorte de efectivos.
«Es conveniente que las Fuerzas Armadas entren en un proceso de reingeniería, de reducción de personal, tienen que ser especializadas, tecnificadas», dijo.
Representantes de la fuerza aérea concurrirán el martes al Congreso para solicitar la entrega de los recursos procedentes de la venta del petróleo.
Junto a Noboa participaron en la reunión del jueves del Cosena 50 generales y almirantes, el vicepresidente Pedro Pinto, el presidente del Congreso y el de la Corte Suprema de Justicia, y los ministros de Defensa, Gobierno (Interior), Relaciones Exteriores y Finanzas.
Una de las mayores preocupaciones del Cosena es la seguridad en la frontera nororiental, donde se siente el impacto de los combates entre la guerrilla izquierdista, los paramilitares de derecha y el ejército colombiano y los paramilitares en el departamento colombiano de Putumayo.
Aviones u helicópteros no identificados llevaron a fines de la semana pasada la guerra civil de Colombia a territorio ecuatoriano, con el bombardeo de General Farfán, una localidad de la fronteriza provincia de Sucumbíos.
Campesinos ecuatorianos informaron que el bombardeo de General Farfán, distante 30 kilómetros de Nueva Loja, la capital de Sucumbíos, duró más de una hora y que los habitantes del lugar se refugiaron en la selva.
Bombas y ráfagas de ametralladora fueron lanzadas por aviones y helicópteros que «venían del lado colombiano» del fronterizo río San Miguel, y alcanzaron fincas habitadas, afirmaron los testigos.
Varios diarios aseguraron el jueves que efectivos del ejército colombiano operaban en suelo ecuatoriano. Al respecto, un militar colombiano entrevistado afirmó que ingresaron en este país "para no ser sorprendidos" por las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
El militar entrevistado dijo que sus jefes mantienen estrechas relaciones con los mandos ecuatorianos y que junto con otros soldados había cruzado la frontera para cubrir la vigilancia de zonas desatendidas a ciertas horas por el ejército de este país, según la versión de prensa. (FIN/IPS/kl/ff/ip/00